De una España gris y temerosa de volver a los tiempos anteriores a un país con una democracia consolidada, abierta a Europa y al mundo y con una Corona consolidada a pesar de algunas turbulencias durante las últimas cinco décadas. Estos son algunos de los hitos de estos años.22 de noviembre de 1975 Proclamación de Don Juan CarlosDos días después de la muerte del dictador, a las 12.30 horas, el Príncipe Juan Carlos se presentaba ante las Cortes franquistas para ser proclamado Rey de España. Un discurso esperado tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. El nuevo jefe del Estado ofreció las primeras pinceladas de los nuevos tiempos que llegaban al país. «La institución que personificó integra a todos los españoles. Y hoy, a esta hora trascendental, os convoco porque a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España. Que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional», explicó el nuevo Monarca ante los procuradores del régimen. Un día histórico para España Juan Carlos I fue proclamado el 22 de noviembre de 1975. En los fastos, se dirigió a las Cortes para marcar el inicio del cambio político en el país. Acudieron numerosas delegaciones internacionales, entre ellos el Rey Hussein de Jordania, Rainiero de Mónaco, Augusto Pinochet o Imelda Marcos, primera dama de FilipinasMuchos de ellos no sospechaban que el cambio político estaba próximo y que Juan Carlos I estaba decidido a cerrar una época de la historia de España para comenzar una era marcada por la consolidación de las libertades. «Hoy comienza una nueva etapa de la historia de España. Esta etapa que hemos de recorrer juntos se inicia en la paz, el trabajo y la prosperidad, fruto del esfuerzo común y la decidida voluntad colectiva», añadía el Rey en el Congreso.14 de mayo de 1977 Renuncia de Don JuanDon Juan de Borbón cedió sus derechos dinásticos en favor de su hijo, Juan Carlos, dos años después de la muerte de Franco. ABCEran las dos menos veinte del 14 de mayo de 1977 cuando la Monarquía española cerraba una etapa crucial. Don Juan de Borbón renunciaba a sus derechos dinásticos a favor de su hijo. Juan Carlos I llevaba año y medio en el trono y el conde de Barcelona consideró que era el momento propicio para realizar uno de los actos más difíciles -y necesarios- de su vida: abandonar cualquier posibilidad de ser Rey de España, como lo había sido su padre Alfonso XIII y lo era en ese momento su hijo. Sólo pidió una cosa: mantener su título . El acto fue breve, apenas quince minutos en el Palacio de La Zarzuela. Fueron cuatro folios de discurso leídos ante la Familia Real y el ministro de Justicia, Landelino Lavilla como notario mayor del reino. La emoción apareció al final, cuando Don Juan hilvanaba las últimas frases de su intervención. Tras un marcial taconazo, el que había sido jefe de la Casa Real durante el franquismo expresaba: «Majestad, por España, todo por España. ¡Viva España! ¡Viva el Rey!». Entre aplausos, padre e hijo se fundieron en un abrazo.4 de febrero de 1981 Incidentes en la Casa de Juntas de GuernicaEl Rey y sus colaboradores más cercanos, como el otrora jefe de la Casa Sabino Fernández Campo, sabían que la visita a la Casa de Juntas de Guernica no iba a transcurrir con normalidad. Era la primera vez que Don Juan Carlos y Doña Sofía viajaban al País Vasco desde la llegada de la democracia y se producía en un ambiente político con muchas dudas -Adolfo Suárez había dimitido el 29 de enero y la elección del nuevo presidente estaba prevista para el 23 de febrero- y con ETA provocando el terror. Solo en 1980 y 1981 había matado a 129 personas. Herri Batasuna (HB), la rama política de la banda terrorista, ya había anunciado que quería intentar sabotear la visita de dos días (3 y 4 de febrero) de los Reyes. Lo intentó en Guernica. Cuando el Rey se iba a comenzar su discurso, los junteros (parlamentarios forales) de HB entonaron el ‘Eusko gudariak’, himno nacionalista. Fue respondido con aplausos. Después, el Rey pronunció una frase vigente durante años: «Frente a quienes practican la intolerancia, desprecian la convivencia, no respetan las instituciones ni las normas elementales de una ordenada libertad de expresión, yo quiero proclamar, una vez más, mi fe en la democracia y mi confianza en el pueblo vasco».23 de febrero de 1981 Un discurso vitalCuando pasaban catorce minutos de la una de la mañana del 24 de febrero de 1981, el Rey se dirigió a un país que no se había despegado de televisores y transistores para saber qué sucedía en el Congreso. Allí, el 23 de febrero a las 18.23 horas, un grupo de guardias civiles al mando del teniente coronel Antonio Tejero interrumpió por las armas la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente. La asonada puso en vilo a