Hay bronca porque perdieron el control del homenaje. No pudieron designar ni siquiera a los locutores.
-Pero muchachos, ¿entonces ellos son más inteligentes que nosotros? Si no, es inexplicable.
Gerardo Martínez, secretario general de la UOCRA e integrante de la mesa más chiquita de la CGT no salía de su perplejidad cuando poco antes del arranque de la ceremonia por el 75 aniversario del Día de la Lealtad se cayó la plataforma en la que -según se había anunciado- dos millones de personas podrían participar de forma virtual del acto.
Escuchaban a Martínez los gobernadores peronistas Sergio Uñac, Raúl Jalil, Juan Manzur y Mariano Arcioni, los también cegetistas Antonio Caló, Héctor Daer, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri y dos funcionarios de la primera línea del Gobierno: el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y Eduardo “Wado” De Pedro. Estaban en la Casa de Tucumán, esperando el momento para ir a la CGT.
Cuando acababa de caerse la plataforma, ambos funcionarios habían coincidido en restarle importante al episodio y planteado que se solucionaría enseguida, lo que nunca ocurrió. Después la versión que dieron fue que se había tratado de un “hackeo masivo” desde servidores distribuidos “por todo el mundo”.
Alberto Fernández en el acto de la CGT.
Eso fue lo que llevó al comentario del líder de la UOCRA, según pudo reconstruir Clarín de fuentes presentes en el encuentro.
En el sindicalismo este domingo continuaba la bronca por cómo salió el acto.
“Como siempre eligieron la opción más fácil, la de acusar un complot en vez de reconocer que fallaron. Los responsables del fracaso fueron los de La Cámpora. La conexión estuvo en sus manos. Ellos tomaron el control de todo”, se quejó un dirigente gremial que estuvo el sábado en el salón Felipe Vallese de la CGT.
Otro sindicalista agregó: “Este sistema había funcionado perfecto en actos en España y en Estados Unidos, pero acá fracasó. Evidentemente La Cámpora no estuvo a la altura. Es como organizar una marcha y que a último momento te des cuenta de que no tenés los micros para llevar a la gente”.
Ahí subyace la otra bronca que se palpa entre al menos parte de la conducción de la CGT. Que perdieron el control del acto por el Día de la Lealtad aunque se había tratado de una iniciativa de la central sindical.
En la conducción cegetista habían pensado originalmente el acto como una oportunidad para que Alberto Fernández mostrara que contaba con el apoyo del PJ y de la CGT. Algunos se atrevían, incluso, a ir más allá: imaginaban que le permitiría al Presidente “desmarcarse” de Cristina Kirchner “sin generar conflicto y salir de la agenda de todos los días”.
Pero a medida que avanzó la organización, la CGT fue perdiendo el control del acto, según cuentan los sindicalistas. “Primero se metió la Jefatura de Gabinete y después Julio Vitobello (secretario general de la Presidencia) y sobre el final aparecieron Javier Grosman y La Cámpora”, relataron. Grosman es el creador de la plataforma virtual que no funcionó.
Así, la CGT no pudo ni siquiera designar para conducir el acto a animadores que fuera más de su paladar (la conducción estuvo en manos de Gaby Delelisi y Federico “El Cadete” Rosemblat, ambos de El Destape).
El otro sinsabor que quedó en la central es que durante la transmisión, y antes del cierre por parte de Alberto Fernández, se fueron sucediendo testimonios de jóvenes, mujeres y hombres desde distintos puntos del país.
“El denominador común fue que eran todos Cámpora o filo Cámpora y de movimientos sociales. Por el movimiento sindical solo habló una mujer de UPCN y alguien de Sanidad. Los gremios no tuvimos protagonismo”, se quejó un sindicalista.
Según las fuentes consultadas, hasta último momento Máximo Kirchner no confirmó su asistencia.
“Creíamos que no venía. Deben haber intercedido Alberto o Sergio (Massa)”, dijeron. El jefe de la bancada oficialista en Diputados y líder de La Cámpora se sentó en segunda fila del salón Felipe Vallese. Apenas concluyó el acto, se levantó y se fue. ¿Problema de agenda o gesto político?
Un dato mostró en público que aunque se hacía en la CGT, el acto ya le era ajeno a la central obrera.
La conducción de la CGT, en septiembre, en la Quinta de Olivos.
En un momento “El Cadete” Rosemblat dijo con el micrófono abierto: “Me pregunta Héctor Daer si se puede parar, ¿cómo me va a preguntar eso?”. Su compañera Gaby Delelisi completó: “Párese, párese si quiere”. Como secretario general de la CGT, Daer en realidad era el anfitrión.
Fuente Clarín