Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), conversó con Miquel Roig, director adjunto de El Confidencial, en el I evento anual del Observatorio Económico Mapfre Economics y El Confidencial, organizado por este diario junto al servicio de estudios de la aseguradora.
El exministro reflexionó sobre la previsión de crecimiento para Europa por debajo del 1% y cómo la inflación se encamina hacia el objetivo del 2%. En clave nacional, abordó temas como el impuesto a la banca, la transmisión de la política monetaria y la necesidad de adaptación del sector financiero a los riesgos climáticos, destacando el buen funcionamiento del modelo del Consorcio de Compensación de Seguros.
En el plano internacional, subrayó la importancia de mantener la independencia de los bancos centrales y advirtió sobre los riesgos del proteccionismo comercial y una posible guerra comercial global. Para concluir, reflexionó sobre el auge de las criptodivisas y el crédito privado, sectores en crecimiento que redefinen las dinámicas del sistema financiero.
A continuación pueden leer una transcripción de la conversación, editada para mejorar la claridad y la comprensión.
PREGUNTA. En septiembre y octubre, el IPC de la zona euro bajó hasta el nivel objetivo del mandato del BCE: 2%. En la última reunión de septiembre se bajaron tipos y se mandó un mensaje que el mercado interpretó como una señal de que estos seguirían bajando a lo largo de lo que queda de este año y el año que viene. Pero desde esa reunión han pasado cosas. Donald Trump ha ganado las elecciones de EEUU y ha alentado el riesgo de guerra arancelaria en el mundo y han salido datos de negociación de convenios colectivos con unas subidas mayores a las esperadas. ¿Hay que modular las expectativas?
RESPUESTA: Analizando la situación económica en Europa, tenemos buenas noticias en inflación, pero no tan buenas en crecimiento económico. Este año el crecimiento económico en Europa será inferior al 1%, según las últimas proyecciones de la Comisión Europea. Nuestras nuevas proyecciones se publicarán en diciembre y no serán muy distintas. Y para el año próximo el crecimiento va a ser también moderado, ligeramente superior al 1%. Esto se debe a una debilidad tanto en el consumo como en la inversión. La inversión empresarial y en construcción está estancada, y el consumo, que nosotros considerábamos que podría ser la principal fuente del crecimiento, no está despegando. Hay una cierta contradicción porque está habiendo un incremento fuerte de la tasa de ahorro de las familias. Y en principio, cuando hay un incremento de la renta disponible —gracias a mejoras en el mercado laboral, subidas salariales y la reducción de la inflación—, se debería haber producido un tirón del consumo privado que no se ha dado. Y aquí entra el concepto de la renta permanente: los consumidores ven que su renta disponible aumenta, pero tienen dudas sobre el futuro. Y aquí entra el tema de la confianza, de los riesgos geopolíticos y, de algún modo, nosotros esperamos que, tras varios trimestres de mejora en la renta real disponible, el consumo comience a recuperarse. En cuanto a las exportaciones, el contexto internacional tampoco ha sido favorable, lo que no contribuye al crecimiento.
P. Entonces, ¿qué esperamos de la inflación?
R. Sobre la inflación, la evolución es positiva. Confiamos en que para el próximo año converja de manera estable hacia nuestro objetivo de estabilidad, del 2%. La inflación subyacente está ligeramente por encima. Tenemos una situación más compleja con la inflación de servicios, que ronda el 4%. Y ahí es muy importante la evolución salarial. Pero nosotros creemos que, dadas las expectativas de inflación de los trabajadores y las empresas, el año que viene veremos una desaceleración salarial y un relativo incremento de la productividad, que contribuirán a mejorar los costes laborales unitarios, que acabarán afectando positivamente en la inflación de servicios.
P. ¿Y con los tipos?
R. En materia de política monetaria, hemos reducido los tipos de interés en tres ocasiones, concretamente 25 puntos básicos cada vez. Aunque entiendo el interés periodístico en determinar si en diciembre habrá una reducción de 50 o 25 puntos básicos, el ajuste fino de la política monetaria es extremadamente complejo. Cuando el banco central sube los tipos de interés, espera que eso se traslade a bancos y a los mercados de capitales y que esto lleve a una moderación de la demanda doméstica, del consumo y la inversión, y esto modere la inflación. Si efectivamente se van a cumplir, y cada vez tenemos más confianza en ello, las proyecciones de inflación del año que viene, la trayectoria de la política monetaria es clara y es una reducción del nivel de restricción. Más allá de que lo que pueden ser situaciones extraordinarias, claro. La cuestión de si será una de 50 o dos de 25, tiene mucha menos importancia desde el punto de vista de la realidad del impacto de la política monetaria de lo que a veces puede tener desde el punto de vista de los mercados o el periodístico.
