“A partir del escándalo de las vacunas VIP vamos a ver más clientelismo. En medio de la emergencia, el Gobierno reforzará su presencia en el conurbano, el bastión de Cristina Kirchner y de La Cámpora y el lugar donde se libra la gran batalla”. Es ese el pronóstico del periodista Carlos Pagni, columnista de LA NACION y uno de los más brillantes analistas políticos de este tiempo, al evaluar el impacto de la crisis en el gobierno de Alberto Fernández.
Las vacunas son un bien escaso y Pagni lo resume en dos cifras: habitualmente se fabricaban 3500 millones de vacunas por año y hoy se necesitan más de 10.000 millones. “La vacuna tiene un componente emocional muy comprensible, porque toda la dirigencia nacional e internacional comunicó cosas durante la pandemia que llevan a uno estar aterrado”, afirmó, en una entrevista con LA NACION.
En ese contexto, además, el clientelismo metió la cola en una etapa política inédita en la Argentina, donde el Presidente recibe y cumple órdenes de la vicepresidenta. “Cristina Kirchner y Alberto Fernández tienen una relación de subordinación total. La pelea del Presidente con la Justicia independiente y los medios es el signo de su mayor subordinación”, define el columnista y experto en historia.
Su mirada se extiende al impacto de las condenas penales contra Lázaro Báez, Amado Boudou y Milagro Sala (“hay un Poder Judicial que funciona y está dando resultados saludables”, advierte) y la caída en desgracia del ministro de Economía, Martín Guzmán, a los ojos de la jefa del Frente de Todos.
Las reflexiones de Pagni volverán el lunes, a las 22, a la renovada pantalla de LN+, con el regreso de su programa “Odisea Argentina”, donde marca el pulso de la agenda política de la semana.
-¿Qué impacto tiene el escándalo de las vacunas VIP?
-Esto que nos llama tanto la atención con la vacuna es lo que viven cuatro millones de pobres todos los días en los conurbanos de las grandes ciudades. Para tener una vacante en el colegio, una cama en el hospital o un turno para una cirugía tenés que tener un contacto con el puntero, con tu “pequeño Ginés”. No nos asombremos tanto de la arbitrariedad del Estado en la asignación de los recursos porque estamos en un país con un gran aparato clientelar, donde la política se transforma no en un agente igualitario, sino en un agente diferenciador.
-¿Cómo lo afecta al gobierno de Alberto Fernández?
-Arruina uno de los dos ejes políticos que tenía el plan electoral del Gobierno. Uno era la vacunación. El otro, el acuerdo con el FMI, que también está naufragando. La idea de la vacuna también supone el clientelismo y la apropiación por parte de una facción de lo que te da el Estado: que es el Gobierno te vacuna y te salva. O, mejor todavía, La Cámpora te vacuna y te salva.
-¿Qué provoca más irritación: la distribución discrecional de las vacunas o los intentos de justificación?
-Todo. Y, además, los intentos de justificación no solamente irritan. Especialmente preocupan. Porque si la misma cabeza que está razonando así para justificar es la que piensa el acuerdo con el FMI, la política internacional, el futuro de la política sanitaria, la situación de los pobres, la política monetaria, estamos perdidos. Y todo se corona con el ataque a los medios.
-¿Tiene explicación el enojo del Presidente con la prensa?
-Lo que nos tiene que explicar el Presidente es por qué hay un periodista privilegiado -Horacio Verbitsky- que tuvo la vacuna antes que el resto del universo.
-¿Cómo repercute en el escenario internacional la reacción de Fernández contra la prensa, junto al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador?
-Lo más grave es que, antes de recibirlo, se vacunó López Obrador diciendo al pueblo mexicano: no me confundan con este que viene ahora porque acá no hay vacunación clandestina. El primero en hablar de vacunas fue López Obrador. Alberto Fernández organiza un viaje a México, que es su aliado, y de golpe tiene que explicar porquerías que se cometen en Buenos Aires. ¿Cómo no se va a enojar?
-¿El Estado no tiene capacidad para atender una emergencia?
-Nosotros tenemos una decadencia de la función estatal desde mediados de los años 70. Cuando llega una emergencia se ve la decadencia del Estado, de la calidad del servicio público. Es como un líquido de contrastes, que permite ver mucho mejor esas deficiencias. A eso se le suma el clientelismo. A mí me encantaría que La Cámpora u otra organización pusiera plata de su bolsillo y ahí sí vacunara con pecheras. Y es más llamativa la ausencia de esta noción de lo público en un grupo estatista, que retóricamente hace una fuerte defensa del Estado.
-¿El escándalo de las vacunas VIP marca un límite? ¿Habrá un freno de estas prácticas?
-Esto lo vamos a ver más, porque en medio de esta emergencia, este oficialismo reforzará su presencia en el conurbano, que es donde se libra la gran batalla. Es el bastión de Cristina, es el bastión de La Cámpora y el lugar donde Máximo Kirchner construye su poder. A partir de esta crisis vamos a ver más clientelismo. Espero que no más prepotencia.
-¿Cómo es hoy la relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner?
-Tienen una relación de subordinación total. Y subordinación excesiva: Fernández hace más de lo que le piden. Cristina no le pidió a Alberto que declare servicio público a las telecomunicaciones. Lo hizo él, expresamente para demostrarle a Cristina que puede ser más duro con Clarín de lo que ella soñaba. Nadie pidió que la comisión para reformar la Justicia fuera la Comisión Beraldi. Eso lo hizo Alberto sin que se lo pidan.
