Por Santiago Fioriti
Jueves, 14.05. En Luján, y en cada rincón del país que había seguido el caso por televisión durante 72 horas, todavía se respiraba la emoción por la aparición de M., pero la atención mediática se trasladaba al escándalo que acababa de protagonizar Sergio Berni, primero empujando y amenazando a Eduardo Villalba, el secretario de Seguridad de la Nación, y luego lanzando insultos hacia la ministra Sabina Frederic, a la que calificaba abiertamente de hipócrita e inútil. En Plaza de Mayo una movilización de piqueteros exigía terminar “con el ajuste y el hambre” y a los manifestantes se los podía identificar desde los despachos de la Casa Rosada porque pasaban caminando a metros de las rejas negras que separan el edificio de la calle Balcarce. El grupo de chat que nuclea a los ministros vibró entonces por primera vez.
El mensaje se disparó desde el celular de Vilma Ibarra. “Los empujones, los gritos y los insultos del ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires contra el Secretario de Seguridad de la Nación, y que hizo extensivos a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, son de una violencia intolerable. Los adversarios no están adentro sino afuera. No lo podemos permitir. Somos el Frente de Todos. Es entre todos y todas y esto lástima, y mucho, el trabajo conjunto”, decía el texto. No se trata de una reconstrucción de Clarín. Es el textual.
La secretaria Legal y Técnica de la Presidencia encendía la mecha y pasaba a impulsar un fuerte respaldo hacia Frederic. Las mujeres con más poder del Gabinete, que comparten con ella la agenda feminista y acaso habían digitado juntas el mensaje antes de ser enviado, se plegaron enseguida y formaron una especie de scrum. La ministra de Salud, Carla Vizzotti, y la de Mujeres, Género y Diversidad, Elizabet Gómez Alcorta, hablaron de un “límite” y fomentaron el enojo colectivo. “¿Hasta cuándo hay que bancar a este tipo?”, se preguntarían a lo largo del día.
Con palabras más cuidadas, aunque respetando el espíritu de las charlas reservadas, Gómez Alcorta difundió un tuit en el que felicitaba a Frederic y castigaba a Berni, pese a que hasta no hace tanto la orden oficial era no contestarle para no herir la susceptibilidad de quien lo designó en su cargo y a quien el ministro de Seguridad considera como su única jefa: Cristina Fernández de Kirchner.
Cecilia Todesca, vicejefa de Gabinete y del ala albertista del Ejecutivo, prefirió como siempre ser reservada en el chat, pero se mostró furiosa en privado y mantuvo un diálogo directo con sus compañeras de Gabinete para coordinar acciones. Sobrevolaba entre ellas una cuestión de género pero, antes que eso, la decisión de marcar un posicionamiento político.
Varias hablaron con Alberto Fernández. Una de ellas aseguró que el primer mandatario se ocupó de “elevar el enojo” a quien tenía que hacerlo, sin mencionar los apellidos Kirchner y Kicillof . En cambio, un ministro hombre lo negó. “Te aseguro que Alberto la dejó pasar. Siempre tiende a minimizar los conflictos”, dijo.
Las funcionarias avanzaron con acciones. Una de ellas fue difundir un breve y contundente texto del colectivo Mujeres gobernando, que involucra a 256 mujeres de los más altos cargos de la Nación (en realidad son más, pero ese es el máximo de persona que permite WhatsApp para los grupos). En dos tuits exigieron el fin de la violencia y de los agravios contra Frederic. Esas integrantes fueron lapidarias con el ministro bonaerense durante la conversación en la que se debatió el contenido del mensaje, aunque no solo con él. Hablaron de misoginia, de machismo y, a la vez, de falta de voluntad política para que cesen los ataques.
