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Mientras el independentismo catalán se apura a tejer acuerdos para lograr que el próximo gobierno de la Generalitat sea soberanista y conduzca sin dilación a la república propia, el resultado de las elecciones del domingo en Cataluña le abrieron las puertas del Parlamento a una fuerza impensada en el complejo tablero de la política catalana: Vox.
Este partido de ultraderecha, que nació en 2013, logró el 7,69 por ciento de los votos, que se traducen en 11 diputados, y convierten a esta derecha rabiosa en la segunda fuerza anti-independentista -después del Partido Socialista de Cataluña (PSC) que venció en votos con el ex ministro de Salud Salvador Illa como candidato- y en el cuarto partido en representación parlamentaria detrás del PSC y de los separatistas Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y Junts per Catalunya (JuntsXCat).
“Vox puede ser decisivo y puede formar un gobierno con aquellos partidos que tengan una clara voluntad de acabar con el proceso separatista que llevamos sufriendo los catalanes durante años”, dijo a Clarín el cabeza de lista de Vox, Ignacio Garriga, días antes de los comicios del domingo.
“En torno a los grandes pactos, se ha demostrado aquí en España que ir el juntos no es una garantía de que esas mayorías sean mayores. Al revés, es todo lo contrario. Creo que lo bueno que aporta Vox es aire fresco, es contundencia en el mensaje, es coherencia”, agregó Garriga, que se recibió de odontólogo y tiene 33 años.
Una protesta contra la llegada del partido de ultraderecha Vox, al Parlamento de Cataluña, este lunes en Barcelona. Foto: AFP
Entre los conceptos base del mensaje de Vox en campaña para Cataluña, Garriga denunciaba que “el separatismo y el buenismo progre están permitiendo que el islamismo esté creciendo en Cataluña día a día -fueron sus palabras en un encuentro virtual organizado por la Agencia Efe en el que participó Clarín-. Hay datos. Hace unos días, datos del Ministerio del Interior detectaban que el 30 por ciento de las detenciones yihadistas se producían en Cataluña. Eso demuestra que la islamización de Cataluña es real, no es inventada”.
El domingo, mientras se acercaba a votar en el campus La Salle Bonanova, en Barcelona, un grupo de activistas Femen se le acercó a los gritos, con el torso desnudo y pancartas que reclamaban “No es patriotismo, es fascismo”.
El resultado electoral que Vox celebra en Cataluña se suma al camino ascendente del partido liderado por el ex militante del Partido Popular (PP) Santiago Abascal, que ya es la tercera fuerza en el Congreso de los Diputados de España.
En Cataluña, Vox desangró en las elecciones del domingo a los otros dos partidos de derecha y centro-derecha que agonizan en representación del constitucionalismo en tierras independentistas. En particular Ciudadanos, el liberal que en las elecciones catalanas de 2017 arrasó en votos y logró sentar en el Parlamento a 36 de sus diputados pero que, esta vez, sólo lo hará con 6.
Se suman los módicos 3 escaños del Partidos Popular, más de tres veces menos de los conseguidos por Vox.
Los independentistas, a la cabeza
De cualquier modo, la aritmética catalana parece favorecer una vez más a los partidos independentistas que, unidos, superarían las 68 bancas en el Parlamento que son necesarias para lograr la mayoría.
Pere Aragonès, el soberanista de ERC más votado, quiere cerrar cuanto antes acuerdos con sus socios separatistas y con el partido que representa a Podemos en Cataluña, En Comú Podem.
Se presentará sin duda como candidato al debate de investidura y ya avisó que le solicitará al gobierno nacional un referéndum acordado de autodeterminación para que los catalanes puedan elegir si quieren seguir dentro de España o no.
El ganador de las elecciones del domingo, Salvador Illa, anunció que hablará con todas las fuerzas políticas, excepto con Vox, para tratar de pactar su investidura como presidente de la Generalitat.
Objetivo tan arduo como ambicioso. Tal vez imposible.
Madrid. Corresponsal
CB
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