Nuestros principales políticos, especialmente los más exitosos, suelen creer que, por el simple hecho de haber ganado una elección, ya saben de política. Error.
Una de las cosas más gratificantes que tiene el hecho de seguir de cerca lo que dicen, hacen y piensan los grandes dirigentes políticos es el caudal de ideas y opiniones que expresan invitándonos a pensar y a reflexionar sobre cosas más profundas y complejas. Eso eleva nuestra cultura, enriquece el conocimiento y finalmente nos hace tener una mirada del mundo y de la condición humana más amplia, con perspectiva histórica y una mayor proyección de futuro. Así es en Noruega.
Acá en la Argentina no se da porque tenemos que lidiar con muchos políticos que todavía comen con la boca abierta.
¿De qué hablamos cuando decimos que comen con la boca abierta? En algunos casos es literal. En otros es metafórico: desconocen el ABC del pasado y del presente político, tanto nacional como internacional. Son absolutamente rudimentarios e incapaces de expresar una sola idea novedosa o algo que nos haga pensar. Siempre diciendo obviedades. Nada que no se nos haya ocurrido antes o que uno ya no sepa por el solo hecho de haber leído el diario. La decadencia del país es la mejor prueba.
Esto obliga a quienes venimos leyendo los diarios desde que el General Lanusse le entregó el gobierno a Cámpora a explicarles a nuestros gobernantes de qué se trata la cosa. El problema que enfrentamos es que habitualmente no son muy de escuchar.
Muchos de nuestros principales políticos, especialmente los más exitosos, suelen creer que, por el simple hecho de haber ganado una elección, ya saben de política. Error. La historia nos ha demostrado que cualquier inútil puede ganar una elección y no por eso saber gobernar.
¿Ejemplos? El que usted prefiera, amigo lector. Para agilizar el debate simplemente pensemos en el inolvidable Alberto Fernández. Su incapacidad para ejercer el cargo de presidente es una de las pocas cosas en la que todos estamos de acuerdo, desde las Fuerzas del Cielo hasta La Cámpora. De alguna manera, podríamos decir que este muchacho ha logrado sortear la grieta y unir a todos los argentinos.
Volviendo al punto, además de autopercibirse como políticos de gran estatura, nuestros gobernantes suelen verse a sí mismos como héroes de la Patria que vienen a cambiarlo todo. O sea, no saben nada y encima se creen elegidos para salvarnos. Estamos en problemas.
Bajemos toda esta perorata a la Tierra y tratemos de no enojarnos. Con independencia de lo que cada uno piense o de la posición política de cada lector, cabe decir que ni Néstor ni Cristina ni Macri estaban preparados para presidir el país. El hecho de que hayan llegado a hacerlo no quiere decir nada. En todo caso, aplauso, medalla, beso, busto en el Salón Blanco y a otra cosa mariposa. Lamentamos mucho si en algún caso también tocó tobillera. La hubiera pensado antes de sacar los dedos de la lata sin pasarle una franelita para limpiar las huellas digitales.
Para los que defienden a Néstor, Cristina y el Topo sepan reconocer que recibieron un país con un dólar que valía 3 pesitos y lo entregaron a 1.000 mangos, con todo lo que eso significa. No hay mucho para discutir. No fue magia ni mala suerte.
Para los que defienden al gobierno de Macri recordemos que el Gato fue elegido para liberarnos de la esclavitud kirchnerista. Nos paseó por el desierto los 4 años que duró el mandato pero, a diferencia de Moisés, en lugar de llevarnos a la Tierra Prometida nos dejó otra vez en Egipto, al pie de la pirámide y con el faraón esperándonos látigo en mano.
Hoy el problema sigue siendo el mismo pero con otro nombre: Javier Gerardo Milei. ¿Qué capacidades tiene este nuevo estadista? Menos averigua Dios y perdona.
En cualquier caso se trata de ver cómo lo ayudamos sabiendo que una de las dificultades más evidentes es que el tipo no se deja.
Como era de prever, Milei acaba de perder las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires. Un golpe que no hubiera significado nada sino fuera que él mismo se ocupó de instalar que esa contienda electoral era muy importante y decidió nacionalizarla.
Para colmo, como viene pasando desde el primer día con Milei y su gente, suelen cometer el pecado de gritar los goles antes de que la pelota entre. Todavía no ganaron nada y ya se autoperciben el mejor gobierno de la historia. Gritaron “comprá campeón” y les vaciaron las pocas reservas que tenían.
Tanto anunciar el último clavo en el cajón, tanto zurdo, tanto mandril y al final les dejaron el upite a la miseria.
Como si todo esto fuera poco, lo primero que dijo Luis Caputo, el mejor ministro de economía de la historia, después de conocerse el resultado fue “es esto o el comunismo”. Justo lo que estaban esperando escuchar los inversores. ¿Para qué arriesgar la guita en un país cuyo gobierno acaba de perder una elección y dice que si no gana la próxima se viene el comunismo? Otra prueba de que esta gente come con la boca abierta. Apostaría que eructan en la mesa. Alguien les tiene que enseñar antes de que sea demasiado tarde.
Todavía están a tiempo de darla vuelta. Solo es cuestión de leer bien la realidad y escuchar a los que saben. No es el caso de esta columna pero alguno que sepa debe haber.
El primer error garrafal que viene cometiendo el gobierno desde el primer día es suponer que los 6 millones de votos que el PRO le aportó en el ballotage de 2023 ya le pertenecen a LLA. Analicemos.
En las elecciones del domingo pasado el kirchnerismo bonaerense sacó más o menos la misma cantidad de votos que había sacado en las de 2023 (4 palos aprox). O sea, la cantidad de gente que piensa que lo de Lázaro Báez no es para tanto sigue siendo la misma.
En cambio la suma de LLA y PRO perdió 2 millones de votos con respecto a 2023. Obviamente, a juzgar por los números, no se mudaron al peronismo. Simplemente se quedaron en sus casas mirando tele o haciendo cualquier cosa con tal de joder a un gobierno que les pide sangre, sudor y lágrimas pero después los insultan y los tratan de mandriles o de ñoños republicanos. O maltratan a su referente más importante que todavía sigue siendo Macri. O no encuentran la manera de refutar el famoso 3% que ya es tendencia.
Cuando Patricia Bullrich se mudó del PRO al gobierno de Milei se llevó la ropa, los muebles, todas las diapositivas de su paso por otros espacios políticos y las películas en super 8, pero los 6 millones de votos que sacó en 2023 no estaban en los canastos. Si Milei, Karina o las Fuerzas del Cielo creyeron que ya se habían apropiado de los votos de JxC están mucho más locos de lo que suponíamos.
Con cuatro tuiteros insultando a todo el mundo, la economía en manos de dos tipos que serán geniales pero que ya fracasaron en gobiernos anteriores (Caputo y Sturzenegger), un empleado de Durán Barba como estratega (el otro Caputo), dos cavernícolas como ideólogos (Laje y Márquez), un puñado de diputadas tan divertidas como papeloneras y una hermana como Jefa Suprema no van a llegar a ningún lado. ¿Cómo no se avivan?
Pedí ayuda Javi. Está lleno de gente seria y preparada siempre dispuesta a enseñarte a comer con la boca cerrada.
No es tan difícil. El que avisa no traiciona.