São Paulo, 28 de julio de 2025 – Total News Agency – TNA– La creciente presencia de China en los puertos de Brasil, liderada por empresas estatales como COFCO, China Merchants Ports Holdings y China Communications Construction Company (CCCC), refuerza su estrategia para asegurar recursos esenciales y plantea preocupaciones sobre la soberanía, la dependencia económica y la seguridad geopolítica del país sudamericano. Estas iniciativas, enmarcadas en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, consolidan el control chino sobre infraestructuras clave para el comercio global, según informes recientes.
COFCO, una de las mayores empresas agroindustriales de China, inauguró recientemente su Terminal de Exportación COFCO (TEC) en el puerto de Santos, el mayor complejo portuario de América Latina. Con una inversión de 302 millones de dólares, este terminal, que estará completamente operativo en 2026, tendrá capacidad para manejar 14 millones de toneladas anuales de granos y azúcar, triplicando la capacidad portuaria de COFCO en Brasil. Esta infraestructura supera a la terminal de la empresa en Rosario, Argentina, que maneja 6 millones de toneladas al año. Además, COFCO destinó 210 millones de dólares a la adquisición de 979 vagones y 23 locomotoras para optimizar el transporte de hasta 4 millones de toneladas de productos agrícolas desde el interior de São Paulo hasta Santos, según reportes de Bloomberg y Canal Rural.
Por su parte, China Merchants Ports Holdings adquirió en 2017 el 90 por ciento de TCP Participações, operadora de la terminal de contenedores del puerto de Paranaguá, el segundo más grande de Brasil. En noviembre de 2024, la empresa firmó una carta de intenciones con Portos do Paraná para ampliar esta terminal, reforzando su posición en el comercio de productos agrícolas, que representaron 60,240 millones de dólares en exportaciones brasileñas a China en 2023, según datos de OFCS. Asimismo, en marzo de 2025, China Merchants anunció la compra de Vast Infraestructura, una terminal privada en el puerto de Açu, capaz de recibir grandes buques petroleros, lo que amplía su alcance en el sector energético.
En el norte de Brasil, CCCC avanza en la construcción del puerto de São Luís, en Maranhão, con una inversión de 700 millones de dólares financiada por el Banco Comercial e Industrial de China, según Dialogue Earth. Este proyecto, junto con otros en la región como el puerto de Chancay en Perú, operado por COSCO, refleja la estrategia china de consolidar su influencia en puertos estratégicos de América Latina, que incluyen 14 terminales con capacidad para albergar buques de guerra, según el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR).
“Los puertos son zonas estratégicas donde debe garantizarse la soberanía nacional, ya que el país es propietario de los terrenos”, afirmó Marcos Pedlowski, profesor de la Universidad Estatal Darcy Ribeiro del Norte de Río de Janeiro, en diálogo con Diálogo. Pedlowski advirtió que la presencia china podría limitar el acceso de organismos gubernamentales a estas instalaciones, afectando la regulación fiscal, laboral y de circulación de mercancías.
La Ley de Inteligencia Nacional de China permite a Pekín recolectar datos sobre carga, buques y actividades portuarias, lo que genera temores sobre la vigilancia de cadenas de suministro y la posible interrupción de envíos en momentos de conflicto, según expertos citados por Estadão. Celso Grisi, profesor de la Universidad de São Paulo, destacó que este control podría incluso facilitar la recopilación de información sobre movimientos de equipo militar.
La dependencia de Brasil de las exportaciones agrícolas y minerales hacia China otorga a Pekín una influencia significativa sobre las infraestructuras del país, incluidos puertos, ferrocarriles y carreteras. “La alineación con China tendrá implicaciones positivas y negativas”, señaló Pedlowski. “El Gobierno brasileño debe actuar estratégicamente, considerando las consecuencias de estas decisiones”.
Con la subasta de 22 terminales portuarias previstas antes de finales de 2025, según The Conversation, la presencia china en Brasil podría intensificarse, lo que exige una vigilancia rigurosa para equilibrar los beneficios económicos con la protección de la soberanía y la seguridad nacional.