Gabriel Pigliacampi sabía que no tenía tiempo. Había perdido mucha sangre, tenía los labios secos y el pulso caía. Ya había llamado al 911, pero imaginó que con eso no alcanzaba. Por eso sacó su celular y comenzó a grabar: “Me pegaron un tiro, por favor miren, me pegaron un tiro. Estoy en la plaza Santa Rita, me quisieron robar la camioneta, tengo un tiro”, grita desesperado en las imágenes que luego se viralizaron.
El mensaje iba dirigido a un grupo de WhatsApp integrado por periodistas de la zona oeste, colegas de Pigliacampi. Lo grabó en la plaza Santa Rita de José C. Paz, mientras era asistido por una mujer que intentó hacerle un torniquete con una camisa para frenar la pérdida de sangre.
El periodista de 47 años llegó a enviar el video antes de desmayarse. Fue en ese momento cuando llegó la Policía, alertada por un llamado al 911 que él mismo había realizado mientras corría en busca de ayuda.
“Al ver mi estado, el comisario decidió subirme al patrullero y llevarme al hospital. ‘Hay que trasladarlo porque se nos va’, escuché que dijo antes de que me metieran en el móvil”, le cuenta Gabriel a Clarín, desde su casa de San Miguel.
Pasó una noche internado en el Hospital Mercante, donde decidieron no operarlo por el riesgo que implicaba intentar extraer la bala, que quedó alojada en el abdomen. “Me dijeron que podían derivarme, pero ante la demanda que hay por coronavirus preferí controlarme en mi casa. Tengo que estar atento a la fiebre y tomo calmantes para los dolores”, explica Gabriel, que estudio Enfermería.
La bala le entró por la espalda, cerca del rinón, recorrió el abdomen y subió desde la zona del ombligo hasta abajo de la tetilla. Ahí quedo alojada. “Por momentos me genera mucho dolor. Son puntazos que van y vienen. Me dijeron que tengo que esperar que se acomode el proyectil en el cuerpo”, cuenta.
El periodista fue baleado el jueves a la tarde por tres ladrones que intentaron robarle su camioneta Ford Ranger. El había ido a visitar a un amigo que había estado aislado por un contacto estrecho de covid y prefirió atenderlo en la puerta, para charlar unos minutos al aire libre y con distancia.
Gabriel Pigliacampi, periodista baleado durante un robo en José C. Paz.
Mientras estaban conversando, Gabriel vio pasar a tres jóvenes que caminaban en fila india. Pasaron frente a él y a los pocos metros se frenaron los tres a la vez. “Me di cuenta que me iban a robar y vi que uno hizo el gesto para sacar un arma de la cintura”, cuenta.
La reacción de Gabriel fue tirar las llaves en el capot de la camioneta y empezar a correr. Cuando escapaba, uno de los asaltantes le tiró por la espalda. La secuencia quedó grabada por una cámara de seguridad. Su amigo le contaría luego que antes de disparar uno de los ladrones gritó: “Es cobani”.
“Sentí un calor y atiné a correr más rápido. Hice una cuadra y media y llegué hasta la plaza. Ahí me auxilió mucha gente, en especial la chica que se escucha en el video. Aún no pude ubicarla para agradecerle lo que hizo”, se lamenta.
Unos minutos después ya estaba arriba del patrullero, rumbo al hospital. Antes llegó a grabar un video para sus tres hijas, de 6, 7 y 12 años. Se lo envió a un amigo. “En el mensaje les hablaba a ellas por si me pasaba algo. No tenía esperanzas. Estuve a segundos de morir”, reconoce Gabriel, director del sitio Internet Noticias.
Por el caso aún no hay detenidos. Fuentes del caso informaron a Clarín que están analizando las imágenes de las cámaras de seguridad para identificar a los ladrones. Uno de los videos en poder de los investigadores muestra el momento en el que los ladrones, a pocas cuadras del lugar del robo, huyen en un auto en el que los esperaba un cuarto cómplice.
“No son ladrones. Son asesinos. Yo no me resistí y le dejé las llaves para que se llevaran la camioneta, pero igual buscaron matarme”, asegura. Y agradece: “Volví a nacer”.
LM
Fuente Clarin