El plan de “motosierra” del gobierno de Javier Milei no da tregua, y esta vez el foco se posó sobre el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
En un movimiento que generó expectativas y, a la vez, ciertas inquietudes en el sector, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, salió a defender la reestructuración del organismo, justificando las medidas por un supuesto “exceso de fiscalización” que, según él, ahogaba a la industria vitivinícola.
La decisión, oficializada este martes junto a la disolución o refuncionalización de otros 20 organismos, implica que el INV dejará de ser autárquico para convertirse en una “unidad organizativa” dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, aunque mantendría su nombre. Una jugada que busca reducir la planta de 459 agentes y un presupuesto anual de $12.120 millones que ostentaba hasta ahora el INV, con sede central en Mendoza.
Menos controles del INV, más “libertad”
La piedra angular de la reforma, según detalló Sturzenegger en sus redes sociales, es una drástica reducción de la intervención estatal en las etapas iniciales e intermedias del proceso productivo del vino. “La reforma fundamental es que el INV dejará de ejercer controles obligatorios sobre la propiedad de los viñedos, la cosecha, la elaboración, el fraccionamiento, el transporte”, explicó el ministro.
En cambio, el organismo se concentrará “exclusivamente en el tramo final de la cadena, en la góndola, donde controlará la aptitud para el consumo y que los productos no estén adulterados ni manipulados de forma indebida”. Incluso en este punto, los controles podrán ser realizados por entidades privadas, en un claro giro hacia la desregulación.
MENOS BUROCRACIA PARA LA INDUSTRIA VITIVINICOLA. Mediante el Decreto Delegado 426/25 con firma de @JMilei, @GAFrancosOk, @LuisCaputoAR y @Mariolugones_ar, se transforma el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en una unidad organizativa dependiente de la Secretaría de… pic.twitter.com/oyPWcRSqni
— Fede Sturzenegger (@fedesturze) July 8, 2025
Sturzenegger, conocido como el “hombre de la motosierra” por su rol en el ajuste, argumentó que esta medida saca al INV de una función de “producción” para concentrarlo en el “control del producto, que es lo que realmente importa”. Para el ministro, el punto de inflexión fue la introducción del artículo 24 bis a la ley 14.878 durante el gobierno de Raúl Alfonsín, que “le dio potestad al INV de controlar cualquier cosa”.
Certificaciones optativas y competencia privada
Otro de los puntos centrales de la reforma es la voluntariedad de las certificaciones de origen, añada y varietal. Estas, que hasta ahora eran obligatorias, pasarán a ser opcionales, a disposición de los productores que las requieran. Además, podrán ser emitidas tanto por el propio INV como por entidades privadas.
“Esto obliga al regulador a ejercitar cierta ‘cordura’ que no necesita tener si los productores están obligados a recurrir en exclusiva al ente estatal”, sostuvo Sturzenegger. Y ejemplificó con el caso de Luján de Cuyo, donde la certificación de origen ya es brindada por privados. “Quizás a un vino de menor calidad le alcanza con decir ‘Mendoza’ sin tener que ir por un engorroso trámite de certificación de origen en el INV”, agregó.

No obstante, el ministro aclaró que se mantendrán las certificaciones para exportaciones expedidas por el INV, siempre y cuando sean exigidas por los países de destino.
El lamento de los bodegueros y la promesa de “libertad”
Sturzenegger afirmó haber consultado a “muchos bodegueros” y que “todos, sin excepción, marcaron el excesivo reglamentarismo del organismo que imponía cargas burocráticas, costos, y que dificultaba la innovación y experimentación”. Según el ministro, la complejidad era tal que los productores debían destinar personal exclusivamente a cumplir con los trámites y exigencias del INV.
“Se pone fin a un esquema regulatorio sobredimensionado, oneroso e ineficaz, que durante años perjudicó el desarrollo de una de nuestras principales economías regionales”, sentenció Sturzenegger, cerrando su exposición con el lema libertario: “El vino argentino no necesita más burocracia para crecer. Necesita libertad, reglas claras y eficiencia institucional. ¡VLLC!”.
La medida, que ya genera debate en el sector vitivinícola, busca imprimir un sello de “libertad de mercado” a una de las economías regionales más emblemáticas del país. Resta ver cómo impactará esta profunda reestructuración en la calidad y el prestigio del vino argentino.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today