Miami, 26 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA-Las más recientes declaraciones de Diosdado Cabello y de Nicolás Maduro han revelado un nivel inusual de tensión y nerviosismo dentro del régimen venezolano, que respondió con amenazas desmesuradas a los señalamientos realizados por el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio. Lejos de exhibir fortaleza, el tono elegido por ambos dirigentes exuda preocupación ante la posibilidad de un escenario adverso que los exponga a una presión internacional creciente.
Durante la llamada “marcha de la bandera y de la espada del Libertador” en Caracas, Cabello lanzó ataques directos contra Rubio, asegurando que “las ínfulas de conquistador se van a estrellar” y advirtiendo que cualquier fuerza extranjera que ingrese al territorio venezolano “será detenida por cualquier medio posible”. Sus palabras, más que un mensaje de control, reflejaron una marcada necesidad de reafirmación interna en un contexto de fragilidad política y militar.
El dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) insistió en que la soberanía del país está “a buen resguardo”, pero acompañó la afirmación con una serie de advertencias que exhibieron tensión más que seguridad. Cabello remarcó que cualquier violación territorial activaría una respuesta inmediata: “Quien ponga un pie en nuestro territorio entra en zona prohibida para ellos, y nosotros nos vamos a defender con lo que tengamos”. La reiteración del concepto de “aniquilación” hacia un eventual agresor mostró un intento discursivo de elevar el costo político de una posible intervención, aunque al mismo tiempo dejó entrever una sensación de vulnerabilidad dentro del aparato chavista.
Tres días antes, Nicolás Maduro había adoptado un tono similar, apelando a la resistencia, el sacrificio y la amenaza de una supuesta defensa “hasta las últimas consecuencias”. En ambos casos, el discurso osciló entre la sobreactuación y la intimidación, un patrón habitual del oficialismo cuando percibe riesgo real sobre su estabilidad interna o sobre su capacidad de control territorial.
En círculos diplomáticos regionales y en análisis de seguridad consultados por Total News Agency, la coincidencia del tono entre Maduro y Cabello es interpretada como un síntoma: el régimen teme que los cambios estratégicos en Washington modifiquen la presión internacional y afecten su margen de maniobra tanto político como militar. El destaque permanente de una eventual “intervención” funciona como narrativa defensiva y movilizadora hacia la base chavista, pero también expone el nerviosismo de una estructura que enfrenta aislamiento regional, deterioro institucional profundo y creciente malestar social.
Cabello insistió en que cualquier agresión sería enfrentada por “el pueblo” y no solo por las fuerzas de seguridad, una formulación que históricamente el chavismo utiliza para reforzar su relato de resistencia popular. Sin embargo, la necesidad de recalcar una y otra vez que el territorio venezolano “se respeta” dejó en evidencia que el mensaje no estuvo destinado solo a Estados Unidos, sino también a su propia audiencia interna, en momentos donde las tensiones políticas y económicas se intensifican.
El régimen venezolano, alineado en una narrativa de confrontación permanente, continúa elevando el tono en cada pronunciamiento. Pero la forma, el volumen y la intensidad de estas advertencias recientes evidencian más inquietud que fortaleza, y configuran un escenario en el que Caracas intenta mostrar poder mientras lidia con el temor creciente a un reacomodamiento geopolítico que pueda alterar el equilibrio que ha sostenido al chavismo durante más de dos décadas.

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