Por Jorge Raventós
Si bien su primer año de gestión le deparó al gobierno de Javier Milei resultados muy favorables que seguramente extienden su crédito al porvenir inmediato, conviene tomar en cuenta que el 2025 reclamará cambios y adaptaciones ya que varios de los mecanismos que facilitaron la bonanza de los últimos doce meses no se repetirán. Por ejemplo, los efectos del blanqueo que dieron alivio financiero y permitieron recuperar reservas para disminuir el saldo negativo. Ese procedimiento no es repetible este año.
PENSAR DE NUEVO
Además, ¿cuánto tiempo podrá extenderse el achicamiento de la brecha entre el dólar oficial y los dólares libres, que viene acompañado por un atraso cambiario que desalienta a los exportadores, debilita la competitividad y favorece (más aún tras el final del impuesto país) la competencia de la producción extranjera?
Desde sectores de la industria, voces significativas han empezado a reclamar que se “nivele el terreno” para poder competir en paridad de condiciones. Desde algunas instancias oficialistas se invoca a la destrucción creativa y se responde a aquella demanda que “los que no puedan competir desaparezcan”.
En tono elogioso, el diario económico Financial Times publicó esta semana que “el presidente libertario desmantela una red de aranceles y regulaciones que han hecho que muchos productos importados sean casi inasequibles”, aunque consigna también que “las empresas manufactureras argentinas advierten que un aumento de las importaciones podría devastar un sector que emplea a casi una quinta parte de los trabajadores y que ya se ha visto muy afectado por la crisis económica del país. La actividad manufacturera cayó un 12,7% en los primeros nueve meses de 2024 en comparación con el mismo período de 2023″.
Domingo Cavallo acaba de advertir en su página de Internet que ”existe una apreciación real exagerada del peso que puede estimarse en alrededor del 20%”. Como“consecuencia del manejo de los tipos de cambio en un contexto de fuertes restricciones para el movimiento de capitales –dice-, se ha producido una apreciación real del peso que crea preocupación a productores agropecuarios, exportadores en general, e industriales y prestadores de servicios que compiten con importaciones”.
El padre del Plan de Convertibilidad de los años 90 enumera los posibles efectos de la sobrevaluación: “Son fáciles de predecir –señala- : 1) aumentarán las importaciones no solo de insumos y bienes de capital sino también de muchos bienes finales que sacarán de competencia a la producción nacional que no logre aumentos rápidos de productividad. 2) se desalentará la producción de bienes exportables, tanto del sector agropecuario como de la industria manufacturera y los servicios. 3) el deterioro de la cuenta corriente de la balanza de pagos, hará más difícil la adquisición por parte del Tesoro de los dólares para pagar intereses, aun teniendo los pesos necesarios para comprarlos gracias al superávit fiscal primario”.
LA ENCRUCIJADA
Si bien Cavallo es consciente del “condicionante crucial que significa el calendario electoral” y de que “un resultado favorable para el gobierno es probablemente el requisito más importante para la consolidación del enorme viraje, muy positivo, por cierto, que ha significado la llegada de Javier Milei a la Presidencia”, insiste en el planteo de que “revertir los estos efectos colaterales del proceso de estabilización es el gran desafío económico para el año 2025” y propone un curso de acción cuyo punto central es terminar con el cepo: “Eliminación temprana de las restricciones cambiarias comenzando por las financieras y avanzar hacia la reunificación en no más de tres meses”.
Argumenta que “esta salida del cepo, si bien provocaría un salto cambiario no tendría por qué interrumpir el proceso de desinflación” pero, como duda de que (en virtud de “los temores del equipo económico”) el gobierno se anime a tomar ese camino, propone “aplicar algunos paliativos, tales como: 1) reducir las retenciones y aumentar los reembolsos a las exportaciones. 2) reducir transitoriamente los aportes patronales jubilatorios para aliviar el costo laboral sin afectar los salarios de bolsillo de los trabajadores. El costo fiscal de estas medidas –sostiene Cavallo- será compensado con creces por su efecto anti recesivo”.
El hecho de que el Presidente le dedicara una extensa y ciertamente áspera respuesta al ministro de la Convertibilidad (“me parece una vergüenza la declaración de Cavallo. Me sorprende para mal su juicio tan ligero y tan mal fundamentado técnicamente”, “es insultante la estupidez que dijo”) denota que las objeciones referidas a la sobrevaluación del peso, a la inflación en dólares y al terreno desparejo que debe afrontar la producción local no son temas marginales, expresan inquietudes legítimas de sectores influyentes que tienen incidencia sobre la sustentabilidad del gobierno y que el vértice libertario se ve obligado a atrincherar sus puntos de vista.
NIVELAR Y JUNTAR
En suma, el 2025, año II de la era Milei, tiene asignaturas pendientes en el escenario central (el económico) y encierra el desafío de las urnas: la encrucijada cruel del cuarto oscuro.
Varios de los sectores que formulan aquellas objeciones –sin hostilidad al gobierno, procurando, por el contrario, que mejore sus perspectivas y amplíe su base-, alientan simultáneamente que la corriente libertaria no se encapsule, que se abra a alianzas firmes que permitan extender el horizonte de las reformas y clausuren la posibilidad de un retroceso.
En suma, impulsan la constitución de una alianza de La Libertad Avanza con el macrismo, particularmente en la provincia de Buenos Aires, donde gobierna Axel Kicilof y donde el peronismo sigue sobrellevando la hegemonía kirchnerista y probablemente derrotaría en octubre a un antiperonismo/antikirchnerismo dividido.
La preocupación de aquellos sectores parece basada en la desconfianza o indiferencia ante una convergencia con el Pro manifestada por figuras muy influyentes del gobierno.
También en este plano el Presidente consideró oportuno pronunciarse. Aprovechando el micrófono abierto por un periodista adicto, Milei se declaró dispuesto a trabajar con Macri: “Vayamos juntos y arrasemos al kirchnerismo en las elecciones”, declaró, como si estuviera enmendando la línea de sus reticentes colaboradores cercanos.
Mauricio Macri, que soporta tensiones internas de quienes se quejan de que el gobierno no retribuye los favores recibidos del PRO y piden una actitud más dura y autónoma y también de quienes quieren arrojarse sin demasiados protocolos a los brazos del oficialismo, tomó velozmente la oferta presidencial: “Estoy seguro de que podemos representar juntos las banderas del cambio, la libertad y las instituciones”, tuiteó. Y, como para mantener en vida la demanda de autonomía, agregó que estaba “dispuesto para conformar un equipo de trabajo”.
El entusiasmo de Macri no fue correspondido, sin embargo. Probablemente porque ni Milei ni, mucho menos, los dos catetos del “triángulo de hierro” oficialista piensan en formar un nuevo “equipo de trabajo”. La señal que Milei quería dar, la dio: él no se opone a que el macrismo lo ayude a “arrasar el kirchnerismo”. No se opone a incorporar al PRO, pero el equipo ya está formado.