“Málaga for sale!”
“Que te voten los guiris“.
Hay pancartas contra el alcalde de Málaga. Contra el presidente de la Junta de Andalucía. Ninguna contra el Gobierno. Y hay gente, mucha gente, de todas las tendencias ideológicas, aunque abundan los grupos de izquierdas. El clamor es solo uno, inequívoco, firme, y no entiende de partidos ni de clase: la vivienda en Málaga está muy cara y los jóvenes (y los no tan jóvenes) no pueden acceder a un alquiler razonable. Comprar resulta tarea casi imposible cuando hay que destinar en muchos casos más del 70% del sueldo a vivir.
En la Plaza de la Merced se sitúa la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y justo delante, donde está la estatua de un Picasso ya mayor sentado en un banco, una panda de verdiales ensaya la letra de sus cantes, de estilo Montes, que convive con el adictivo sonido de violines, platillos y panderetas.
“Será de los extranjeros
Y las máquinas cavando
Málaga se va al carajo”.
Hay mensajes contra el hotel-rascacielos que se quiere construir junto a la terminal de cruceros y que cambiaría la panorámica clásica de la ciudad. También contra otras torres, como la de Martiricos, o las de la zona Oeste, con viviendas que superan el millón de euros. “¡Esto es mejor que las batucadas!”, suelta un aficionado de estos verdialeros.
¿No hay un hartazgo? Mira a Málaga: miles de personas se manifiestan contra la ‘turistificación’ y su efecto en la vivienda
Pablo D. Almoguera. Málaga
Esta es la segunda gran manifestación contra el precio de la vivienda que se organiza en Málaga. La primera fue el 29 de junio, asistieron al menos 15.000 personas, y se centró en la Vivienda de Uso Turístico (VUT). En la de hoy, sin olvidar a este tipo de alojamiento, se han visto, leído y escuchado más consignas que, sin dejar de culpar en alguna medida al turista, se ha focalizado más en protestar por la falta de acceso de viviendas para el residente. El lema es “Málaga para vivir” y se han sumado unos 10.000 malagueños, según datos de la Policía Nacional.
“¿Qué pasa, qué pasa? ¡Que no tenemos casa!”. “Menos torres en el litoral y más vivienda social”, gritan ya varios manifestantes 16 minutos antes de que empiece la marcha. Francisca Flores tiene 79 años y lamenta lo “carísimos” que están los alquileres. Conoce a muchos amigos de sus hijos que ganando 1.200 euros pagan 1.000 euros por un piso. “Peor no se puede estar”, admite.
Mari Carmen, de ojos claros y que lleva una camiseta morada con una libérrima representación gráfica del escudo de Andalucía, tiene 25 años y es auxiliar de Enfermería en un hospital de Torremolinos. Vive en Campanillas, en el extrarradio de la ciudad, en un piso de un dormitorio por el que paga 750 euros al mes. Su propietario paga 400 euros de hipoteca. Con su sueldo de 1.100 euros apenas le llega para pagar el alquiler y como mucho la gasolina. Sus padres y su tía, Ida, de 38 años, que está con ella sosteniendo una pancarta (“Esto es Málaga. No es guirilandia”), le ayudan económicamente para que Mari Carmen salga adelante.
“Los precios de la vivienda están prohibitivos. Todo en la ciudad es para los guiris. Me acuerdo de cómo era el Centro hace 15 años. Venía con mis amigas y había muchos sitios para nosotras, pero ahora ¿dónde te tomas un café y un pitufo”, relata Ida a este diario. El pitufo, un bollo de pan de tamaño pequeño, forma parte de la identidad de esta ciudad que tiene hasta diez formas distintas de pedir el café. Fuera de Málaga no se sabe lo que es una nube.
Una nube de gente se agolpa de repente en la plaza de la Merced, como si hubieran esperado a que diera la hora para aparecer en la cita. Hay un grupo de alemanes, de unos 40 años, que no saben lo que se han encontrado. “¿Esto es contra nosotros?”, preguntan. También están muy despistados Kim y Lee, de unos 30 años, turistas de Corea del Sur que posan delante del obelisco de Torrijos. Es su primer día en la ciudad y dicen que irán al Castillo de Gibralfaro. La mañana remonta, al igual que el sol, brillante, en este otoño que es primavera de manga corta.
