Buenos Aires, 19 de diciembre de 2025-Total News Agency-TNA-En una jornada que ya será recordada por los vaivenes políticos y económicos del Gobierno de Javier Milei, la madrugada del jueves pasado terminó con severos reproches presidenciales a gobernadores aliados, un fuerte debate por el rumbo de la política cambiaria y una interna desordenada por el control de la estratégica ARCA, todo enmarcado en un contexto donde la cuestión del dólar y las reservas se volvieron el núcleo de la gestión económica. La tormentosa sucesión de hechos refleja no sólo una crisis de disciplina dentro de la coalición oficialista sino también el desafío que representa para la Casa Rosada el nuevo esquema monetario y cambiario que busca apuntalar la economía argentina frente al rechazo generalizado de los mercados.
El desencuentro comenzó pasada la medianoche cuando Milei celebró la aprobación general del Presupuesto en el Congreso, aunque la satisfacción rápidamente se transformó en inquietud y enojo. El presidente reprochó duramente a gobernadores como Osvaldo Jaldo, Raúl Jalil y Gustavo Sáenz, a quienes calificó de “traidores” por votar en contra de artículos clave impulsados por el Ejecutivo pese a haber recibido aportes del Tesoro. Entre los puntos más cuestionados estuvo el artículo 75, que proponía eliminar fondos adicionales para universidades e instituciones de discapacidad, una medida rechazada en la Cámara baja que Milei calificó de inaceptable y que incluso amenazó con vetar.
Lejos de aplacar la tensión, la noche continuó con fuertes pases de factura entre funcionarios y negociadores del oficialismo. Algunos sectores de Olivos apuntaron públicamente a Martín Menem y Diego Santilli por la incapacidad de articular acuerdos que aseguraran la implementación de las medidas económicas más controvertidas. La fractura interna se agrandó aún más cuando el expresidente Mauricio Macri acusó a Milei de haber pactado con sectores del kirchnerismo para algunos nombramientos clave, sobre todo tras la designación de integrantes cercanos a La Cámpora y al entorno del gobernador Juan Manuel Uñac en la cúpula de la Auditoría General de la Nación (AGN), provocando un estallido de críticas y acusaciones dentro de la coalición gobernante.
En paralelo al conflicto político, la cuestión económica volvió a ocupar el centro de la escena con la reconfiguración del esquema cambiario impulsado por el Gobierno. A partir de enero de 2026, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ajustará las bandas de cotización del peso según el ritmo de la inflación mensual, reemplazando el antiguo sistema donde la banda se movía un 1% mensual por una fórmula que la vincula directamente con el índice de precios al consumidor. Esta modificación tiene como objetivo principal acumular reservas internacionales, incrementar la predictibilidad del tipo de cambio y fortalecer la credibilidad del marco monetario argentino tras años de volatilidad. El plan incluye, además, un programa de compras de dólares para engrosar el stock de reservas, con la meta de adquirir entre 10 y 17 mil millones de dólares en 2026, una decisión que también responde a recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para reconstruir los colchones financieros del país.
Esta nueva “tablita cambiaria” llega justo cuando la economía enfrenta desequilibrios profundos: la necesidad de acumular reservas para afrontar vencimientos externos urgentes, la reconstrucción de la confianza de los inversores y los reclamos de organismos internacionales para que Argentina adopte un esquema más sólido de política monetaria. Aunque los analistas internacionales valoran positivamente el cambio como una señal de mayor flexibilidad y anclaje macroeconómico, también advierten sobre los riesgos derivados de un proceso que aún tiene numerosas incógnitas sobre su ejecución y efectos sobre la inflación y la competitividad.
Dentro de este panorama económico complejo, se produjo un capítulo adicional de tensión interna en el oficialismo vinculado con la administración de ARCA, un organismo clave para la gestión de recursos públicos y para las estrategias de financiamiento del Estado. El titular de ARCA, Juan Pazo, renunció aduciendo motivos personales, aunque fuentes políticas señalan que la presión por los resultados poco auspiciosos y la dinámica interna llevaron a su salida. La búsqueda de un reemplazo con experiencia fracasó y terminó con el ascenso de Andrés Vázquez, (con Santiago Caputo en las sombras) y la designación de un allegado suyo en la DGI, lo que fue interpretado como una consolidación de poder dentro de algunos sectores y una muestra más de la fragilidad de la coalición de Gobierno.
Este conjunto de hechos —desde la batalla por el presupuesto y las tensiones internas del oficialismo hasta el debate por la política cambiaria y la cuestión de ARCA— pone de manifiesto una crisis múltiple dentro del corazón del poder en Argentina. La necesidad de consolidar un frente interno cohesionado aparece como un desafío mayúsculo frente a un contexto económico que exige medidas claras y consistentes para enfrentar la inflación, acumular reservas y recuperar la confianza de los mercados.

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