Buenos Aires, 2 de octubre de 2025 — Total News Agency – TNA –El Fondo Monetario Internacional reclamó al Gobierno argentino que construya un consenso político más amplio para sostener el programa de reformas, al tiempo que Estados Unidos ratificó su apoyo financiero a través de una línea de swap. Sin embargo, el oficialismo de Javier Milei mantiene una estrategia cerrada: evita abrir canales de negociación con la oposición, lo que refleja la tensión política que rodea al plan económico.
Llamado del FMI a construir consenso
La vocera del organismo, Julie Kozack, advirtió que el éxito del programa dependerá de “un amplio apoyo político” que garantice la implementación de las reformas y fortalezca la confianza de los mercados. También remarcó que reducir la inflación exigirá “compromiso inquebrantable con el ancla fiscal, acompañado de una política monetaria consistente y un marco cambiario orientado a la acumulación de reservas”.
A pesar de esta exhortación, el Gobierno argentino ha descartado por ahora un diálogo estructurado con las fuerzas opositoras. El oficialismo busca mostrar disciplina interna y transmitir solvencia económica con respaldo externo, pero sin sentarse a negociar con los bloques mayoritarios del Congreso, donde la presión política se intensifica de cara a las elecciones.
Respaldo estadounidense y aclaraciones
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ratificó en las últimas horas que Washington no desembolsará dinero en efectivo sino que habilitará una línea de swap. “No estamos poniendo dinero en la Argentina, le estamos dando una línea de swap”, declaró. Además, confirmó que el equipo económico argentino viajará en los próximos días a Washington para avanzar en las discusiones.
Futuro inmediato
La Casa Rosada apuesta a que el apoyo estadounidense y la cobertura del FMI permitan contener la volatilidad cambiaria sin depender de acuerdos políticos internos. Pero la distancia con la oposición expone un flanco débil: mientras se multiplica la presión social y parlamentaria, el Gobierno prefiere sostenerse en la palabra de Washington y en los gestos de organismos multilaterales, más que en la construcción de consensos locales.