El Ayuntamiento de Málaga ya ha declarado, en opinión de su alcalde, la guerra al alquiler turístico. Muchos no se lo creen, porque durante años ha habido manga ancha para las VUT, que han crecido sin límite. Y el primer anuncio de medidas de control no llegó hasta la manifestación del 29 de junio.
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El equipo de Gobierno municipal ha anunciado que se aprobará una modificación del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) que prohibirá la inscripción de nuevos pisos turísticos en 43 zonas de la capital, en las que estos superan el 8% del parque residencial. Esta medida, de todas maneras, depende de la Junta de Andalucía, que es la administración que tendrá que impedir el registro de nuevos alquileres vacacionales en zonas saturadas.
Julián Molina, matemático y profesor de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Málaga, ha analizado en un vídeo cómo se encuentra el mercado de la vivienda en Málaga. Para comprar en Málaga una vivienda de 100 metros cuadrados se necesitan 18 años de renta, según datos del INE de 2021. A Málaga solo la supera Baleares, pero a pesar de que ser el segundo lugar de España con la vivienda más cara para los residentes, es de las provincias donde menos hipotecas se piden para comprar las viviendas.
Málaga también es la cuarta provincia donde más gente de fuera compra vivienda. La demanda exterior es muy elevada, solo superada por Alicante, Ávila y Girona. “Esto explica el problema de la demanda. Los que no son malagueños están disparando el precio”, indica Molina, experto en inteligencia artificial y Análisis de Datos.
Málaga capital se aleja del patrón no turístico (Antequera-Ronda) y se acerca al turístico de Marbella y Fuengirola, donde hace falta más de 20 años para comprar a una vivienda. “El problema es la turistificación de la provincia, no la falta de oferta”. Y precisa que el número de casas por habitante se mantiene en similares términos desde 2004, pero el precio de la vivienda ha subido un 90%.
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Desde 2017 la situación se ha “disparatado”: con el mismo número de viviendas por habitante, el precio ha subido un 70%. En estos momentos, el 40% de la compra de inmuebles corresponde a no residentes. Esta cifra sorprende si se compara la estadística de 2021 con la de 2007. Por aquel entonces, el porcentaje de casas compradas por los residentes ha bajado más de 10 puntos porcentuales. “La solución no sería producir más. Si yo creo el triple [de viviendas] y esas casas las sigue comprando gente de fuera, el precio va a seguir subiendo y los residentes van a seguir teniendo el mismo problema de acceso a un piso”.
¿Por qué compran tanta vivienda aquí los no residentes? Según este profesor malagueño, el principal problema radical en las VUT por su extrema rentabilidad, “mucho más que la Bolsa”. En Málaga capital hay alrededor de 50.000 plazas para pernoctar, pero el INE certifica que se producen picos de más de 100.000 pernoctaciones en un día. “¿Eso qué quiere decir? Que hay más viviendas de uso turístico de las que creemos”, indica Molina.
La consecuencia es evidente: Málaga es un lugar de los más atractivos en toda España para comprar VUT y eso conlleva un “drama económico y social que hace inhabitables los barrios con zonas donde los no residentes superan a los residentes como en la zona del distrito 1 (Muelle Heredia) donde hay 40 turistas por cada 1.000 habitantes”. Molina cree que el alto precio de las viviendas aumentará el paro de los malagueños. Y para ello, aboga para un mercado inmobiliario exclusivo para los residentes que supondrá una rebaja del precio de las viviendas.
La manifestación continúa avanzando por las calles del Centro, entre extranjeros que ya empiezan a almorzar, padres y madres paseando a su bebé y deportistas que se toman un poco de fruta tras su hora de ejercicio. Un hombre de unos 50 años está con su hija, menor de edad. La niña se quita de la foto. El padre tiene una señal de tráfico que dice: “Stop vivienda turística“.
Una joven de 31 años, con plaza desde 2018 de profesora de Matemáticas en un Instituto, se manifiesta con unas amigas. No quiere enseñar su cara ni decir su nombre. Ha vuelto a casa de sus padres tras algún intento de independizarse. “Deberíamos poder pagar un alquiler normal. Está imposible comprarse algo decente, ni aunque tengas un suelo fijo como yo”, relata. Enseña su pancarta y sigue sin mostrar su rostro, uno de estos 10.000 del 9N. Se ve una casa de muñecas: “La única casa que puedo comprar en Málaga”.
Fuente El Confidencial