Por Reducción Total News Agency
Buenos Aires, 10 de septiembre de 2025 – Total News Agency – TNA--China ha emergido como un actor dominante en el escenario global tras una demostración sin precedentes de su poderío diplomático, militar y económico durante la semana pasada, marcando, según analistas, el ocaso de una era liderada por valores occidentales como la democracia, los derechos humanos y la igualdad ante la ley. La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Pekín, que reunió a 26 líderes mundiales, incluidos el presidente ruso Vladímir Putin y el primer ministro indio Narendra Modi, evidenció la capacidad de China para consolidar alianzas estratégicas frente a un Occidente debilitado por divisiones internas y la ausencia de liderazgo de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump con acciones, por momentos incomprensibles.
El evento diplomático, celebrado en Pekín, marcó un hito en la consolidación de la OCS como un bloque anti-OTAN, con China y Rusia fortaleciendo su cooperación económica y energética. Entre los 22 acuerdos firmados, destaca el compromiso para construir el gasoducto Power of Siberia 2, que transportará 50 mil millones de metros cúbicos de gas al año desde Rusia a China por 30 años a precios preferenciales, además de un aumento en el flujo del ya operativo Power of Siberia 1. La presencia de Modi, cuya visita a China rompió un distanciamiento de siete años, reflejó un giro estratégico de India hacia Pekín, impulsado por los aranceles del 50% impuestos por Trump a Nueva Delhi, aliada tradicional de Washington frente al ascenso chino. Ambos líderes acordaron reactivar el comercio bilateral, flexibilizar permisos para peregrinaciones budistas y fortalecer lazos, en un movimiento percibido como un desafío directo a Estados Unidos.
El desfile militar en la Plaza de Tiananmén, al que asistió el líder norcoreano Kim Jong-un en un tren blindado, proyectó el músculo militar chino con misiles balísticos intercontinentales de capacidad nuclear, drones submarinos, plataformas de guerra electrónica y misiles hipersónicos. El presidente Xi Jinping, en un discurso contundente, planteó una disyuntiva global: “La humanidad debe elegir entre la paz y la guerra, el diálogo o la confrontación, resultados en que todos ganen o un juego de suma cero”. Esta exhibición no solo desafió a Estados Unidos, sino también a sus aliados en Asia, como Taiwán, Japón y Corea del Sur, y a Europa, en un momento de fragilidad política en Occidente.
La ausencia de un liderazgo claro en el mundo libre, agravada por las políticas de Trump, ha facilitado el ascenso chino. En Estados Unidos, Trump ha priorizado medidas como aranceles punitivos a aliados como India, el cambio simbólico del nombre del Departamento de Defensa a “Departamento de Guerra” y un discurso antiinmigrante que incluye propuestas de cárceles con cocodrilos, según reportes de prensa. En Europa, líderes como Emmanuel Macron en Francia y Keir Starmer en el Reino Unido enfrentan crisis de aprobación, mientras que Volodímir Zelenski en Ucrania lucha por recursos para resistir la invasión rusa. Este vacío ha permitido el fortalecimiento de líderes autoritarios como Viktor Orban, Marine Le Pen, Nayib Bukele y Daniel Ortega, quienes cuestionan los principios democráticos.
La reunión de la OCS también reflejó el realineamiento de India, que, tras tensiones con Washington y un reciente enfrentamiento con Pakistán –aliado de China–, busca un equilibrio estratégico. La decisión de Trump de recibir al jefe del ejército paquistaní, proveedor de armamento chino, exacerbó las tensiones con Nueva Delhi. En este contexto, China capitaliza la oportunidad para posicionarse como el nuevo epicentro del orden mundial, desafiando el liderazgo tradicional de Estados Unidos y promoviendo un modelo donde cualquier régimen político es válido, en detrimento de valores como la separación de poderes y los derechos humanos.
El impacto de estas dinámicas se extiende a América Latina, donde líderes como Claudia Sheinbaum en México y Gustavo Petro en Colombia son señalados por su cercanía a posturas que desafían el liberalismo occidental. Mientras Washington pierde autoridad moral y Pekín refuerza su red de alianzas, el siglo XXI parece configurarse bajo la creciente hegemonía china, respaldada por su capacidad militar y económica.