¿Hay mucho choreo? Y. si lo dice Eduardo Duhalde de un gobierno peronista, no tenemos por qué dudar. ¿Hay un proceso preanárquico? No todavía. Lo que sí hay es un dólar “Cristina Kirchner” que cotiza lo mismo que el dólar “Juan Grabois”. Se está por ir a $200 y no tiene techo.Por Luis Majul
- Lo que determina su precio, no es tanto el bajo nivel de reservas del Banco Central, como la desconfianza en el Gobierno. La desconfianza de casi todos, la de los inversores extranjeros y la de los argentinos, la de los dueños de grupos económicos y de farmacias o kioscos de golosinas. La desconfianza de los grandes fondos de inversión y también de los ahorristas de US$200 por mes.
- El ministro de Economía, Martín Guzmán, pobre, hace lo que puede. Y lo que puede es muy poco. Le empoderaron demasiado tarde. Su palabra ya no tiene el mismo valor que cuando asumió. Es casi suicida que siga repitiendo que no van a devaluar. Todo el país escucha y entiende lo contrario.
- Es peligroso que aclare que no hay de qué preocuparse porque el nivel de reservas alcanza los 40 mil millones de dólares. Porque economistas serios como Guillermo Calvo, interpretan que el ministro está agregando, a la cuenta, los dólares de los depositantes argentinos.
- Es decir: el temor de que, al final, una vez más, dispongan de nuestros ahorros. El “dólar Cristina” y el “dólar Grabois” son, en el fondo, el mismo billete con dos caras. El “dólar Cristina” es el que le impide al Presidente gobernar sin condicionamientos. Y ya no es una sospecha del mercado: lo saben hasta los niños de la escuela primaria.
- El “dólar Grabois”, el que alienta la toma de tierras, espanta a todo el sector productivo. ¿Quién va a poner un peso en un país donde el Jefe de Estado no ejerce su autoridad, y la vicepresidenta propone una agenda delirante de venganza e impunidad? ¿Quién va a apostar un peso en un país donde la propiedad privada está en duda, y no se castigan los graves hechos de corrupción?
- El “dólar Cristina” es el “dólar Vicentin”. Alberto Fernández todavía no había asumido, gente como Grabois, Hebe de Bonafini, Oscar Parrili, Luis D’Elia y otros, ya le estaban marcando la cancha. El candidato aún atendía a los periodistas críticos. Y, en privado, definía a cada uno de estos personajes como “loquitos sueltos” sin líder ni conducción. En menos de un año de gobierno, su teoría política voló por los aires. A los “loquitos sueltos” los banca Cristina. Si no fuera así, la vicepresidenta los debería haber salido a desautorizar. Y el mismo razonamiento corre para el Presidente.
- Si Alberto Fernández no sale a desautorizar las tomas de Guernica, la del campo de Luis Miguel Etchevehere y las de Mascardi con la misma energía, el dueño del kiosco de la Paternal va a seguir leyendo que vienen por sus ahorros.
- En ese sentido, Patricia Bullrich tiene razón: “Tiene que decidir, de una vez, de qué lado está”. El otro gran problema del Presidente, es que está consumiendo su capital político a un ritmo vertiginoso. Las últimas encuestas incluyen un dato, para él, muy inquietante. La mayoría, ahora lo coloca como el principal responsable de todos los males argentinos. Incluso, por encima de Macri. Lo hacen responsable del mal manejo de la cuarentena y el desastre económico que viene provocando. Por supuesto, no solo a él. También a Cristina y a su hijo Máximo Kirchner.
- Pero lo más llamativo de este proceso es el ritmo de deterioro. ¿No registran el humor social? Guzmán, por ejemplo, camina por la Cornisa, pero del lado de afuera. La semana pasada, el Presidente le habría dado un ultimátum: “Tenés dos semanas para arreglar el tema del dólar”.
- Si durante la semana que se inicia el blue supera los 200 es probable que haya o un cambio de gabinete o una devaluación brusca, en vez de las micro devaluaciones que el ministro le prometió al mercado. A pesar de lo que dicen y lo que callan en público, tanto el Presidente, como Cristina y también Sergio Massa, creen que este ciclo de la política económica está agotado.
- A Alberto le gustaría que Roberto Lavagna se hiciera cargo de la economía, con plenos poderes y absoluto control. El exministro no tiene ganas ni fuerzas. Tampoco paciencia para lidiar con Cristina y su órgano.
- A Massa le encantaría Martín Redrado, pero, hasta este fin de semana, el veto de Cristina por haber testimoniado contra ella en la causa dólar futuro seguía pesando más que los deseos del presidente de la Cámara de Diputados.
- En todo caso, ambos contemplan la posibilidad de que sea el propio Guzmán, el que anuncie la devaluación, antes de presentar la renuncia. ¿Y Cristina, que preferiría? Hay dos versiones contradictorias. Una indica que la vice no se mete en política económica, porque ese es territorio exclusivo del presidente. Es inverosímil. La otra versión señala que Cristina, en el fondo, piensa como su hijo Máximo Kirchner. Que sueña con la revolución inconclusa. Con la idea de que la economía tiene que estar subordinada al Gobierno.
- ¿Cuál sería su plan? Ahogar, todavía más, al sector privado con impuestos, confiscaciones, multas y quitas. Proponer una reforma electoral, que elimine las PASO para evitar una derrota en las legislativas del año que viene. Imponer una reforma judicial para perseguir a opositores, medios y periodistas críticos, y sindicalistas y empresarios que estén contra el modelo.
- En este contexto, los cinco miembros de la Corte Suprema, están recibiendo fuertes presiones del Gobierno para dictaminar a favor de los desplazamientos de Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. Sería el puntapié inicial para el inicio de la “revolución”. Los cinco cortesanos ya entendieron que no hay una salida intermedia. Todos se llevan muy mal entre sí. Pero también saben que tarde o temprano, Cristina irá por ellos.
- Eso, y el miedo de pasar a la historia como la Corte que abrió la puerta al desastre, es lo que hace dudar a todos, menos a su presidente, Carlos Rozenkranz, quien ya decidió dar la razón a los tres jueces que se niegan a dejar sus puestos.
- En las manos de Lorenzetti, Rosatti, Maqueda y Highton de Nolasco, está la posibilidad de evitar que los megalómanos Cristina y Grabois se terminen llevando al mundo por delante. Y que a los argentinos, nos hagan chocar de frente contra una pared.
- Fuente La Nacion