toda la sociedad. La mayoría, temerosa de que los años oscuros de la dictadura regresasen cuando la democracia no había llegado a los cinco años de vida. El teniente coronel Antonio Tejero irrumpió durante la votación de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. Aquel 23F pasó a la historia al grito de «¡Quieto todo el mundo!» EFELa gran incógnita de esas horas inciertas era saber qué iba a hacer Don Juan Carlos, que obligó al Príncipe de Asturias a pasar la noche en su despacho para que viera ejercer el «oficio de Rey». Tenía «la edad ideal para aprender lo que la vida podía enseñarle cuando quizá fuera demasiado tarde», explicó Don Juan Carlos a José Luis de Villalonga. El discurso de esa madrugada apenas duró un par de minutos y acabó con un mensaje claro: «La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum».El Rey Juan Carlos, durante el discurso televisado en la noche del 23-F. ABC20 de mayo de 1982 Premio Carlomagno al europeísmo de un ReyEl cambio de España hacia la democracia no solo tenía que ser interno, sino también externo. El ‘nuevo’ país surgido con la Constitución de 1978 quería demostrar al mundo que las modificaciones institucionales eran profundas, que la sociedad y sus gobernantes giraban convencidos hacia una democracia plena. El papel en este sentido del Rey, como se demostró el 23 de febrero, fue clave. Y así se lo reconoció la ciudad alemana de Aquisgrán, que le concedió el Premio Carlomagno por su defensa de los valores democráticos y su voluntad europeísta. «Por debajo de la fragmentación, de los intereses particulares, las rivalidades y la lucha por el poder, los elementos europeos han actuado como un factor de unidad y convergencia», expresó el Rey el 20 de mayo de 1982, cuando recogió un galardón entregado tres años antes de que España firmara el tratado de adhesión a la Unión Europea. «He creído que mi obligación como Rey era restablecer la unidad, la libertad y la concordia entre todos los españoles», expuso Don Juan Carlos durante la ceremonia.1992 España se abre al mundo1992 fue un año clave para España y para la Familia Real. El país se mostraba al mundo, lo hacía a lo grande y liderado por su Rey. En su mensaje de Navidad de aquel año, Juan Carlos I aseguró que todos los españoles debían atribuirse «el triunfo global alcanzado»: «Por fin la modernidad no es una utopía sino algo que está en nuestras manos». No eran palabras vanas. El país acababa de acoger la Exposición Universal de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Capitalidad Europea de la Cultura en Madrid y la II Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno con éxito. El Rey Felipe, cuando todavía era Príncipe de Asturias, fue el abanderado de España en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Compitió en vela Soling. efeLa implicación de la Casa del Rey en la consecución y promoción de aquellas citas fue indudable. Fueron, además, los momentos más dulces y de mayor popularidad nacional e internacional de la Familia Real, simbolizadas en aquellos Juegos, «los mejores de la historia», que señaló el presidente del COI Juan Antonio Samaranch, donde España escuchó aquel «Benvinguts tots a Barcelona» del Rey, vio al Príncipe Felipe desfilar como abanderado del equipo español en Montjuic y sintió vibrar a toda la Familia en las gradas.31 de octubre de 2005 Nacimiento de LeonorLlovía en Madrid cuando la por entonces Princesa Letizia tuvo que ser ingresada de urgencia en la Clínica Ruber Internacional, tres semanas antes de lo esperado. Nació a primeras horas de la madrugada del 31 de octubre de 2005, una niña «grande y parece que fuerte», llamada Leonor, según diría su padre horas después a los periodistas. Ante sus preguntas, Don Felipe aseguró que «de momento había nacido una infanta», aunque esperaba que fuera reina por «la lógica de los tiempos» -frase que copó la primera plana de este diario al día siguiente- y «el sentir mayoritario de los españoles». Lo cierto era que el artículo 57 de la Constitución parecía suponer un obstáculo para ese deseo por su formulación: «Siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos». A pesar de que se debatió sobre la posibilidad de una reforma de la Carta Magna para despejar la sucesión, no fue finalmente necesaria, pues los hoy Reyes tuvieron otra hija, la Infanta Sofía. Cuando su padre se convirtió en Rey, Leonor se alzó como Princesa de Asturias. La «lógica de los tiempos» se impuso sin necesidad de una reforma legal que quedó en el aire.Presente y futuro La Princesa Leonor nació en 2005. En la primera imagen, tras salir del hospital en brazos de la Reina Letizia. En la segunda, Doña Leonor tras protagonizar su primer discurso en los Premios Princesa de Asturias en octubre de 2019. En