Las crisis, en los países, potencian a los extremos políticos. Esta máxima se ha cumplido al pie de la letra en el Perú que enfrentará en menos de un mes la segunda vuelta electoral entre la representante de derecha tradicional, Keiko Fujimori (45), y el de la extrema izquierda Pedro Castillo (51).
La señora Fujimori es una veterana en estas lides, ha participado tres veces como candidata a la presidencia de la República del Perú y en todas ha pasado a la segunda vuelta electoral.
La primera vez que lo logró fue en 2011 y lo hizo ante Ollanta Humala que encarnaba en aquel momento una izquierda temida por su cercanía al chavismo. Esa elección hizo que Mario Vargas Llosa, al pronunciarse sobre esos candidatos, se lamentara diciendo que los peruanos iban a escoger “entre el cáncer y el sida”.
En 2016 compitió con Pedro Pablo Kuczynski y en un resultado reñidísimo -el 0,24% de los votos válidos fue la diferencia- perdió la elección.
Sin embargo, el caudal electoral que obtuvo en la primera vuelta electoral (casi el 40%) le permitió a su partido político lograr una mayoría absoluta en el Congreso. Keiko y sus seguidores, que nunca se resignaron a la derrota, desde ese poder del Estado le hicieron la vida imposible a PPK, al extremo de que tras dos años de gobierno y tocado por el tema Odebrech, se vio obligado a renunciar.
Luego de tres intentos fallidos, Keiko Fujimori intenta llegar a la presidencia de Perú. Foto: EFE
Lo sucedió Martín Vizcarra, que tras una breve primavera con los fujimoristas, también sufrió los ataques de un Parlamento tan hostil a su gestión como impopular en las redes y calles. Vizcarra, a punto de ser destituido por el Congreso, lo cerró y convocó a nuevas elecciones congresales.
Paradójicamente ese nuevo congreso votaría también la destitución de Vizcarra en medio de escándalos que afectaron su gestión.
Asumió la presidencia el Presidente del Congreso, Manuel Merino generando tal rechazo que la población se volcó a las calles a manifestar su oposición a la medida. Más que por fidelidad al presidente vacado fue un grito de rechazo al nuevo Parlamento.
En medio de la crisis por el coronavirus, Perú vivió a fines de 2020 un terremoto político, con protestas en las calles y la destitución del presidente Martín Vizcarra. Foto: AP
Como consecuencia de la muerte de dos jóvenes manifestantes y el absoluto descrédito de su nombramiento, Merino tuvo que renunciar.
Le llegó el turno a Francisco Sagasti, que ante la crisis reinante fue designado como líder del congreso y automáticamente consagrado como Presidente de la República.
Su designación fue fruto de un forzado consenso que busco una figura no contaminada por la exacerbación política para asumiera el máximo cargo de la Nación.
Crisis por la pandemia
Todo lo anteriormente descrito, ocurrió en medio de la pandemia originada de Covid-19 que en el Perú ha golpeado a más de un millón y medio de personas y generado más de 50 mil muertes según los datos más conservadores.
Además, las medidas de confinamiento y otras generadas como consecuencia de la crisis sanitaria han generado una caída en el PBI del orden del 11,1% y la pérdida de más de 1 millón de empleos formales.
Perú fue uno de los países más golpeados por la pandemia. En febrero de este año, hubo una crisis por la falta de oxigeno para los pacientes. Foto: DPA
Es en este marco en el que se llevan a cabo las elecciones de este año, año del Bicentenario de la independencia del Perú. Participaron 18 agrupaciones políticas que para lograr acceder a la presidencia de la República requerían obtener el 50% de los votos en primera vuelta.
Nunca en la historia del Perú se ha dado esa situación, por el contrario, esta vez los votos que llevan a la segunda vuelta a los competidores han sido absolutamente ralos.
Previsiones para el balotaje
Castillo llega con un 18,9% y Fujimori lo hizo con solo el 13,4%. de los votos válidos, Para la segunda vuelta, las encuestas comenzaron a señalar a Castillo como un claro ganador, sacándole 9% de ventaja a Fujimori.
Castillo Inició esta etapa de la campaña manteniendo sus posturas radicales ante la certeza que el anti-voto Fujimorista y las expectativas sociales que él encarna no requerían de otra receta.
Por su parte, Keiko no puede desligar sus campañas y su propia imagen de la de su padre, quien gobernó Perú entre el año 1990 y el 2000.
El recuerdo de la era Fujimori
Muchos peruanos reconocen a Alberto Fujimori el haber derrotado a Sendero Luminoso, el grupo terrorista responsable por alrededor de 70.000 muertos en Perú, y a la hiper inflación del primer gobierno de Alan García.
El éxito del modelo económico que planteó la paró en seco aplicando medidas tan severas que hicieron decir al final del mensaje dal ministro de economía que las dio a conocer una frase que los peruanos nunca olvidaran: “Que Dios nos ayude”.
A pesar de esto, los peruanos no olvidan que esos éxitos fueron terriblemente opacados por los actos de corrupción y los atentados a los derechos humanos que se vivieron en el país durante el mandato del “Chino”, los mismos que lo llevaron a una condena que aun cumple. Esa pesada mochila la carga Keiko Fujimori.
Hay quienes dicen que solo hay una fuerza política superior al Fujimorismo en el Perú y esa es el antifujimorismo.
El líder sindical de los maestros
Por su parte Pedro Castillo, maestro de profesión y cajamarquino de nacimiento, se convirtió en el outsider, un fenómeno político que en el Perú tiende a repetirse.
Castillo alcanzó fama a partir de su liderazgo sindical durante una huelga de maestros que se prolongó por cerca de 3 meses en 2017 y que propició la caída de la ministra de Educación.
Castillo no es nuevo en política, pero consolidó su figura a partir de su actuar en aquel momento. Su candidatura representa hoy a la agrupación política que fundó un presidente regional acusado también de actos de corrupción y de pertenecer a una izquierda radical que no le hace ascos a Sendero Luminoso.
El apoyo a Castillo no implica de modo alguno que la ideología marxista se haya extendido por el país.
Hace una semana se realizó el primer debate entre ambos candidatos a propuesta de Castillo, en la propia región de la que es originario.
El partido lo jugó de local. Fujimori aceptó pronto el desafío. El resultado de esa primera contienda verbal pareciera haber comenzado a generar la recuperación de Fujimori. La última encuesta de la empresa Datum, del viernes pasado, señala que una distancia inicial a favor de la izquierda se ha acortado a 5 puntos.
Hace unos días Castillo, tomando una propuesta irónica que circulo en redes sociales, planteó que el próximo debate debía ser en un lugar donde la candidata Fujimori estuviera de local.
Propuso que este fuera el penal para mujeres de Santa Mónica, lugar donde Keiko ha cumplido prisión preventiva como consecuencia de las acusaciones que tiene de haber recibido dinero ilícito para solventar anteriores campañas. Keiko, demostrando reflejos políticos, aceptó el reto de inmediato.
Hace 80 años el gran historiador de la República Jorge Basadre, calificó al Perú como un problema, pero también como una posibilidad. Si tuviera que escribir de nuevo esas frases tendría que decir que el Perú es un gran problema y ojalá se animara a decir que también es una gran posibilidad.
Lima, especial
CB
Fuente Clarin