Por Daniel Romero
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Brasil tenía mucho potencial… pero también muchas trabas. Su economía seguía muy centrada en el café, la industria aún daba los primeros pasos, y contaba con cuellos de botella importantes: redes de energía débiles, transporte interno poco desarrollado, falta de bienes de capital.
Entonces EE.UU. intervino, sí —pero no como “un regalo”. Argentina recibe en la actualidad un fuerte apoyo de Estados Unidos en un contexto geopolítico comparable con el que le brindo Estados Unidos a Brasil en los 50. Hay diferencias, sí, pero no tantas. La Unión no invadió ni gobernó Brasil como quienes nos llevaron al desastre aducen hoy pasará con nuestro país. Creo que desde el ejemplo brasileño se deberia explicar el camino que hoy emprende Argentina.
Aquel también fue un movimiento geopolítico, estratégico: había que contener el comunismo, asegurar aliados en la Guerra Fría, y Brasil había estado del lado correcto durante la Segunda Guerra con el envio de una brigada de su ejercito a la contienda, comenzaba la guerra fría y continuo siendo aliado de Occidente. Brasil firmó con EE.UU. asistencia técnica del Point Four Program y mucho más: créditos, inversión extranjera, ayuda para infraestructura, industria pesada.
Por ejemplo, el Export‑Import Bank (Eximbank) aprobó en 1940 un crédito de US$ 25 millones para la acería de Volta Redonda, que se convirtió en un símbolo de la industrialización brasileña. Luego, en los años cincuenta, Brasil lanzó su famoso “Plano de Metas” (1956-60), con la construcción de la nueva capital Brasília, grandes autopistas, industria automotriz… Todo con una palanca pesada: recursos internos, inversión extranjera, apoyo internacional. Llego la industria hotelera que sería el puntapié inicial para el desarrollo del turismo y en los 60 se convertía en el paseo obligado de los estadounidenses.
El resultado: entre 1951 y 1963, Brasil creció a un ritmo promedio anual del PIB de ~6,9 % y del PIB per cápita de ~3,9 %. Esa inyección de energía, infraestructura y visión cambió al país.
Argentina 2025: ¿un momento parecido para dar el salto?
Ahora bien: cambiamos de escenario —y de década—: Argentina en 2025 se encuentra en un momento peculiar. Ha firmado con EE.UU. un acuerdo de US$ 20.000 millones de swap monetario para reforzar reservas y estabilizar el tipo de cambio.
Pero además, y esto es clave, ese apoyo no se queda solo en la línea de swap: EE.UU. y bancos privados están trabajando en otro paquete de US$ 20.000 millones de inversiones y financiamiento para Argentina, lo que en total podría llevar la cifra de respaldo a ~US$ 40.000 millones.
El gobierno de Donald Trump anuncio qué planea destinar 20,000 millones de dólares adicionales para Argentina, mediante una combinación de recursos provenientes de fondos soberanos y capital privado.
“Estamos desarrollando una línea de crédito por 20,000 millones de dólares que se sumaría a nuestra línea de crédito existente, involucrando a bancos privados y fondos soberanos [gestionados por gobiernos para invertir recursos estatales], con un enfoque principal en el mercado de deuda”, explicó el miércoles el secretario del Tesoro, Scott Bessent, a la prensa. Describió esta iniciativa como una “solución impulsada por el sector privado” y destacó que “numerosos bancos y fondos soberanos han mostrado interés en participar”.
Esto es más que liquidez inmediata: es una señal de que Argentina podría estar siendo señalada para una fase de crecimiento e inversión estructural. Y si recordamos la historia de Argentina —industrial, exportadora, con empresas, con el famoso avión a reacción Pulqui de los años 50— vemos que tiene las capacidades, que solo deberían reactivarse.

La comparación: Brasil años 50 vs Argentina hoy
Lo que se parece
- En ambos casos EE.UU. actúa con un motivo geopolítico: apoyar aliados, contener influencias contrarias, asegurar su área de influencia.
- En Brasil era “desarrollo como contención” para la Guerra Fría. En Argentina es “respaldo para modelo de libre mercado” y contener la fuerte influencia china en una región donde EE.UU. busca reafirmarse.
