Por Daniel Romero
Buenos Aires, 5 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA–El Ministerio de Defensa, encabezado por Luis Petri, anunció esta semana la firma de una carta de intención con el gobierno de Estados Unidos para la adquisición de 27 vehículos blindados Stryker, durante una reunión oficial mantenida en el Pentágono con el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth. La operación, enmarcada en la estrategia de alineamiento geopolítico con Washington, generó fuertes críticas internas en el Ejército Argentino, donde se considera que la decisión fue económicamente inconveniente, segun informó LPO y que aqui analizamos.
La compra, valorada en USD 100 millones, se concretó bajo el régimen de trato directo “gobierno a gobierno”, lo que le permitió al Ejecutivo defender el acuerdo como una oportunidad de modernización militar a menor costo. Según Petri, “la adquisición de los Stryker es un paso concreto en la reconstrucción de una Argentina que vuelve a invertir en su defensa y se planta con firmeza ante los desafíos del siglo XXI”.
Sin embargo, fuentes castrenses habian asegurado que el modelo elegido no fue el recomendado por el Ejército, cosa que TNA pudo confirmar. En cambio, el blindado Guaraní de origen brasileño, fabricado con componentes mecánicos argentinos (motor y transmisión de IVECO), era considerado más adecuado. A diferencia del Stryker, los Guaraní son nuevos, anfibios, interoperables con Brasil, y ofrecían además la transferencia de tecnología y posibilidad de mantenimiento dentro del país, priorizando así a la industria nacional y el entramado regional del Mercosur.
“El Ejército trabajó durante meses en el análisis de opciones. La que más consenso tenía eran los brasileños. Eran más baratos, el mantenimiento se podía hacer en el país y además ofrecían mayores beneficios técnicos y estratégicos”, indicó una alta fuente militar.
De acuerdo con los datos disponibles, Brasil había ofertado 161 unidades por USD 400 millones, lo que representa un valor de USD 2,5 millones por unidad, frente a los USD 3,7 millones por unidad de los Stryker. Si se hubiese optado por la oferta brasileña por la misma cantidad de blindados que los estadounidenses (27), el gasto habría sido USD 67 millones, es decir, USD 32 millones menos que lo finalmente comprometido.
Además, el lote proveniente de Estados Unidos estaría compuesto por unidades usadas, similares a las que Chile ya descartó por su desgaste. A ello se suma que los Stryker no son anfibios, lo que limitaría su operatividad en un país como Argentina, donde las operaciones fluviales forman parte integral de las estrategias de despliegue militar.
La decisión profundizó el malestar entre mandos del Ejército, que también cuestionan la intención del Gobierno de cerrar la Dirección General de Construcciones Militares, un órgano histórico encargado de infraestructura estratégica para las Fuerzas Armadas.
En este contexto, surge un razonamiento que seguramente en EE.UU muchos respaldarian, pero para sí:
“La alianza estratégica con Estados Unidos es muy apropiada y se debe cultivar, pero no a costa del bolsillo de los contribuyentes. Esta frase bien podría aplicarse a la inversa desde EE.UU.: la relación con Argentina es muy importante, pero debemos proteger los impuestos de los contribuyentes americanos. Brasil tiene un juego internacional que no concuerda con el argentino, pero negocios son negocios. Si queremos cimentar una buena relación con una de las economías más grandes del planeta, debemos poner mejores negociadores. Adquirir los blindados Stryker está bien, pero si Brasil pone sobre la mesa una oferta mejor, esta debió utilizarse y haberse logrado pagar un precio más competitivo usando precisamente esta posibilidad brasileña. El alineamiento político no tiene por qué costar más, siendo que EE.UU. también necesita hacer pie en Argentina y la región con su armamento. EE.UU., bienvenido, pero debemos negociar mejor.”
Este párrafo, que condensa la crítica bien intencionada de la operación, refleja que el fortalecimiento de las relaciones estratégicas con potencias globales no debe ir en detrimento de una planificación eficiente y de la soberanía económica. Negociar con inteligencia no significa renunciar al vínculo, sino consolidarlo con criterio, responsabilidad fiscal, visión estratégica y patriotismo.
Es muy facil decir sí.