Londres, 27 de septiembre de 2025 – Total News Agency-TNA –Un análisis del Royal United Services Institute (RUSI) basado en documentos filtrados por el grupo hacktivista Black Moon concluye que Moscú ha acordado vender equipamiento y brindar formación a fuerzas chinas para dotarlas de capacidades aerotransportadas avanzadas, que —si se combinaran con una decisión política de Pekín— podrían facilitar un intento de invasión a Taiwán.
Qué revelan los documentos
Las casi 800 páginas revisadas por RUSI incluyen contratos, listas de material y actas de reuniones bilaterales en las que Rusia propone suministrar sistemas de paracaídas de gran altitud (capaces de lanzar cargas de hasta 190 kilogramos desde alturas extremas), vehículos ligeros anfibios, piezas de artillería antitanque autopropulsadas y blindados de transporte para unidades aerotransportadas. Los documentos mencionan además la provisión de entrenamiento y de procedimientos de mando y control.
Alcance operativo y riesgos
El informe advierte que la capacidad de lanzar cargas desde 8.000 metros permitiría a grupos de fuerzas especiales o a equipos de apoyo infiltrarse a decenas de kilómetros de su punto de lanzamiento, con la posibilidad de desplegar vehículos ligeros sobre áreas vulnerables —como campos de golf próximos a puertos o aeródromos— para abrir corredores a las fuerzas de desembarco. RUSI estima que ese acceso a tecnología y procedimientos rusos podría acortar el aprendizaje operativo chino en 10-15 años.
Montos y material citados
Entre el material aludido en las filtraciones figuran decenas de vehículos anfibios ligeros, transportes blindados aerotransportados y cañones antitanque, por un paquete cuyo importe aparece en distintas cifras según las fuentes y documentos (las estimaciones públicas oscilan, según el resumen analizado, en torno a cientos de millones de dólares). RUSI y medios asociados subrayan, no obstante, que los papeles muestran ofertas y calendarios de entrega, pero no prueban públicamente que China ya haya pagado o recibido todo el equipo.
Motivaciones y contexto geopolítico
Analistas consultados para el informe señalan que Rusia busca convertirse en proveedor militar de Pekín para financiar su esfuerzo en Ucrania y obtener ventaja geopolítica, y que al mismo tiempo la cooperación militar podría introducir un dilema estratégico para Washington al tensar su atención entre Europa y el Indo-Pacífico. Desde el punto de vista chino, la asistencia rusa cubriría vacíos prácticos: experiencia en combate aerotransportado y procedimientos de despliegue que la PLA no ha probado en conflicto real.
Limitaciones de la información
Los documentos analizados no mencionan explícitamente a Taiwán como objetivo, y las fuentes académicas y periodísticas insisten en que no existe evidencia pública irrefutable de que Pekín haya recibido o desplegado todavía el material. Además, expertos recuerdan que disponer de tecnología no garantiza el éxito operativo: en un hipotético intento contra Taiwán, el mayor desafío sería suprimir las defensas aéreas y marítimas taiwanesas y aterrizar y sostener fuerzas suficientes antes de la movilización local o la intervención de aliados.
Implicaciones para la región
Si la colaboración se confirma y se materializa, advierten los analistas, el calendario para una potencial acción coercitiva china podría acelerarse —la comunidad occidental ha señalado 2027 como un horizonte plausible para que Pekín alcance capacidades completas— y cambiarían los parámetros de disuasión en el Indo-Pacífico. No obstante, varias voces consultadas piden cautela: la filtración muestra ofertas y propuestas, no un plan ejecutado ni una declaración de intención irrevocable por parte de Pekín.
El informe de RUSI y las filtraciones de Black Moon plantean una alerta seria: la combinación de transferencia de equipo, entrenamiento y procedimientos podría acelerar la maduración de capacidades aerotransportadas chinas que, en el peor de los escenarios, facilitarían operaciones de infiltración y asalto profundo. Pero la distancia entre los papeles y una operación real sigue siendo notable: hacen falta pruebas de entrega, integración operacional y, sobre todo, una decisión política de alto nivel en Pekín para intentar una acción de esa magnitud.