La inflación es por supuesto un fenómeno monetario por definición; es el aumento del promedio de los precios en relación a la moneda. Para entender las causas me gusta pensarla como una velocidad; el ritmo al cual se mueven los precios. Vista de ese modo y dependiendo de la pregunta que uno quiera contestar, resulta aconsejable mirar la velocidad en un período puntual; por ejemplo, para entender cuánto tardo en llegar a Mar del Plata resulta irrelevante la velocidad instantánea cuando estoy parado en el peaje (0) o el ritmo que alcanzo al pasar un auto en una recta (140 kmh), pero para el radar que disparará mi próxima multa el promedio es irrelevante.
Luego, que la velocidad se exprese en kilómetros por hora es una convención; cuando el velocímetro marca 140kmh eso no quiere decir que hice 140 kilómetros en la última hora, ni que voy a mantener esa rapidez en la próxima. Seguramente sería más preciso decir que voy a 38,89 metros por segundo, pero como estamos formateados para pensar en kilómetros por hora, nadie entendería si voy rápido o despacio si yo dijera que voy a 50 metros por segundos, aunque todo el mundo entendería que ahora voy mas rápido que cuando venía a 38,9.
Una cosa parecida ocurre con los precios. El INDEC nos acaba de decir que la inflación de marzo fue de 4,8% y que en los últimos doce meses acumula 42,6%, sin embargo aunque esta claro que el 4,8 es mayor al 3,6 del mes pasado, el dato expresado de esa manera no nos permite formar una representación mental correcta del problema y el 42,6 interanual es tan desinformativo respecto de la velocidad a la que están corriendo los precios hoy, como lo es mi promedio de 100 kilómetro por hora yendo a Mar del Plata, cuando me engancha el radar pasando a 140 por Atalaya.
Anualizado, que sería el análogo a expresarlo en kilómetros por hora, el 4,8% de marzo equivale al 75%. Eso no quiere decir que el 2021 cerrará con ese guarismo, sino que ese sería el valor interanual si la nominalidad de la economía siguiera aumentando 4,8% por doce meses. Dicho de otra manera; hoy los precios corren al 75% anualizado y ese es el dato que mejor refleja la gravedad del problema; la velocidad actual.
Las causas
Que el nivel de precios lleve seis meses corriendo por arriba del 58% anualizado es la consecuencia de haber hecho una cuarentena mas larga que la que podíamos pagar. Sin moneda y sin crédito, cada mes de cierre le costó al Banco Central una emisión extra de $ 250.000 millones para financiar al Tesoro y esa es la razón por la cual el Gobierno resistía todo lo que podía el regreso a una fase 1 y termina cerrando las escuelas y la actividad nocturna, porque desde el punto de vista costo-beneficio, logra reducir la circulación con relativamente bajo impacto en la actividad; si el IFE+ATP y la caída en la recaudación le costaban un cuarto de millón por mes, hoy el bono de $ 15.000 a AUH y monotributistas del AMBA, más los Repro le insumirá 35.000 millones (asumiendo que el auxilio de $ 18.000 llega a 300.000 salarios mensuales).
El gobierno enfrentó la primera ola monetaria con tres diques; la absorción de liquidez por con Leliqs, el endurecimiento del cepo cambiario (más restricciones para personas y empresas) y los controles de precios (máximos, cuidados y regulados). El resto de los precios no controlados reciben la presión de los pesos que no quieren ser atesorados y van ajustando en función de sus posibilidades; primero los activos financieros como el dólar, segundo los sustitutos del billete verde como los autos y los electrodomésticos, tercero los que no tienen competencia externa como los textiles y así sucesivamente.
Por eso, mientras que la inflación núcleo fue del 45,7% en los últimos doce meses y los precios regulados subieron la mitad (22,5%) haciendo de ancla, los estacionales (frutas y verduras, textiles, colegios, turismo, etc) fuera del alcance del Gobierno treparon 67,9%. Esto último es extraño porque por definición de precio estacional no debería subir por encima del promedio a lo largo de un año; los alquileres en Mar del Plata, por mencionar un ejemplo, suben en enero, pero bajan cuando termina la temporada y si cuando llegan los modelos de otoño los textiles están 80% por encima del otoño pasado, eso no obedece a una cuestión estacional, sino que refleja el estrago que hace el sobrante monetario en los precios libres que no sufren la manipulación del Gobierno.
Dar cuenta de por qué en un mes particular los precios aumentan 4,8 y no 3,6 ya es un poco mas difícil. En efecto de un mes al otro hay cuestiones estacionales; por ejemplo, la educación subió 28,5% en marzo por efecto de la actualización de las cuotas, que prácticamente no habían sufrido aumentos en 2020. Los costos de los productores también volaron, con los insumos importados subiendo 7,4% en febrero, los productos agrícolas 9,4% y la energía eléctrica 8,7%.
En un contexto de estabilidad, el tipo de cambio es el encargado de amortiguar los aumentos en los precios internacionales, apreciando la moneda local, pero como nosotros estamos encepados hasta los dientes, el dólar oficial que se aplica al comercio internacional solo sube y aunque se puede atrasar en términos reales dejándolo correr menos que la inflación, ese mecanismo de apreciación no amortigua un shock de corto plazo como el que observamos en los últimos meses.
Por último, la incertidumbre respecto de un eventual regreso a fase 1, con más medidas de control de precios y dificultad creciente en el acceso a importaciones, genera comportamientos de cobertura que producen un efecto de profecía auto cumplida sobre los precios y la formación de expectativas de aquellos agentes que aplican una lógica adaptativa proyectando la inflación futura en función de la pasada, le imprime inercia al proceso hacia delante.
SN
Fuente Clarin