Madrid, 4 de octubre de 2025 – Total News Agency-TNA-Lo que comenzó como un caso más de colaboración internacional terminó convirtiéndose en una historia con final feliz. El 10 de agosto, la Policía Judicial española recibió una alerta proveniente de Polonia: una mujer llamada Krystyna Marcelina Sikorska, de 35 años, había desaparecido tras viajar a España sin informar a su familia. Desde ese momento, el Grupo de Desaparecidos inició una investigación que se extendió durante semanas y que exigió el análisis meticuloso de cámaras, registros hoteleros y movimientos bancarios.
Los datos iniciales eran escasos. Se sabía que Sikorska había aterrizado en Madrid el 8 de junio y que tenía planeado asistir a una fiesta en Málaga. Las pesquisas confirmaron su paso por un hotel céntrico de la capital, donde prolongó su estancia y dejó parte de sus pertenencias, incluso una maleta con ropa nueva, antes de desaparecer sin dejar rastro.
Rastros, cámaras y una pista decisiva
Los agentes reconstruyeron su recorrido a través de grabaciones de seguridad. Descubrieron que la mujer había tomado un autobús urbano y que fue vista por última vez en el barrio madrileño de Hortaleza, concretamente frente a un estanco en la calle Valdetorres del Jarama. Ni el personal del local ni los vecinos recordaban nada inusual.
En paralelo, los investigadores analizaron su actividad bancaria y telefónica. El último movimiento de dinero databa del 10 de agosto y la última llamada del día anterior. Su teléfono permanecía apagado desde entonces. Se revisaron registros hospitalarios y del servicio de emergencias: el mismo día 10 había sido atendida por un desmayo, pero fue dada de alta sin mayores complicaciones. Luego, la pista se evaporó.
Ante la falta de resultados, la Policía difundió su imagen y datos a través del Centro Nacional de Desaparecidos y las redes oficiales el 17 de septiembre, apelando a la colaboración ciudadana.
Una llamada y el reencuentro
La respuesta no tardó en llegar. Al día siguiente, una vecina de Carabanchel, identificada como Susana, llamó a la comisaría asegurando haber reconocido a la mujer en una persona que dormía en la calle del Toboso. Una patrulla acudió al lugar y confirmó la identidad: era Krystyna Marcelina Sikorska, a más de 15 kilómetros de donde se la había visto por última vez.
Los servicios del Samur constataron que estaba en buen estado físico, aunque presentaba confusión mental. Acompañada por agentes, fue trasladada al complejo policial de Canillas, donde manifestó no querer regresar a Polonia. Finalmente, fue acogida por familiares residentes en España.
Solidaridad y oportunidad
Durante los días de su desaparición, vecinos del barrio la habían ayudado con ropa y alimentos, recomendándole incluso zonas más seguras donde dormir. La combinación de solidaridad ciudadana y persistencia policial permitió resolver un caso que, por sus características, pudo haber terminado de otro modo.
El hallazgo de Krystyna Marcelina recordó la importancia del trabajo constante del Grupo de Desaparecidos y el impacto que puede tener una sola llamada en el desenlace de una historia.