- Ambos reciben una inyección de apoyo externo (en Brasil: créditos + asistencia técnica + IED; en Argentina: swap monetario + promesa de inversión privada).
- Ambos tienen un momento de inflexión: Brasil lanzaba su “industrialización profunda”; Argentina hoy puede relanzarse tras años de estancamiento.
- En cada caso se consideran sectores estratégicos: infraestructura, energía, industria, transporte, inversión extranjera que genera bienes de capital.
Lo que es diferente (y lo que Argentina debe atender)
- Brasil partía de una industrialización incipiente: había mucho espacio para crecer desde atrás. Argentina ya fue una potencia regional y hoy tiene que recuperar terreno.
- En Brasil la ayuda se tradujo en inversión productiva directa y en creación de instituciones (como el BNDE). En Argentina, por ahora, es más liquidez y promesa, aunque muy firme; la transformación real depende de qué tan rápido broten las inversiones en industria, infraestructura, transporte. Esto dará trabajo y reactivación.
- Argentina arrastra inflación, tipo de cambio volátil, crisis recurrentes: en Brasil esos problemas existían, pero quizá con menor grado.
Por qué Argentina está ante una oportunidad única
Imaginemos esto juntos: Argentina podría apalancar este respaldo externo como Brasil lo hizo entonces —pero con ventaja: ya tiene historia, capacidad industrial, recursos naturales, talento. Si logra que buena parte de los US$ 40.000 millones de apoyo se traduzcan en inversiones reales en infraestructura, energía, industria, transporte… ahí nacen las condiciones para un nuevo ciclo de crecimiento.
Pensemos que Argentina, en otro tiempo, exportaba muchísimo, tenía desarrollo de energía nuclear, industria pesada, investigación aeronáutica (el Pulqui) y podía competir. Hoy ese motor está apagado. Pero si vuelve a arrancar con combustión externa + articula un plan interno serio, el salto podría ser gigantesco.
El acuerdo con EE.UU. marca la llave: liquidez, respaldo, visibilidad internacional. ¿Qué hará Argentina con esa llave? Eso define todo. Aquí es donde hace falta un gran acuerdo nacional con quienes realmente buscan el crecimiento. Reformar leyes laborales y la educación será imprescindible.
Qué debe hacer Argentina para que no se quede en promesa
- Tener una visión estratégica clara: definir sectores prioritarios (energía renovable, transporte, industria automotriz/bienes durables, minería, infraestructura) y canales concretos para inversión externa.
- Fortalecer instituciones: seguridad jurídica, marcos regulatorios, facilidades para inversión extranjera, banca de desarrollo, planificación a largo plazo. Brasil creó el BNDE en 1952 para ejecutar su plan.
- Traducir liquidez en inversión productiva: que los fondos no se queden solo en estabilización financiera, sino en concreto, en fábricas, autopistas, redes de energía, etc.
- Manejar riesgos: deuda externa, inflación, dependencia de capital externo. El crecimiento debe ser sostenido, no solo exuberante y luego caer.
- Mantener coherencia política y social: que el plan tenga respaldo, que no haya desbandes, que la sociedad entienda lo que se está construyendo. Saber comunicar, otro desafío.
- Un verdadero e imprescindible programa de seguridad e inteligencia que brinde confianza a inversores, en momentos de crimen organizado y violencia. Las Fuerzas Armadas deben tener tener su lugar preponderante.
Por eso…
Argentina tiene ante sí un momento que podríamos llamar de “latencia creativa”: un respaldo externo potente, una oportunidad de relanzarse, una ventana que no siempre aparece. Comparable al Brasil de los años cincuenta, podría ser el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento estructural.
Pero como Brasil entonces, no basta con que EE.UU. ponga los dólares o el respaldo político: lo hace Argentina poniéndose al volante, apostando a sí misma, modernizando su infraestructura, industria, sistema productivo.
Si lo hace, podrá decir: “Sí, este apoyo no fue solo un préstamo o un swap; fue el trampolín de una nueva etapa”. Y será algo monumental.
Y si no lo hace… la oportunidad se desvanecerá como muchas en su historia.

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