“La tasa de ahorro refleja precaución frente a incertidumbres, como riesgos geopolíticos, pese al incremento en la renta disponible”
P. En un ámbito más nacional, ayer se aprobó en el Congreso el impuesto a la banca. Aunque los beneficios del sector están en niveles récord, la rentabilidad solo está regresando a valores históricos. En el último informe de estabilidad financiera del BCE se sugiere que los bancos podrían necesitar aumentar provisiones debido a un potencial incremento del riesgo de impago. ¿Qué impacto tendrá este impuesto en el crédito disponible para empresas y familias?
R. La banca europea se encuentra en una posición buena, con niveles de capital y liquidez adecuados. La rentabilidad ha mejorado gracias al aumento de los márgenes de interés derivado de las subidas de tipos. Antes de la pandemia, el retorno sobre el capital estaba en torno al 4%, y ahora se sitúa ligeramente por encima del 10%. Sin embargo, esta mejora en la rentabilidad no se ha reflejado en las valoraciones de mercado de los bancos europeos, a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos. Esto se debe a varios factores: el menor potencial de crecimiento en Europa, la falta de una unión bancaria completa y la incertidumbre regulatoria, incluyendo aspectos fiscales como el impuesto a la banca. Desde el BCE siempre hemos señalado que cualquier impuesto al sector financiero no debe afectar la capacidad de los bancos para otorgar crédito ni interferir en la transmisión de la política monetaria. Por ejemplo, en Italia se modificó un impuesto similar y permitieron a los bancos no pagar el impuesto si hacían más provisiones, lo que consideramos una medida razonable de dedicar el incremento de beneficios del sector. Evaluaremos el caso español una vez conozcamos sus detalles, pero nuestra posición general será coherente con la que hemos adoptado en otros países europeos.
P. ¿Cree que e la forma en que se ha aprobado el paquete fiscal, especialmente en lo referente al impuesto a la banca, aumenta la inseguridad jurídica?
R. En ese tipo de cuestiones no debo entrar. Mi impresión es que ha sido una negociación compleja.
P. En relación con la situación del sector bancario, actualmente se está evaluando una OPA hostil sobre el Sabadell. El BCE ya ha determinado que, en términos de solvencia, la fusión resultante sería viable, pero el consejo del Sabadell expresa preocupación por el impacto en la concesión de crédito, especialmente a pymes. ¿Qué opinión le merece este proceso?
R. En términos de solvencia, si ambas entidades son solventes, su fusión también dará lugar a una entidad solvente. Nuestra evaluación se limita estrictamente al análisis prudencial de solvencia. El análisis de competencia corresponde a las autoridades competentes, como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que deben determinar el impacto de la fusión en los mercados relevantes, sean nacionales, regionales o locales. Confío en que el análisis será profesional y sin interferencias externas.
P. Desde la perspectiva del mecanismo de transmisión de la política monetaria, la remuneración de los depósitos y los tipos de interés son piezas clave. ¿Puede un exceso de concentración bancaria entorpecer este mecanismo? En España, hemos recibido críticas por la lentitud en la traslación de las subidas de tipos a la remuneración de los depósitos.
R. Es un factor relevante. Los bancos han tenido muchísima liquidez, lo que reducía su necesidad de competir por depósitos. Eso está cambiando. Estamos retirando liquidez del sistema; a principios del próximo año, no solo dejaremos de comprar deuda, sino que también dejaremos de reinvertir los vencimientos de nuestra cartera. Esto reduce significativamente la liquidez. La abundancia limitaba la competencia entre intermediarios financieros en la captación de depósitos, pero en el lado de los préstamos, sí observábamos mayor competencia. Los bancos ofrecían condiciones atractivas para captar clientes en el ámbito del crédito.
