Con una inflación que finalizará el año en alrededor del 36% y una pérdida del salario real de los trabajadores del sector privado registrado cercana al 5% respecto del año pasado, la opción de los consumidores por las primeras marcas de consumo masivo fue deshilachándose durante la pandemia. Expectantes frente a esa situación, en casi todas las categorías las segundas marcas crecieron más que las líderes en las góndolas, aún en medio de la retracción generalizada del consumo.
Según las mediciones de la consultora Scentia, las segundas marcas facturaron 47% más en el último año móvil mientras que las marcas propias lo hicieron 43% y las primeras marcas, 40%. Si se les descuenta el impacto inflacionario (38,4% en las góndolas, según la consultora), el crecimiento en volúmenes fue apenas escaso. Según el dato que arroje diciembre, el 2020 podria terminar con un consumo “flat”, estimado entre -0,5 y +0,5%, cuenta Osvaldo del Rio, titular de Scentia.
En la cima de las categorías de segundas marcas que más crecieron, según los datos de la consultora, figuran las conservas de tomates, que facturaron 143% más en el último año. Según una recorrida hecha por Clarín, entre las segundas marcas de este segmento, en las góndolas se exhiben productos de Alco, Surcos del Valle, Doña Pupa y Corper, entre otras.
Las yerbas de las segundas marcas subieron 63% y ya ocupan el 6,3% del mercado. Entre ellas están La Tranquera, El Chasqui, Verde Flor, La Cumbrecita y Don Satur.
En yogures, la variación en la facturación neta de las segundas marcas fue del 102%; en arroz, del 140% y en quesos blancos del 130%, según Scentia.
En la recorrida por las góndolas, tanto de supermercados como de autoservicios de barrio, aparecieron muchas marcas menos conocidas por los consumidores pero que tuvieron una buena performance -en este año signado por la pandemia- según cuentan los comerciantes.
Por ejemplo, Vida, Ramolac (con planta está ubicada en la localidad de Ramona, en plena cuenca lechera santafesina) y la Suipachense tallan en la categoría de yogures, así como entre las mantecas lo hacen Inty y La cabaña de Rosario, ambaselaboradas por la cooperativa La Cabaña.
Luz Azul, especializada en lácteos, es otra de las marcas que cosechó mejores ventas durante los últimos meses. “Al principio de la cuarentena, la vimos muy difícil porque se había caído enormemente la venta mayorista con el cierre de locales gastronómicos. Hubo un descenso muy fuerte de venta de muzzarella y varios tipos de quesos que nos compraban en cantidad”, explicó a la revista Enretail, Gabriela Benac, dueña de la láctea.
“Pero con el paso de las semanas y atendiendo al cambio de consumo en sus locales consiguieron acomodarse”, según esa publicación. “Las ventas del queso cremoso se cuadruplicaron, lo que antes se vendía en un mes ahora se vende en una semana. Ahí tuvimos que cambiar la línea de producción y enfocarnos en este queso blando que era lo que el cliente más compraba”, explicó la empresaria.
Benac está al frente de Luz Azul desde el 2012. En la planta, ubicada en Azul, procesan 80 mil litros diarios de leche fluida, elaboran más de 48 productos y emplean a 110 personas de manera directa. Fabrican quesos (de pasta blanda, semiduros, hilados y de pasta dura), crema de leche, ricota en dos presentaciones, a lo que se agrega un dulce de leche “premiado”, cuentan con orgullo. Segun los datos de Scentia, la categoría de dulce de leche en segundas marcas facturó 85% más en el último año (hasta noviembre).
En aceites, según comentó un distribuidor mayorista, las segundas marcas que lograron mucho impulso en las ventas fueron Primor, Clovelly y Mamá cocina, de Molino Cañuelas, entre otras.
Sin embargo, no todas fueron rosas para los fabricantes de las segundas y terceras marcas del mercado durante este año. “El principal factor que jugó en contra fue el de los Precios Máximos que, por suerte, ahora se están flexibilizando”, confió un fabricante de marcas blancas y propias que prefirió el anonimato.
El empresario explicó: “Cuando las primeras marcas tienen topes de precios, maximizan su beneficio, porque -aunque reducen su rentabilidad- crecen mucho en volumen y con eso terminan compensando la caída de la rentabilidad. Las grandes multinacionales, al tener “espaldas” para hacer frente a los costos, reciben un envión muy fuerte en participación de mercado, las hace más contundentes”, opinó.
En cambio, las segundas marcas no tienen esa posibilidad. La situación fue de mayor fragilidad en el caso de los artículos de cosmética y cuidado de la ropa, donde juegan marcas líderes muy fuertes y donde el impacto negativo para las segundas marcas fue mayor, según la misma fuente.
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