El hambre es una sensación que todos experimentamos, pero ¿sabemos realmente cómo se activa en nuestro cerebro? Una reciente investigación científica revela cómo actúa el cerebro a la hora de comer.
Un estudio de científicos de la Universidad Rockefeller de Estados Unidos descubrió un circuito cerebral simple que controla los movimientos de masticación y tiene una gran influencia sobre el apetito.
¿Cómo actúa el cerebro a la hora de comer?
El cerebro tiene un sistema complejo para controlar el hambre, que empieza cuando neuronas especializadas detectan las hormonas que indican si el cuerpo está lleno o necesita comida.
Estas neuronas activan otras en diferentes áreas del cerebro, que luego controlan un grupo de células nerviosas en la mandíbula encargadas de coordinar los movimientos de masticación.
En un hallazgo reciente, científicos de la Universidad Rockefeller utilizaron optogenética para modificar las neuronas BDNF en ratones, lo que llevó a una pérdida casi total de interés en la comida, incluso cuando se les ofreció una torta de chocolate.
Sin embargo, cuando estas neuronas se desactivaron, los roedores comieron mucho más de lo habitual y continuaron masticando aunque no tuvieran comida.
Este hallazgo subraya la relevancia del sistema de neuronas BDNF, previamente relacionado con la obesidad. Los investigadores ahora creen que los humanos podrían tener un sistema similar para regular el hambre, y planean estudiar cómo factores emocionales, como la ansiedad o el estrés, pueden influir en este circuito.
Posibles aplicaciones de este descubrimiento en la salud humana
El estudio promete cambiar la manera en que entendemos el control del hambre, lo que podría tener un impacto directo en la salud pública y en el tratamiento de enfermedades relacionadas con la alimentación:
- El descubrimiento podría ayudar a diseñar tratamientos más eficaces para la obesidad, controlando las señales del hambre en el cerebro.
- Se podría investigar cómo el estrés o la ansiedad alteran este circuito neuronal, ofreciendo nuevos enfoques para trastornos alimentarios.
- Este avance podría impulsar el desarrollo de terapias para mejorar la regulación del apetito, sin necesidad de soluciones invasivas o medicamentos.
Fuente El Cronista