Buenos Aires, 23 de junio de 2025 – Total News Agency-TNA-El Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas (IOSFA), que brinda cobertura médica a más de 550.000 efectivos en actividad y retiro de las Fuerzas Armadas, Gendarmería, Prefectura y sus grupos familiares, atraviesa una de las peores crisis de su historia institucional. La entidad, que durante los primeros meses del gobierno de Javier Milei aún conservaba reservas por \$25.000 millones, hoy acumula un déficit superior a los \$160.000 millones y registra pérdidas mensuales de hasta \$15.000 millones, según se desprende de un informe interno difundido en las últimas horas.
A tan solo un año y medio de gestión libertaria, el panorama operativo y financiero del IOSFA muestra síntomas de colapso. A la acelerada pérdida de recursos se suma una serie de deficiencias estructurales, falta de controles y sospechas de mala administración que, según denuncian los propios afiliados, está dejando a miles de familias militares sin atención médica básica.
El “sinceramiento de precios” aplicado en 2024, que disparó el costo de medicamentos y prestaciones en más de un 300%, encontró al IOSFA sin respaldo ni asistencia extraordinaria por parte del Tesoro Nacional. A diferencia de otras obras sociales públicas como PAMI, la obra social de las Fuerzas no recibió refuerzos presupuestarios, mientras que los ingresos por aportes se vieron licuados por la caída real de los salarios militares.
Pero los problemas no son sólo externos. El diagnóstico interno señala que la obra social arrastra un peso financiero insostenible: 33 hoteles, centros recreativos y farmacias que generan pérdidas constantes, una estructura sobredimensionada en personal (casi el doble que IOMA), y un 92% del presupuesto absorbido por la cobertura de prestaciones básicas, sin margen para inversiones o imprevistos. A esto se suma la ausencia casi total de auditorías médicas sobre clínicas y prestadores, lo que abre la puerta a desvíos, sobreprecios y potencial vaciamiento.
El impacto sobre los afiliados es directo. Se registran en promedio 90 interrupciones diarias en la prestación de servicios por falta de pago a proveedores. Las demoras en la autorización de insumos críticos como stents, prótesis o marcapasos se extienden por meses. Las farmacias carecen de medicamentos esenciales y los reintegros muchas veces no se procesan, según denuncias reiteradas en redes sociales y ante este medio.
“El servicio está en ruinas”, afirman usuarios que describen médicos que abandonan la cobertura, hospitales sin atención y pacientes cautivos de un sistema obligatorio, sin posibilidad de elegir otra obra social. A esto se agrega una grave denuncia: familiares de afiliados aseguran que cuando presentan reclamos formales, los militares en actividad son sancionados dentro de sus unidades, con medidas disciplinarias por cuestionar el funcionamiento del IOSFA.
La situación de conducción también refleja el caos. En apenas 18 meses, la institución tuvo tres presidentes, todos con vínculos directos con el ministro de Defensa, Luis Petri. La actual presidenta —cuyo nombre no fue informado oficialmente— llegó a la función tras gestionar un préstamo puente de \$40.000 millones otorgado por el Instituto de Ayuda Financiera (IAF), entidad encargada de las jubilaciones militares. Esa transferencia, considerada por expertos como un “parche”, no solo no resolvió la crisis, sino que compromete los fondos de retiro de los futuros pasivos de las Fuerzas.
La incertidumbre sobre el futuro del IOSFA se agrava con los rumores de una inminente tercerización de prestaciones, medida que sería el paso previo a una privatización total de la obra social. La estrategia, según sostienen sectores del propio entorno militar, consistiría en dejar quebrar a la institución para justificar su posterior desguace y venta, en abierta contradicción con el espíritu solidario que la originó.
Desde distintos sectores de las Fuerzas se multiplican los cuestionamientos, alertando que el desmantelamiento de IOSFA implica un ataque directo a los derechos adquiridos de quienes han servido a la Nación. A pesar del silencio oficial, la presión por una respuesta crece a medida que se multiplica el desamparo de los afiliados y la obra social se aproxima al abismo.