Jerusalén, 19 noviembre 2025-Total News Agency-TNA-.Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron este miércoles una serie de ataques aéreos contra objetivos de Hamás en la Franja de Gaza, en respuesta a un tiroteo del grupo islamista contra tropas israelíes en el sector de Khan Younis. El incidente, que no dejó heridos en las filas militares israelíes, ocurrió en la zona oriental de la Línea Amarilla –una franja bajo control israelí y sujeta al frágil alto el fuego vigente desde el 10 de octubre–, y fue calificado por las FDI como una “clara violación” del acuerdo mediado por Estados Unidos y Qatar. La ofensiva aérea, que incluyó bombardeos en el norte y sur del enclave, elevó a 22 el número de muertos palestinos según la Defensa Civil de Gaza, en un día que reaviva temores de escalada en un conflicto que ha cobrado más de 42.000 vidas desde octubre de 2023.
El comunicado oficial de las FDI, difundido en X (antes Twitter), detalló que los disparos de Hamás se produjeron alrededor de las 09:00 hora local, en un puesto de observación cerca de la frontera. “Esta agresión flagrante del terrorismo de Hamás socava los esfuerzos por la estabilidad y justifica nuestra respuesta proporcional para neutralizar amenazas”, afirmó el portavoz militar, el teniente coronel Olivier Rafowicz. Los ataques israelíes se concentraron en posiciones de lanzamiento de cohetes en el barrio de Shujaiya, al este de Gaza Ciudad, y en la costa de Rafah, donde buques de la Armada dispararon hacia objetivos marítimos. Fuentes de la ONU reportaron daños en dos escuelas convertidas en refugios y un hospital de campaña, con al menos 60 heridos, mayoritariamente civiles.
Este episodio no es aislado: desde la entrada en vigor del alto el fuego –que incluyó la liberación de 150 rehenes israelíes y la entrada de 500 camiones de ayuda diaria–, ambas partes se han acusado mutuamente de al menos 400 violaciones menores, según un conteo de la ONU hasta el 18 de noviembre. Israel ha realizado 393 incursiones terrestres y aéreas, alegando destrucción de túneles de Hamás, mientras el grupo palestino denuncia 120 ataques israelíes como “provocaciones sistemáticas”. El sábado pasado, la artillería israelí bombardeó las afueras de Shujaiya y Rafah, matando a ocho personas según Wafa, la agencia oficial palestina, en lo que Jerusalén justificó como “medidas preventivas” ante inteligencia de un posible atentado.
La escalada coincide con avances diplomáticos en Nueva York: el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el lunes la Resolución 2803 (2025), un texto redactado por Estados Unidos que endorsa el plan de 20 puntos propuesto por el presidente Donald Trump para la reconstrucción de Gaza. La votación, con 13 a favor y abstenciones de China y Rusia, establece una Fuerza de Seguridad Internacional (ISF, por sus siglas en inglés) hasta diciembre de 2027, con mandato para custodiar las fronteras de Gaza con Israel y Egipto, proteger corredores humanitarios y capacitar a una nueva policía palestina desmilitarizada. El embajador estadounidense, Mike Waltz, celebró el consenso como “un paso hacia un Gaza próspero y seguro, que niega a Hamás la chance de resurgir”.
El plan trumpiano, revelado en octubre durante la campaña electoral, prioriza la “desnazificación” de Gaza mediante la disolución de Hamás, la supervisión saudí-qatarí de la reconstrucción y un fondo de 100.000 millones de dólares para vivienda y empleo, financiado por donantes del Golfo. Incluye la reasentamiento temporal de 500.000 palestinos en Egipto y Jordania, y la creación de una “zona de seguridad” israelí de 10 km en el norte de Gaza. Críticos como el representante palestino Riyad Mansour, ausente en la sesión, lo tildaron de “imposición colonial”, argumentando que ignora la autodeterminación palestina y legitima la ocupación. Hamás rechazó el texto como “tutela humillante”, mientras Irán y Hezbollah lo condenaron en Teherán como “conspiración sionista”.
En Israel, el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien visitó tropas en los Altos del Golán el lunes tras la caída de Bashar al-Assad en Siria, respaldó la resolución como “garantía de paz duradera”. Sin embargo, ministros ultraderechistas como Itamar Ben-Gvir exigieron “respuestas más duras” a Hamás, clamoreando por reanudar la ofensiva total. En Washington, Trump –reelecto en noviembre– la presentó como “mi legado en Medio Oriente”, alineada con su Abraham Accords de 2020. La Casa Blanca estima que la ISF, liderada por fuerzas de la OTAN y Arabia Saudita, desplegará 5.000 efectivos en 90 días, con veto israelí sobre reclutamiento palestino.
En Gaza, la respuesta fue de furia contenida: miles protestaron en Jabalia contra la resolución, quemando banderas estadounidenses, mientras la ONU advierte de un “invierno humanitario” con 1,9 millones de desplazados y hambruna inminente en el norte. Qatar, mediador clave, urgió “restricción” a ambas partes, mientras Egipto refuerza su frontera con 10.000 tropas ante temores de infiltrados de Hamás. Analistas como Aaron David Miller del Carnegie Endowment ven en esta dinámica un “alto el fuego condicional”: Israel gana tiempo para demoler infraestructura de Hamás, mientras Trump pavimenta un “Gaza 2.0” que podría aislar a Irán.
El tiroteo de Khan Younis, en una zona donde las FDI mantienen un corredor de seguridad de 1 km, ilustra la fragilidad del pacto: negociado tras 13 meses de guerra que devastaron Gaza, incluye fases de canje de rehenes por prisioneros y reconstrucción por 50.000 millones de dólares. Pero con 101 israelíes aún cautivos y 10.000 combatientes de Hamás estimados en el enclave, la paz pende de un hilo. Mientras aviones Apache surcan el cielo gazatí, la resolución de la ONU ofrece un mapa, pero no una brújula: ¿será el fin de Hamás o el preludio de una intifada renovada?

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