P. Entonces, ¿queda margen para más concentración bancaria?
R. No estoy entrando a valorar si hay margen para más concentración bancaria. Lo que señalo es que la ausencia de un reflejo rápido de nuestras decisiones de política monetaria se debe a la elevada liquidez en el sistema. Sin embargo, la competencia en el ámbito de los préstamos era mucho más visible.
“La rentabilidad no deriva en mejor valoración de mercado: Europa tiene menor potencial de crecimiento y existe incertidumbre regulatoria”
P. Cambiando de tema, Valencia ha sufrido consecuencias dramáticas, tanto en pérdidas humanas como en daños materiales. Los riesgos asociados al cambio climático están aumentando y España será especialmente vulnerable. ¿Está el sistema preparado para incorporar estos riesgos en sus modelos?
R. Creo que el Consorcio de Compensación de Seguros es un invento español que funciona muy bien. Estamos analizando el insurance gap, es decir, los riesgos no cubiertos por seguros, que aumentan con el cambio climático. El modelo del consorcio, una suerte de colaboración público-privada, es clave para cubrir este vacío. Los daños en Valencia han sido tremendos, sobre todo en términos humanos, que son irreparables. La reconstrucción se llevará a cabo, y el consorcio, las aseguradoras y los bancos desempeñarán un papel fundamental. El Banco de España ya ha evaluado la exposición en esa zona, que es muy activa económicamente. Estoy seguro de que podrán afrontarlo, y espero que la reconstrucción sea rápida, intensa y libre de controversias políticas.
P. A nivel internacional, hay temor por posibles ataques a la independencia de la Reserva Federal, incluso rumores sobre la destitución de su presidente. ¿Cómo se percibe esto desde Europa? ¿Qué impacto tendría en la política monetaria de la eurozona?
R. La independencia de los bancos centrales es crucial para garantizar la estabilidad de precios. Aunque a veces la inflación sube, la independencia permite reconducirla. Espero que la Reserva Federal mantenga su autonomía. En Estados Unidos, su mandato incluye tanto la estabilidad de precios como el crecimiento económico, mientras que el BCE tiene como prioridad la estabilidad de precios, definida como un 2% a medio plazo. Respecto a las elecciones en EEUU, creo que la victoria de Donald Trump, aunque prevista por algunos, sorprendió por su magnitud: ganó el voto popular, así como en el Senado y el Congreso. Esto reafirma su mandato, que debe ser respetado. Por otra parte, más allá de la independencia de la Reserva Federal, veo tres posibles efectos de la nueva administración estadounidense. El primero es el impacto en la inmigración, que es clave para el crecimiento económico de EEUU. El segundo es el comercio: medidas proteccionistas, como aranceles, podrían desencadenar represalias y una guerra comercial, con efectos negativos como sucedió en los años 30. Finalmente, está la política fiscal: se anticipa una expansión fiscal con recortes de impuestos y moderación en la reducción del gasto público. Esto ha llevado a un aumento de los tipos de interés a largo plazo en EEUU, que ya rondan el 4,4%. Europa no es inmune a estas dinámicas debido a los flujos de capital y la evolución del tipo de cambio.
P. Hablando de independencia, ¿cómo está la relación con el nuevo gobernador del Banco de España?
R. Bien. No tengo nada que decir.
P. Sobre las criptodivisas, su auge es notable. ¿Podrían convertirse en un activo financiero mainstream y generar riesgos para la estabilidad financiera?
R. El volumen es grande y ha crecido muchísimo. Y aunque la gente se fija siempre en el bitcoin, hay otro tipo de criptoactivos. Están lo que llaman las stablecoins, que están creciendo cada vez más. Nosotros hemos regulado, por ejemplo, en Europa las stablecoins y en el resto del mundo no se ha regulado, lo cual tiene ventajas e inconvenientes porque evidentemente puede intentar siempre explotar ventajas desde el punto de vista regulatorio y puede haber en cierto arbitraje. Pero lo que parece que va a hacer la Administración americana es favorecer todo el tema de las de los criptoactivos, pero también es favorecer todo el tema de lo que son el private equity y el private capital, los hedge funds… Es decir, lo que nosotros denominamos la parte arriesgada de los no bancos, que tienen menor regulación, que de alguna forma está ganando peso en Estados Unidos, en el Reino Unido, pero también en Europa van ganando peso. Ahí es donde se va a dar sin duda el mayor impulso desde el punto de vista de la regulación de Estados Unidos.
Fuente El Confidencial