la última, junto a su padre en el desfile por el día de la Fiesta Nacional, en 2024 ABC2 de junio de 2014 Don Juan Carlos renuncia al tronoCorrían malos tiempos para Juan Carlos I y él era consciente. Llevaba desde 2012 meditando abdicar. El impacto en la opinión pública que tuvo su accidente de caza en Botsuana aquel año, obligado a ser trasladado y operado a España, se combinaba con otras dolencias y con otros asuntos que afectaban como la visibilidad de Corinna Larssen y la implicación de Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina en el caso Nóos. El Rey tomó la difícil decisión dos años después. Y una crisis reputacional de la Corona se convirtió en una oportunidad para relanzar la institución. Fue una operación realizada con efectividad, prudencia y evidente sentido de Estado, comandada por el entonces presidente Mariano Rajoy y el líder socialista Alfredo Pérez-Rubalcaba -que dejará su puesto tras la derrota en las europeas y al que sucederá Pedro Sánchez-. Don Juan Carlos, junto a Mariano Rajoy en Zarzuela tras firmar su abdicación EFEAmbos dirigentes lograron una preparación tranquila para que el 2 de junio se hiciera pública la noticia. Esta ‘operación sucesión’ «fue un triunfo de los que hicieron la Constitución Española», en palabras de Rajoy. «Don Felipe encarna la España democrática, moderna y preparada de las nuevas generaciones a las que tantas veces se ha referido Don Juan Carlos», se leía en el editorial de este diario, titulado ‘El Rey, por España’, al día siguiente del anuncio. La crisis se volvió oportunidad.19 de junio de 2014 Felipe VI, un nuevo Rey para España«Comparezco hoy ante las Cortes Generales para pronunciar el juramento previsto en nuestra Constitución y ser proclamado Rey de España». Tan solo diecisiete días después del anuncio de abdicación de su padre, el Príncipe de Asturias acudía al Congreso a ser proclamado como Felipe VI. Y lo hizo dando un paso al frente, pidiendo «respeto» hacia el pasado, pero no «nostalgia», y defendiendo que España era una gran nación: «Creamos y confiemos en ella». En aquel discurso ante las Cortes, Felipe VI sentó las bases que, con coherencia, han marcado estos ya once años de reinado. «Todo está en ese discurso y, a día de hoy, el Rey no cambiaría ni una coma», decían una década después desde el Palacio de la Zarzuela. Felipe VI a su salida al balcón del Palacio Real en la Plaza de Oriente en su proclamación. ÁNGEL DE ANTONIOA pesar de haber vivido años de profundas convulsiones sociales, económicas y políticas, la transparencia, la ejemplaridad y la Constitución han marcado el trayecto de una Corona renovada e impulsada por Felipe VI hasta nuestros días, asentada, que goza de popularidad y respeto y que tiene asegurada su sucesión. El Rey trabajó desde el primer día para hacer honor aquella frase pronunciada en el Congreso: «Nada me honraría más que, con mi trabajo y esfuerzo de cada día, los españoles pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey».3 de octubre de 2017 Discurso contra el desafío separatistaSi Juan Carlos I tuvo su 23-F, Felipe VI protagonizó su 3-O. Tras el desafío separatista que logró tensionar a la sociedad catalana con la celebración fallida de un referéndum ilegal dos días antes, el Rey decidió dirigirse directamente al país con un mensaje televisivo que mostró su compromiso y altura política. El Rey solo llevaba tres años como jefe del Estado cuando tuvo que afrontar una decisión que sabía que le convertiría más aún, como así fue, en objetivo de los independentistas y de la izquierda más radical. Decidido, lanzó un mensaje de seis minutos donde se erigió como garante de la unidad y de la Constitución. Felipe VI, durante su histórico discurso del 3 de octubre de 2017 por la situación en Cataluña ABCSin ambages, el Monarca llamó a los poderes del Estado «ante esta situación de extrema gravedad a asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de derecho y el autogobierno de Cataluña». Acusó igualmente, a los líderes separatistas de «quebrantar los principios democráticos» y «dividir» a la sociedad catalana. MÁS INFORMACIÓN noticia Si 50 años de Monarquía: los recuerdos de la generación que aprendió a vivir en libertad en España noticia Si Así hemos cambiado: la España que fuimos y que hoy no reconocerías noticia Si Cuéntame cómo cambio: la España de la Transición según los guionistas de la serie Sus palabras, emitidas a las nueve de la noche, congregaron a doce millones y medio de españoles -tres de cada cuatro personas que estaban viendo la tele en esos momentos conectaron con el discurso- que, en plena incertidumbre, descubrieron a un nuevo Rey que nunca ya podría separarse de ese momento.
Fuente ABC

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