Con un ojo mirando al cielo y el otro al suelo. Así están los aficionados a la micología estos días, ya que, después de comprobar cómo, bien avanzado octubre, llegaban las lluvias, han podido bajar la vista en busca de las primeras fructificaciones en forma de setas y hongos. Porque, aunque «tardía», la campaña de otoño –la principal, aunque no exclusiva del año– ya está aquí. Eso sí, de forma dispar a lo largo y ancho de un territorio tan extenso y variopinto orográficamente como Castilla y León.
Hay puntos de las provincias de Salamanca y Zamora en los que «ya hay fructificaciones, incluso de boletus edulis –una especie que se suele resistir más–». Eso sí, «de forma muy tímida y puntual», precisan, aunque suficiente para alentar los ánimos de los aficionados, que ya no dan por «perdida» la campaña, como sí lo veían hace unas semanas. Se nota en la expedición de permisos en los cotos regulados. Esta semana ya va a un «ritmo más típico» tras un arranque de otoño «parado». «Se ha reactivado con las lluvias», señala Rubio. Hasta el punto de que se han «duplicado». «La gente tiene ganas de salir con la cesta», añade. «Incluso para no coger nada», lo que demuestra la «concienciación» sobre el uso regulado del monte, valoran desde el programa de Micología de Castilla y León, promovido por la Junta, diputaciones y más de 320 municipios, que busca optimizar la gestión y la valorización del recurso micológico, con más de 300.000 hectáreas acogidas al mismo.
«Septiembre, o lleva los puentes o seca las fuentes», apunta, tirando de refranero popular, el doctor en Botánica y miembro de la Federación de Asociaciones Micológicas de Castilla y León, José Manuel Velasco. Y este año, añade, ha sido el de no ver caer una gota durante meses. Así que ya asumían, como han comprobado, que «octubre ha sido muy malo». «Ahora las perspectivas son mejores», añade el también vicepresidente de la asociación Lazarillo, de Salamanca, que en las jornadas micológicas celebradas en la provincia salieron «y no vimos ni una seta», cuando otros años, a estas alturas, ya encontraban variedad. Pero, apostilla, el lunes anterior, en su cita semanal, lograron reunir «30 especies».
Hace los cálculos: desde que llueve, el micelio tarda en despertar unos «diez o quince días», así que para el siguiente fin de semana confían en que «haya setas». Para esa fecha también tienen previstas sus jornadas en la calle, en la capital charra, en las que han llegado a reunir 300 especies. «Este año me conformo con 150 o 200», dice Velasco. Son «conscientes» de que dependen de la meteorología «y que hay años buenos y malos». Y si 2024 «fue brutal», como recuerda también Roberto Rubio con un toque de emoción en la voz, la de 2025 «no será una gran campaña».
Por mucho que fructifique, ya «se ha retrasado mucho». La parte positiva es que la llegada de las ansiadas lluvias está acompañada de «temperaturas no frías», de modo que, «mientras no hiele, empezarán a aflorar poco a poco». Incluso, confía Roberto, de mantenerse los termómetros por encima de los cero grados, puede ser hasta «buena» en el caso del níscalo (Lactarius deliciosus) en zonas de pinares llanos de Valladolid y Segovia, donde se puede alargar hasta entrado diciembre. De hecho, en los montes segovianos noviembre se estrenaba con los aficionados luciendo sus primeras «capturas» de esta apreciada seta naranja.
«Aunque corta y tardía, esperamos que haya campaña», inciden desde Micocyl, aunque no en toda la comunidad brotará por igual. Hay zonas más al sur, como Gredos, en las que «se está resistiendo». En el recuerdo, el también «tardío» 2003-2004 fue «bastante malo», hasta el punto de tener casi que suspender sus jornadas micológicas en Salamanca porque no había setas ni hongos que mostrar, rememora Juan Manuel Velasco.
Precios más altos
Champiñones, setas de cardo, parasoles, senderillas… Las más propias de praderas son las primeras que se prevé que se generalicen esta temporada, aunque sin grandes producciones. Y eso no sólo lo notarán los aficionados a salir al monte, sino también los amantes de la gastronomía micológica. En las fruterías es raro encontrar estos productos y, cuando lleguen, aventura Velasco, su precio será mayor: hasta 40 euros el kilo de boletus o 20 el de níscalos, debido a que la producción será menor.
Libres del fuego, pero sin producción
«Cantidades mínimas. Ni para cubrir gastos». Es lo que por ahora están recolectando en Hondesa (Hongos de Sanabria), una de las empresas dedicadas en Castilla y León –donde estos productos hasta tienen sello de garantía– a la comercialización de hongos. «No perdemos la esperanza», señala Cristina, confiada en que las lluvias y las temperaturas permitan salvar la campaña, después de haber visto cómo los fuegos del pasado verano en esta zona de la provincia, tan castigada, no afectaron a su espacio de recolección.
Pero de materia prima para nutrir su catálogo de setas frescas, congeladas, deshidratadas o en conserva, entre poco y nada, lo que repercute en que los habituales contratos de temporada no se han firmado. Se mantienen porque también se dedican a la castaña. Aunque «no» es una campaña buena, les da «para irse defendiendo».
Castilla y León atesora una gran diversidad de hongos silvestres: más de 2.700 especies catalogadas que brotan en las 4,5 millones de hectáreas consideradas productoras, de las que 1,5 millones son montes «de gran aptitud». Aunque no todas se llegan a recolectar ni todos los años la producción es igual, los datos de Micocyl estiman que llegan a darse 31.500 toneladas de setas, de las que tan sólo se aprovecharía el 14 por ciento, lo que prueba el «enorme potencial» de este sector, cada vez con más aficionados y actividades relacionadas con la micología.
Fuente: ABC

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