Cuando Estados Unidos se resfría, la Argentina estornuda. La frase, repetida por consultores y políticos, representa el peso que tiene la principal potencia occidental en la economía global, y particularmente, el efecto que puede causar en sector financiero local. Es cierto que con el paso de los años, el crecimiento de los mercados asiáticos ha generado contrapesos para la actividad comercial. Pero para un país que tiene deuda y necesita inversiones, el pulso siempre viene del norte.
Hay una expectativa de que un eventual triunfo de Donald Trump puede resultar beneficioso para la Argentina en frentes como la negociación con el FMI. El antecedente más directo lo creó el propio Trump, que en 2018 intervino a favor de que se le concediera asistencia financiera al gobierno de Mauricio Macri (fueron casi u$s 55.000 millones, el préstamos más alto otorgado por el organismo a un país miembro). El mandatario argentino agradeció explícitamente ese apoyo, durante la breve visita que hizo el estadounidense para participar de la cumbre del G20 en Buenos Aires.
En ese momento, la Argentina tenía otro contexto económico y político. Una sequía menos dura que la de 2023 había restado divisas y además, la salida de capitales de corto plazo apostados en Lebac debilitó sensiblemente el financiamiento argentino. Todos querían salir de la deuda soberana y una vez más el riesgo de un default se recortaba en el horizonte. El gobierno de Cambiemos pensó que un acuerdo con el FMI podía servir como antídoto y EE.UU. estuvo de acuerdo, interesado en ese entonces por bloquear el regreso del kirchnerismo. El resultado fue muy distinto al esperado.
En el contexto 2024, el eventual regreso de Trump a la Casa Blanca no promete tener una incidencia tan directa. Por empezar, el Fondo no tiene una postura tan favorable hacia la estrategia que promueve la Argentina. Luis Caputo prefiere no acelerar decisiones si no está seguro de su impacto, y defiende un tipo de cambio “administrado” para que no interfiera con el proceso de desinflación.
Los analistas también plantean que el candidato republicano prefiere políticas más proteccionistas que podrían tener impacto en precios y obligarían a la Fed a mantener tasas altas. En contraposición, si la demócrata Kamala Harris se impone en la carrera a la Casa Blanca, los capitales estarían más interesados en buscar rendimientos en los mercados emergentes.
El proceso electoral americano creará días de volatilidad. Por suerte para la Argentina, en esta vuelta su camino parece depender menos de si EE.UU. se resfrío mucho, poco o nada.
Fuente El Cronista