
El presidente Javier Milei se encuentra en un momento de algarabía, con un Gabinete renovado y un Congreso que será más favorable a partir del 10 de diciembre, no encuentra un límite a sus aspiraciones reformistas.
Hace caso omiso a las críticas y continúa con su agenda política. No reacciona ante los avances judiciales ni las investigaciones periodísticas que cuentan culebrones y hechos de corrupción de parte de su Gobierno.
Desoye a la oposición, a la que considera “golpista”, y ningunea a quienes supo tener de su lado y luego pegaron el portazo. Presiona a la vicepresidente Victoria Villarruel y promete tener más control sobre su labor a través de la senadora electa Patricia Bullrich.
Se siente imparable, y se jacta de ello. En público y en privado. Celebra cada gestión y no evita tirar flores a su equipo de Gobierno. Enaltece casi constantemente el trabajo sobre todo de los ministros de Desregulación y Economía, Federico Sturzenegger y Luis Caputo respectivamente.
También apoya la gestión de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, de la misma forma que supo hacer con Bullrich al frente de Seguridad y Luis Petri como ministro de Defensa, hoy reemplazados por gente que respondió a ambos funcionarios.
Ello demuestra a las claras la valoración que tiene sobre estos, contra quienes compitió en las elecciones generales del 2023 en contraposición con Villarruel, a quien nunca le entregó el manejo de Seguridad y Defensa como en su momento le había prometido.
Desde que asumió al frente de la Casa Rosada buscó mantenerse cerca de los Gobiernos de derecha de todo el mundo, priorizando la ideología por sobre las relaciones diplomáticas con países, en casos, del primer mundo.
Ello quedó expuesto más que nada en su alineamiento con el Gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, del cual busca sacar provecho, aunque con ciertas dificultades que exceden incluso al mandatario norteamericano.
Es así que The Wall Street Journal reveló que un grupo de bancos internacionales decidieron suspender la línea de crédito al Gobierno argentino por 20 mil millones de dólares y solo le acercarían un salvataje para cubrir deuda que se vence en el mes de enero.
No es un tema menor y menos para un Gobierno y un presidente que se jacta de sus conocimientos en materia económica. Lo último que necesita es que vuelva a instalarse la idea de un posible “default”.
Pero ese no es un tema que acapare la atención del jefe de Estado, un hombre que se encuentra probablemente en el mejor momento de su mandato. Tanto es así que los niveles de confianza tuvieron un alza del 17,5%.
Así se desprende de un informe realizado por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato di Tella en el que ubica al Índice de Confianza del Gobierno (ICG) de noviembre en el mismo nivel de febrero, antes de que estalle el criptoescándalo $LIBRA.
El dato es alentador per se y alimentará a la profundización de la política del Gobierno y el avance en ciertas medidas de aplicación visible. “Haría lo mismo pero más rápido”, decía Mauricio Macri durante la campaña del 2019 cuando buscó la reelección. Ese parece ser el mismo pensamiento que por estas horas invade la cabeza del propio Milei.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today

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