“Esto es un colapso sanitario, no hay otra forma de decirlo”. La alarmante definición corre por cuenta de Carlos Santoro, el director médico de la Clínica Monte Grande, una de las más importantes del sur del Conurbano bonaerense, que desde hace al menos una semana no da abasto para atender a una gran cantidad de pacientes que supera su capacidad operativa, en medio de la segunda ola de la pandemia de coronavirus.
La grave situación que describió Santoro a LA NACIÓN se replica en otras instituciones privadas de la región, como la Clínica Juncal, de Temperley, donde fueron tomadas fotografías de camas montadas de emergencia en los pasillos internos del sanatario; y de carteles que advierten que la guardia está cerrada, como sucedió el pasado fin de semana.
La falta de camas de terapia intensiva en las clínicas privadas no un problema exclusivo de la zona sur del Conurbano, según advirtieron en el gobierno bonaerense, sino que se extiend Oñativia (Rafael Calzada), Lucio Meléndez (Adrogué) y a la UPA de Longchmps, donde se emplazó uno de los hospitales modulares que financió el gobierno nacional. La Clínica Espora, una referencia en Adrogué, también está en una compleja situación.
“Nosotros estamos saturados al 100% y llegamos al 120% en la terapia intensiva. Tenemos capacidad de entre 20 y 24 camas y nos estamos estirando entre 26 y 30. Pero hay un tope. Y ahora los que van a acarrear el problema son las prepagas y las obras sociales”, advirtió Santoro, en cuya clínica de Esteban Echeverría reciben pacientes de otras localidades como Cañuelas, Ezeiza, San Vicente y Almirante Brown.
Según explicó el directivo, lo que está sucediendo desde hace unos días es que las clínicas privadas, que están al tope de su funcionamiento, derivan pacientes al sistema de hospitales públicos, cuya ocupación promedio del 80% de las camas de terapia intensiva aún les da margen para recibir afiliados de obras sociales y prepagas.
En Echeverría, los pacientes son derivados al Hospital del Bicentenario. En Almirante Brown, un distrito vecino, los enfermos de coronavirus son enviados a los hospitales provinciales Oñativia (Rafael Calzada), Lucio Meléndez (Adrogué) y a la UPA de Longchmps, donde se emplazó uno de los hospitales modulares que financió el Gobierno nacional. La Clínica Espora, una referencia en Adrogué, también está en una compleja situación.
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En Lanús, en tanto, las clínicas privadas registran niveles de ocupación de entre el 90% y el 100% desde hace dos semanas, aseguraron fuentes del municipio que llevan las estadísticas sanitarias vinculadas a la pandemia. “Las prepagas más conocidas derivan a las clínicas locales (Modelo, San Juan, Cruz Blanca) pacientes de sus hospitales centrales y eso las abarrota”, describieron los voceros.
La viralización de imágenes que muestran camas instaladas en los pasillos de una clínica del sur del Conurbano y de carteles que anuncian el cierre de las guardias reflejó la situación de extrema complejidad que atraviesa el sector privado ante la segunda oleada del COVID-19. “No podemos dejar a la gente en la calle”, se justificó un directivo en las últimas horas.
Los responsables de las clínicas aseguran que la situación empeorará “si no se logra bajar la curva de contagios en forma drástica”. Santoro, de la Clínica Monte Grande, aseguró que está “todo saturado” y advirtió que “por el agotamiento y la falta de recursos, es muy complejo trabajar así”. Se refirió, en ese punto, a la provisión escasa de medicamentos para terapia intensiva y de oxígeno.
“Hoy estamos colapsados y prepárense para la semana que viene, que puede ser peor”, avisó el director de una clínica a su personal, según pudo saber este diario. A su vez, Santoro graficó: “Pedimos 3000 medicamentos para terapia y nos mandan 300. En esas condiciones estamos ahora”.