La rebelión interna de las mujeres llegó rápido al Presidente. No podía no llegarle: aunque nunca interactúa en el grupo de ministros, él también lo integra. Esta vez tampoco dijo nada. Sí se plegaron varios hombres: “Coincido” o “estoy de acuerdo”, escribieron, entre otros, los ministros Claudio Moroni (Trabajo), Matías Kulfas (Producción), Agustín Rossi (Defensa) y Matías Lammens (Turismo y Deportes). Para sorpresa de muchos el que también se sumó y abandonó el ostracismo fue Gustavo Béliz, a quien -dicho sea de paso- se lo nota cada vez más enigmático.
Los dardos no tardaron en llegar a La Plata. “Buscan mi cabeza”, pronunció Berni en la intimidad. No apuntaba a las mujeres. Apuntaba directamente a Alberto Fernández. En el entorno del Presidente lo negaban. “Sergio quiere subirse el precio. Está en campaña. Que se ocupe el gobernador de echarlo o de mantenerlo en el cargo. Es un problema de él“, transmitían en despachos cercanos al de Alberto.
Fernández y Kicillof hablaron varias veces durante este año y tres meses de gestión sobre el rol de Berni. En su último pedido, ya hace unos meses, Fernández intentó ser claro: “Ordenalo vos”, le pidió. Kicillof no pudo, no quiso o no lo dejaron. Hay quienes conjeturan que el mandatario ni siquiera insinuará el reemplazo de su ministro mientras Cristina lo sostenga. Él, además, lo utiliza como un escudo.
Los intendentes del PJ que menos lo quieren recuerdan que Axel no habla casi de cuestiones de seguridad, mientras el delito escala. Lo deja a Berni pasearse por canales de televisión, que en general lo convocan porque sus frases y su estilo atrapan a los televidentes y a determinados conductores, que lo tratan como si fuera un hombre de la farándula y no un dirigente político.
Frederic resiste a veces con paciencia y a veces con iracundia los embates contra ella y su ministerio. Quienes la describen con carácter dócil se equivocan. Debieron haberla escuchado cuando un colaborador le llevó las novedades de los episodios en Luján. Había terminado una entrevista radial. Uno de sus asesores agradeció que los periodistas no estuvieran al tanto de los episodios. Ayer, 48 horas después de los incidentes, Frederic habló del “egocentrismo” de su colega y dijo que sus acciones son “un problema mayúsculo”. Por supuesto, Berni le contestó: la volvió a acusar de inacción. Y apuntó contra la Rosada: dijo que cuando hay conflictos lo dejan solo.
En el entorno de Kicillof se desentienden de la movida de Nación. “Nadie le hizo llegar a Axel ninguna queja. Pero ninguna, eh“, aseguran en la Gobernación. Los colaboradores del mandatario describen los hechos en Luján como “desafortunados pero anecdóticos” y resaltan: “El operativo de búsqueda de M. funcionó y eso es lo importante”. Quizá tuvieron ganas de decir lo que Berni grita en privado: final feliz para M. pese a la no colaboración de la Nación.
Kicillof habló el viernes, por separado, con Alberto y con Cristina. ¿Será cierto que ninguno se refirió a los episodios de violencia? Hay versiones encontradas. Lo que sí empezó a perder fuerzas es el rumor de que Berni tenía chances de encabezar la boleta de diputados nacionales por la Provincia para este año. Salvo que Cristina y Máximo Kirchner se encaprichen y quieran hacer campaña a espaldas del Presidente y de sus ministros.
Esta semana Máximo se aseguró la conducción del PJ bonaerense. Aunque tuvo que abrir la lista -que será la única- a intendentes y peronistas clásicos que no comulgan con La Cámpora logró quedarse con un sello que le resultará vital para su proyecto de poder y el de su agrupación. Podría asumir la presidencia en mayo. Quienes lo criticaban y prometían rebeldía -con excepción de Fernando Gray, el intendente de Esteban Echeverría- dejaron de hacerlo o solo lo hacen en conversaciones de sobremesas que luego no prosperan. Máximo lo sabe y desconfía de muchos que hoy le palmean la espalda. Por ahora le sirve: suma y sigue. Ya vendrán nuevas peleas.
Fuente Clarin