El miércoles pasado, el presidente Alberto Fernández desayunó en la Quinta de Olivos con el ministro de Economía, Martín Guzmán. El funcionario llevaba un reclamo firme a su jefe, justo en la semana de los nuevos anuncios por la segunda ola del Covid-19. El planteo fue éste: debía acelerarse el aumento de las tarifas de los servicios públicos, como la electricidad.
Guzmán, que entró al Gobierno con un perfil y actitud de académico, hizo rápida simbiosis con las singularidades y el carácter de los políticos profesionales. Le pidió además al Presidente la renuncia del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo. “No lo quiero más en mi equipo”, habría dicho el ministro, palabras más, palabras menos, según la reconstrucción de ese diálogo que reconstruyó Clarín en base a fuentes de la Presidencia, y de influyentes del empresariado vinculado a los servicios públicos. Siempre de acuerdo a ese relato, el Presidente aceptó los dos pedidos de Guzmán. Habría aumento de tarifas y Basualdo renunciaría.
Guzmán, avalado no solo por el Presidente, sino también por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, le ordenó a su subordinado Basualdo -al menos en los papeles, no así en la política- que debía dejar su puesto.
Fernández le avisó la novedad a la vicepresidente, Cristina Fernández, que habría avalado la decisión. Al menos en ese momento, eso pasó, repiten las fuentes consultadas para esta nota. Cuando trascendió en los medios la novedad sobre el cambio en el Ministerio de Economía, Basualdo se convenció y de modo insólito, o no tanto, resistió a la autoridad del ministro de Economía y del propio Presidente. Aun no renunció. Ocurre que milita en la agrupación que lidera el jefe de bloque de los diputados peronistas, Máximo Kirchner, el hijo de Fernández (Cristina).
Cuando Basualdo informó a la organización La Cámpora que Guzmán le había pedido que dejara su cargo por diferencias sobre la política de aumento de tarifas con su jefe -al menos en los papeles-, se le explicó que no debía irse del Gobierno y que sería apoyado por los funcionarios “camporistas”, además de por la vice y su hijo. Desde la mañana del miércoles y al menos ayer a la tarde, el Gobierno entró en shock por una pelea interna entre el sector del Frente de Todos que lidera el Presidente, y por los poderosos de La Cámpora.
Incluida la propia vicepresidenta, que habría pasado de aceptar que Basualdo dejase su cargo a pedirle de modo insistente que no se vaya de ninguna manera y ante ninguna presión. El Frente de Todos funciona así: tómalo o déjalo.
La crisis interna escaló de tal modo que entrada la tarde del viernes, se intercambió un mensaje entre los hombres y mujeres del Gabinete que integran la agrupación de Máximo Kirchner: “Si Basualdo se va del Gobierno, nos vamos todos”. Jamás se había vivido una alzada de tal magnitud en la coalición de Gobierno.
Federico Basualdo, ex titular del ENRE y actual subsecretario de Energía Eléctrica, a pesar del pedido de renuncia de Martín Guzmán.
La vice pasó de haber avalado la partida de Basualdo a respaldarlo para que se quedara. Máximo Kirchner operó políticamente con energía y ahínco en el mismo sentido.
Enterado del reto a su decisión, del “motín” de parte de sus compañeros de gestión, entonces fue Guzmán el que le planteó a la Presidencia que se había cansado de tener que convivir con el asedio constante de sus “supuestos” aliados de La Cámpora: “Es Basualdo o yo. Si no se va él, me voy yo”, transmitió a la Quinta de Olivos a modo de ultimátum.
Guzman perdió hace varias semanas la sintonía con la vicepresidenta, a la que visitó y escuchó varias veces respecto a su plan para el pago de la deuda con el FMI, el aumento de tarifas y la necesidad de volver a aplicar un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para ayudar a los caídos del sistema laboral en el confinamiento de la pandemia.
Escuchó, pero no actuó en consecuencia. A ese escenario se suma ahora la “crisis Basualdo”. El shock gubernamental sobre este conflicto continúa.
La Casa Rosada deja trascender ahora que Basualdo dejará su cargo pero no en el corto plazo, debido a que su desplazamiento se filtró a los medios antes de consensuarse de modo interno en el poder, o al menos de hacerse efectiva su salida.
Los teléfonos de los funcionarios de La Cámpora y del ministro de Economía arden. Basualdo sigue ahí. Guzmán también.
El ministro de Economía se queja, de modo cada vez menos discreto, del fastidio que siente respecto al asedio político y de gestión que sufriría, según él, de parte de La Cámpora.
