Alberto Fernández sostuvo hoy en Vaca Muerta que la producción de gas había caído en la gestión de Mauricio Macri. Los números oficiales desmienten esa afirmación. Por Pablo Fernández Blanco
Es probable que a esta altura de los hechos el presidente Alberto Fernández deba revisar quién le hace las estadísticas que usa al momento de hacer anuncios. A los entuertos pasados con los números relacionados con el coronavirus se le sumó hoy otro vinculado con la producción de gas en la Argentina.
Fernández participó de un acto en Loma Campana, el centro neurálgico de Vaca Muerta, para dar a conocer un nuevo plan de estímulo a la extracción de gas. En la práctica, se trata de más subsidios. Allí sostuvo: “Han pasado cuatro años muy difíciles en la Argentina, donde parece haberse vivido la metáfora del olvido. Todos se olvidaron de la gente y se pagaron aumentos siderales de tarifas, mientras la producción de gas declinaba. Vamos a corregir las cosas. Vamos a ser la Argentina que nos merecemos”, sostuvo.
La primera parte de la afirmación anterior puede quedar para la discusión política, aunque la relacionada con la producción de gas es difícilmente sostenible desde los números oficiales.
La producción de 2015, cuando Cristina Kirchner entregó el poder, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Energía, era de 42.906 millones de metros cúbicos anuales. Al final del mandato de Macri había alcanzado los 49.350 millones. Es decir, no sólo no cayó, sino que se recuperó un 15%. Y contrasta con la caída de 6% que anotó Cristina Kirchner en su segundo mandato, cuando la energía se había convertido en un problema de Estado.
Dicho en números más manejables y comunes a la industria petrolera, en 2015 la producción de gas natural promedió los 117,5 millones de metros cúbicos diarios. En 2019, los 135,2 millones.
Aunque el partido recién empieza a jugarse, los números de Alberto Fernández no son promisorios. En los primeros ocho meses del año la producción de gas cayó 7,5% en comparación con el mismo período del año anterior.
Las cifras de Macri incluyen el traspié petrolero del final de su mandato, algo que los empresarios aún le recuerdan al expresidente. Poco antes de las PASO, y al calor del año electoral, el gobierno puso freno a la política de aumentos tarifarios, algo que tuvo un correlato en la inversión.
En un contexto de malos resultados económicos en variables clave como el crecimiento, la inflación y la pobreza, la energía fue una de las banderas positivas que agitaron los anteriores inquilinos de la Casa Rosada. En noviembre pasado, cuando el Frente de Todos ya había ganado las elecciones, el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, mostró como un logro sobresaliente la marcha del mercado de gas, donde destacó el aumento de la producción y la reapertura de las exportaciones a Brasil y a Chile. Según sus números, medido en términos de crecimiento interanual, la producción de gas creció en la gestión de Macri a razón de 4,6%.
Desde el punto de vista de la extracción de gas, es posible que la década kirchnerista represente 10 años perdidos. Los números oficiales muestran que la extracción de ese insumo cayó de manera sostenida a partir de 2004.
La caída en la producción de ese insumo contaminó otros elementos de la economía, dado que la menor oferta llevó a aumentar las importaciones, que se pagan en dólares, y provocaron la implementación del cepo cambiario.
Varias decisiones de Cristina Kirchner encuentran explicación en esa debacle. La más resonante es la estatización de YPF, en abril de 2012. En diciembre del año anterior, la presidenta había tenido una reunión con Sebastián Eskenazi, gerente en los hechos de la petrolera, donde le había endilgado los problemas que la factura de importación le traía al país. Cuatro meses después, la empresa dejó la órbita privada.
Otro golpe de timón tuvo que ver con el desplazamiento de Julio De Vido en la distribución de poder al interior del Gabinete en beneficio de Axel Kicillof.
Con Miguel Galuccio como presidente de YPF, y con mejores precios para la producción de hidrocarburos que los que habían tenido la española Repsol y la familia Eskenazi, la oferta de gas de YPF creció más de 12% desde 2011 hasta el final del mandato. Pero la mayor parte del resto de la industria no acompañó esa tendencia.
Con responsabilidades mayores, Kicillof se volvió pragmático, algo que lo alejó del pensamiento de Néstor Kirchner y de De Vido. En lugar de pelearse con las petroleras, les dio estímulos económicos a través del denominado Plan Gas. Sin aumentos de tarifas en los últimos meses y con baja expectativa de que ocurran en los próximos, Alberto Fernández anunció hoy un plan, hijo de esas viejas necesidades para apuntalar la producción.
Fuente La Nación