-¿Hay una sobreactuación?
-Total. Y esta subordinación tiene su mayor expresión en la forma en que Alberto ha desistido de defender su programa económico y de defenderlo a Martín Guzmán frente a las órdenes de Cristina Kirchner. La vicepresidenta ya terminó con el programa con el Fondo el día que le dijo a Guzmán que durante este año no quería aumentos de tarifas. Eso desbarató toda la política fiscal.
-¿El ministro Guzmán perdió el crédito que tenía después del acuerdo con los bonistas privados?
-A Guzmán se le había armado un mundo muy favorable. La soja en un precio espectacular y un acceso directo al equipo económico del gobierno de Estados Unidos. El problema es que se le puso el Gobierno en contra. La política energética, la captura de YPF para su politización, la adopción de una política de precios totalmente ligada al programa electoral y la suspensión de la política de devaluación gradual para ir acompañando la inflación son decisiones electorales que se toman en un círculo mucho más cercano a Cristina, que dejan desamparado al ministro de Economía y sin la protección del Presidente. Una figura muy gravitante es Axel Kicillof. Esta es la mayor subordinación de Fernández a Cristina.
Carlos Pagni
-¿En qué medida la suerte electoral del kirchnerismo está atada a una percepción de mejora en la economía?
-Eso es central. A Alberto y a Cristina se los votó con un mandato: sacanos de la recesión. Para el Gobierno es vital mostrar un resultado de reanimación económica. El problema es que, para funcionar, la estrategia de Cristina requiere dosis cada vez más grande de regulación y de prepotencia. Con recursos todo es fácil. El problema es que están haciendo populismo sin plata.
-¿Qué impacto político puede tener la condena de 12 años de prisión a Lázaro Báez?
-Se empieza a demostrar algo que cualquier abogado sabe, por eso el más lúcido fue Eugenio Zaffaroni. Puede haber mucha politización de la Justicia, pero todavía algo pesa el expediente. Sobre todo cuando se llega al juicio oral, que es una gran puesta en escena de todo el caso y ahí se reduce muchísimo el margen de manipulación. Por esa razón Zaffaroni habló del indulto o de la amnistía. Técnicamente no hay otra forma. Una decisión política.
-¿Se puede esperar otra ofensiva contra los jueces?
-Hay un Poder Judicial que funciona y está dando resultados saludables. Cuidado, es una advertencia también para Macri, que tiene un par de causas, sobre todo la que tiene que ver con organismos de inteligencia. En cualquier sistema de Estado de Derecho el límite del poder es la justicia independiente y la prensa libre, con las que Fernández se pelea cada vez más. Y esa pelea es el signo de su mayor subordinación a Cristina, que es una subordinación conceptual. Sin darse cuenta de que el día en que ya no represente nada de renovación, ya no le servirá más a Cristina. Para leal, mejor Parrilli.
-¿En qué se diferencia el gobierno de Fernández respecto de los anteriores gobiernos kirchneristas?
-Hay tres diferencias importantes. Adopta cada vez más una orientación antimercado, intervencionista, estatista, sin los recursos y sin el contexto económico en el que operó, sobre todo, el gobierno de Néstor Kirchner. Este es un oficialismo con un diseño endemoniado, donde el poder está en el segundo, no en el primero. El poder no está arriba, como está siempre, ni al costado (como Lula con Dilma). Nunca se vio que el segundo le diera órdenes al primero. Y la mayor rareza es que eligieron al primero no por su lealtad, sino por sus diferencias. Cristina lo eligió porque nos hizo creer que pensaba distinto. Este artefacto lo único que genera es incertidumbre, por eso es repulsivo a la inversión. Y otro dato que lo vuelve distinto a experiencias anteriores, es que hay una oposición con el 41% de los votos.
-¿Esa aparente fortaleza de la oposición hace que el poder esté más repartido?
-La cancha está más equilibrada. El poder es más competitivo, siempre y cuando la oposición se mantenga medianamente coordinada y cohesionada. En el último mes veo un descongelamiento de la oposición y un creciente conflicto interno, que no sé a qué nivel de dispersión va a llegar.
-¿Puede haber una ruptura en la oposición?
-Juntos por el Cambio está volviendo de Gualeguaychú. Hubo un pronunciamiento muy importante dentro de la UCR, ligado a Ernesto Sanz, a Mario Negri y Jesús Rodríguez, que era muy cercano a Macri y hoy rompió con el expresidente. Hay una interna radical muy importante en la provincia de Buenos Aires, por la conducción del Comité Provincia. Vemos a Martín Lousteau recorriendo provincias y esto quiere decir que está pensando en un proyecto presidencial, lo que abre una tensión con Rodríguez Larreta Hay discusiones por candidaturas en la Capital. Hay que mirar también a Elisa Carrió.
-¿Esa dispersión puede favorecer al Gobierno?
-El oficialismo busca ganarle a la oposición, pero tiene una jefatura nítida. La oposición le tiene que ganar al Gobierno y, además, en la misma pelea debe resolver su propio liderazgo, para ver quién lleva la bandera más competitiva a 2023. Hasta dónde esa segunda operación puede ser coordinada o empiezan a perder votos por pelearse entre ellos es una pregunta importante. En Venezuela, una de las claves del poder de Maduro es la dispersión opositora.
-¿El escenario que ubica a Larreta como el candidato más firme para 2023 no está definido?
-Puede ser el resultado final de un proceso. Pero el proceso está en marcha. Puede ser el punto de llegada, pero no es el punto de partida.
Carlos Pagni