Ocurre que militantes de esa agrupación fueron nombrados en las áreas claves del Estado que dependen de Economía y que definen la política energética nacional. El secretario del área es el amigo de Kirchner (Máximo), Darío Martínez.
La petrolera estatal YPF pasó a ser presidida por otro dirigente que proviene de la misma y evidente “cantera de talentos” que es La Cámpora (esa descripción sobre la agrupación K pertenece a uno de los más experimentados “albertistas” que transitan el poder aunque sin cargo).
La pelea que desató el pedido de renuncia de Guzmán se basa, como se dijo, en la creencia del ministro de la importancia de bajar el gasto multimillonario en subsidios a las empresas de servicios públicos permitiéndoles subir sus tarifas a los clientes al menos dos veces en este año. Los Kirchner no aceptan ese plan.
Consideran que permitir el aumento de la luz en más de dígito porcentual a los usuarios, en el 2021, año electoral, perjudicaría las chances de victoria en los comicios del oficialismo ante votantes agotados por la crisis económica, la pandemia, la carencia de futuro de certidumbre financiera, a la que se les sumaría más presión a sus gastos si la luz subiese en dos tramos en lo que queda del año. Guzmán insiste en desoír el plan K para las tarifas.
Según las fuentes consultadas por Clarín, el titular de Economía le relató al Presidente durante su desayuno del miércoles que el subsecretario de Energía Eléctrica jamás le entregó un plan para que la suba de las tarifas de la electricidad siguiera una “segmentación” para que ese aumento tenga un coherencia con los sectores de la sociedad que podrían pagar más que otros de acuerdo a un nivel de ingresos mayor.
La secretaría de Energía sí tiene, en cambio, una segmentación preparada que podría aplicarse como imagina Guzmán, pero que estaría frenada hace cinco meses.
El secretario de Energía Darío Martínez con Alberto Fernández.
Debido a esta disputa interna con final aun abierto, el Gobierno anunció de modo oficial un aumento en el 9 por ciento del costo de la energía eléctrica. Para La Cámpora, será la única suba en ese servicio público que se aplicará este año. Para Guzmán, no, sería solo el primer aumento que incluiría al menos otro más.
La pelea entre La Cámpora-Máximo-Cristina contra la Casa Rosada llegó a producir reacciones aun más simbólicas que el limbo en el que se encuentra la política de energía de la República, subordinada a una lucha de poder entre dos fracciones del oficialismo.
Cuando trascendió en los medios que Guzmán le había pedido la renuncia a Basualdo, desde las oficinas de prensa de La Cámpora se transmitió un mensaje a los periodistas que desmentía a la propia Casa Rosada e incluso anticipaba la medida gubernamental del aumento del 9 por ciento de la luz.
El texto, avalado por Máximo Kirchner, es algo así como una gacetilla de prensa pero “clandestina”: “Nunca existió el pedido de renuncia a Federico Basualdo”, empieza el texto, contradiciendo a lo dicho por la Presidencia, y hasta anuncia el aumento en la tarifa de la luz pero errando por un dígito; “Habrá un SOLO incremento del 8 %. Es falsa la versión del segundo aumento”, insiste, incluyendo declaraciones textuales de Basualdo, y hasta comparando el plan de Guzmán con el de Cambiemos.
Un ministro nacional admitió esta semana de shock ante Clarín, le restó importancia pero según su análisis la situación podría ser más grave: “Guzmán quizás esté forzando esta pelea porque se cansó de las internas de Cristina y La Cámpora y decidió que era hora de renunciar“.
En la Casa Rosada y el ministerio de Economía rechazan esa versión tan extrema. Pero el ministro espera que se oficialice la salida de Basualdo para dejar de repetir que si no se va el subsecretario de Energía Eléctrica podría irse él.
Un ejemplo de cómo decidió manejarse Guzmán entre los diferentes líderes del Frente de Todos: el largo día en el que la Cámara de Diputados votó la modificación del Impuesto a las Ganancias, el ministro tuvo una reunión a solas con el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, y con el empoderado Máximo Kirchner. Conociendo cierta rebeldía de Guzmán respecto a cómo imagina la economía del 2021, Kirchner y Massa le explicaron cuál es el concepto que tendría que tener en cuenta: “Tenés que tener un poco más de mirada política, Martín”.
Guzmán se empezó a manejar con mayor firmeza en sus creencias de gestión que en las tácticas de los jefes del Frente de Todos que no son el Presidente de la República, a quien le responde de modo leal y considera su verdadero jefe.
El significado del nombre “Martin” está vinculado a “Marte”. Marte, para los latinos, era el Dios de la Guerra.
Fuente Clarin