Putin ha violado las promesas hechas al pueblo ruso de no modificar la Constitución para sus propios intereses al “forzar para su aprobación”, la ilegítima “votación de Toda Rusia o Panrusa” sobre las enmiendas a la Constitución en un solo paquete. Por Dario Rosatti
La votación se llevó a cabo en medio de claros signos de fraude y violación de la legislación electoral de la Federación de Rusia (votación en maleteros, bancos, y en otros lugares insólitos).
Los ciudadanos rusos no contaron con el tiempo suficiente para estudiar las enmiendas (las 200 extrañas modificaciones), mientras se llevaban a cabo campañas ilegales, contrarias a la Constitución de la Federación de Rusia, en apoyo de las enmiendas y del presidente Putin en persona. Al mismo tiempo, los resultados de la votación nacional que se desarrolló en el transcurso de 7 días (del 25 de junio al 1 de julio) para los cambios constitucionales ya fueron anunciados el 2 de julio.
Después de poner “el contador a cero” de los límites temporales de su mandato y mantener su propio “plebiscito” disfrazado de referéndum, Putin ha dilapidado el resto de legitimidad que le quedaba ante su propio pueblo y frente a los socios internacionales. Vale la pena recordar que los intentos por modificar la Carta Magna para modificar el plazo del mandato y arraigarse en el poder no es un invento ruso, sino que por el contrario, este fenómeno ya se ha venido realizando en África y América del Sur. Queda claro “hasta qué punto” ha jugado Putin al poner a cero sus límites temporales de mandato. La mayoría de los dictadores que pretendieron eternizarse en el poder terminaron mal. Algunos fueron encarcelados o huyeron del país, y a otros solo logró detenerlos la muerte.
La “votación panrusa” se ha convertido en un ensayo y una especie de “sondeo” para futuras elecciones en Rusia, además de la infiltración de los protegidos del Kremlin en las autoproclamadas repúblicas y Crimea, en las autoridades federales y los cuerpos electos regionales. El Kremlin también ha lanzado una serie de proyectos de “iniciativas partidarias” de sus secuaces desde los territorios ocupados como una alternativa a la “Rusia Unida”, controlada por el Kremlin.
Humillado y herido por la “gran catástrofe geopolítica del siglo XX”, Putin ha facilitado el regreso del proyecto de la URSS 2.0, acabando con el desarrollo democrático de la Rusia moderna y asumiendo una posición de revancha y confrontación con el mundo occidental.
El “voto nacional” ha sido un error del régimen de Putin, porque legalmente el presidente de Rusia ya no goza ni de popularidad ni tampoco de legitimidad. Es por esa razón principalmente que el jefe del Kremlin se vio obligado a rogar a los ciudadanos que fueran a votar a favor de las enmiendas constitucionales; hecho que le otorga la oportunidad encubierta de perpetuarse en el poder hasta 2036; y también ha sido de vital importancia para la administración presidencial evidenciar el apoyo y “dibujar” el porcentaje “para” que el resultado no sea menor que en las últimas elecciones en 2018.
La pérdida de confianza del pueblo en Putin se debe principalmente al retroceso en la calidad de vida de los últimos 10 años, y a la clandestinidad y la corrupción de las grandes corporaciones que ya no pueden controlar la preservación del régimen dentro de un marco democrático, y a través de un plebiscito transparente. Es a causa de ello que, Putin se vio obligado a lanzar una campaña y adoptar leyes inconstitucionales para garantizar la adopción de un paquete de enmiendas.
Representantes de los principales países del mundo ya han calificado estas elecciones como “el triunfo de un hombre” y “el canto del cisne” de los restos de la democracia rusa, mientras que han demandado la privación del ejercicio del derecho al voto a la delegación rusa en el Consejo de Europa. Recordemos que la delegación rusa en la UE ya había sido privada del derecho a votar a causa de la anexión de Crimea. Además, los líderes de Alemania y Francia pidieron una respuesta firme y contundente frente a esta “pseudo votación” y la “constitución de Putin”.
Funcionarios de la Unión Europea han criticado la votación. El portavoz del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) ha expresado su preocupación por numerosas anomalías durante la votación realizada: coerción electoral, multiplicación de votos, violación del secreto del voto y denuncias de violencia policial contra un periodista.
Por su parte, la Comisión de Venecia del Consejo de Europa, de la cual Rusia es miembro, considera ilegal las enmiendas aprobadas a la Constitución de la Federación de Rusia acerca de la supremacía de ésta sobre los tratados internacionales, ya que Rusia debe cumplir con sus obligaciones en el área internacional, en particular las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde las apelaciones de los residentes rusos son más numerosas.
Para atraer más la participación, la votación por la “puesta del contador a cero” se realizó además en los territorios ocupados, tanto en Crimea como en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y de Luganks. El Representante de la UE para los Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Peter Stano, ya ha dejado su comentario acerca del voto ilegal en el territorio de Crimea y los territorios ocupados del Donbás, declarando que la anexión de la Península de Crimea y la ocupación del Donbás por parte de Rusia, ambas no son reconocidas, y además la UE no reconoce la votación de Rusia en los territorios temporalmente ocupados que son parte de Ucrania. En ese mismo sentido, los titulares de pasaportes rusos emitidos en las autoproclamadas repúblicas no son reconocidos como votantes en las elecciones organizadas por Rusia, cuestionando además la legitimidad de los resultados de la “votación panrusa”.
La operación del “Sucesor” fracasó en Rusia, porque Putin no creyó en las garantías de inviolabilidad personal que pudieran ofrecerle los grupos de influencia y decidió garantizársela por sí mismo mientras permanece en el poder durante otros 20 años. No es solo un acto de un país de tercer mundo, sino una gran deshonra a Rusia lo que se llevó a cabo con la “puesta a cero” de los términos de los mandatos del presidente en gobierno, sin competencia y por medio de un fraude masivo. La sana competencia y la rotación en el poder son elementos necesarios para el desarrollo de la democracia. Esto no es precisamente lo que sucede en la Rusia de Putin, donde la degradación, la disminución de los niveles de vida y la creciente migración a otros países desarrollados son la regla.
En los últimos 7 años, el nivel de ingresos de los rusos ha disminuido, los gastos en vivienda y el pago de los servicios no cesan de crecer, y aproximadamente 150 mil rusos abandonan anualmente el territorio ruso.
Por último, hay que tener en cuenta que el fin de reformar la constitución no tiene nada que ver con la democracia, sino más bien con la eternización de Putin en el poder, y la “estabilidad” que el zar ha prometido en forma de estancamiento socioeconómico, nacionalismo conservador y un “silencio sepulcral” antidemocrático. Esta son las votaciones más extrañas desde el colapso de la URSS, dado que el procedimiento se realizó durante siete días, ejecutándose de acuerdo con una ley especial adoptada, y no con una ley de referéndum, y que al mismo tiempo no gozaba de legalidad, ya que las enmiendas fueron aprobadas de manera previa por el parlamento.