Buenos Aires, 27 noviembre 2025 – Total News Agency-TNA- La Asociación del Fútbol Argentino volvió a dar una clase magistral de cómo convertir un episodio menor en un ejercicio de poder desmedido. Después del histórico “espaldazo” de Estudiantes de La Plata en el pasillo al campeón “designado” Rosario Central, el Tribunal de Disciplina —esa escribanía de Viamonte que firma lo que haga falta cuando haga falta— aplicó una sanción inédita: suspendió a los once titulares por dos partidos y a Juan Sebastián Verón por seis meses para “toda actividad relacionada al fútbol”.
Un castigo desproporcionado, pedagógico y, sobre todo, disciplinador. La AFA decidió enseñar quién manda, aunque para eso debiera inventar reglas sobre la marcha, falsificar un PDF y aplicar un reglamento que no había usado nunca antes. La circular “6625”, que supuestamente existía desde febrero, nació milagrosamente el mismo domingo en que Estudiantes dio la espalda. Los metadatos cantaron más que plateísta indignado: el archivo fue creado el 23 de noviembre a las 19.21 con AdobePDFMaker. Si van a armar un reglamento trucho, al menos que lo armen bien, diría cualquier perito informático que no trabaje en Viamonte.
Pero lo mejor vino después.
La represalia disciplinaria fue solo el primer acto. El segundo fue la puesta en marcha del “operativo seca nucas”: una cadena de comunicados calcados, publicados en simultáneo por clubes del Ascenso y ligas del Consejo Federal, como si todos se hubieran iluminado por azar al mismo tiempo para expresar su “apoyo firme y categórico” al presidente Claudio Tapia y al tesorero Pablo Toviggino.
La escena fue tan descaradamente coordinada que hasta circuló un mensaje modelo para copiar y pegar. Porque si el manual habla de disciplinar, hay que disciplinar en serio.
Mientras en las redes estallaban comunicados de apoyo al Chiqui, en los premios Alumni el clima era casi de comité de campaña. Marcelo Achile, presidente de Defensores de Belgrano, arengó a los presentes como si estuviera lanzando su candidatura: “Pase lo que pase, vamos a bancar a Tapia, a Toviggino y a nosotros mismos”. Aplausos, emoción y la épica de la resistencia… contra un enemigo que nadie termina de identificar, pero que siempre resulta útil para unificar filas.
Tapia, ausente durante la ceremonia, ya tenía lista la réplica: “Las luchas se dan adentro, cara a cara”. Claro: salvo cuando la lucha consiste en castigar a un club porque no quiso sumarse a un homenaje improvisado para justificar un título “designado” de Rosario Central.
Todo esto ocurre mientras el presidente de la AFA sigue bajo fuego por su cercanía con una financiera investigada por presunto lavado de dinero y mientras la designación del campeón generó un rechazo transversal, dentro y fuera del fútbol. No sorprende que hayan buscado blindarse: el “Chiqui” viene perdiendo hinchas, dirigentes… y paciencia.
En este clima, Estudiantes fue el único club grande que se animó a desafiar el manual del obediente perfecto. Su respuesta —dar la espalda en un pasillo que no existía reglamentariamente— fue castigada como si hubiera incendiado la sede de la AFA. Y Verón, que osó pensar por cuenta propia, fue inhabilitado como si hubiera cometido un delito de lesa dirigencia.
El mensaje es claro: o miran al campeón “designado” o miran para afuera durante seis meses.
Así, entre sanciones extravagantes, PDFs adulterados y comunicados “seca nucas” que brotan como setas, la AFA consolida su estilo: una mezcla de autoritarismo futbolero, mala praxis institucional y tragicomedia permanente.
El torneo todavía se juega en las canchas, pero el poder real —ya nadie lo duda— se decide en los escritorios, en los pasillos… y en esos celulares donde el Chiqui espera que le copien y peguen su mensaje del día.

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