El Gobierno inició julio con la colocación de deuda por $ 46.000 millones, más del doble de los $ 20.000 millones que había salido a buscar. Así, la primera licitación del mes le permitió al Tesoro arrancar el mes con un margen favorable de cara a una temporada desafiante en materia de financiamiento y mayores exigencias por el lado del gasto.
Con el resultado de este martes, el Ministerio de Economía cuenta con un saldo neto de $ 38.000 millones después de afrontar los vencimientos de esta semana por un total de $ 8.500 millones, excluyendo aquellos en dólares. La montaña de compromisos asciende a $ 270.000 millones en el mes. Quedan dos licitaciones más.
“En la primera parte del mes, no había grandes vencimientos. Hay un par de pagos de interés y de puchitos de capital, pero no había grandes necesidades por el pago de deuda. Considerando eso, es bueno el volumen que captó, iba a buscar $ 20.000 millones y captó $ 46.000 millones”, dijo Joaquín Waldman, economista de Ecolatina.
La secretaría de Finanzas recibió este martes 836 ofertas por $ 83.000 millones, pero adjudicó poco más de la mitad para no convalidar mayores tasas. El grueso de la colocación se concentró en los plazos más cortos, como la letra a descuento (LEDE) y otra a tasa variable (LEPASE), ambas con vencimiento en octubre.
La letra más corta fue la más demandada por el mercado, con una tasa del 38,99%, mientras la LEPASE rindió un 38,98%. También se reabrió una LEDE con vencimiento en diciembre y una tasa del 40,39%, junto con dos letras ajustadas por CER (LECER) con plazo hasta diciembre de este año y junio de 2022 y tasas reales del 1,6 y 2,3%, respectivamente.
En las posiciones más largas, Finanzas debió conformarse con tomar entre 40% y 60% de las ofertas. La estrategia hasta el mes pasado fue recurrir a bonos CER (atados a la inflación) para ampliar el endeudamiento en pesos. Con ese fin, se autorizó a los bancos a utilizar parte de sus encajes en Leliq en instrumentos del Tesoro a más de 180 días.
El cambio en la normativa del Banco Central permitió canalizar sobre todo los depósitos de los bancos públicos y cerrar el primer semestre con un colchón financiero de $350.000 millones. Pero ante la expectativa de una menor inflación, la demanda de CER empezó a mostrar limitaciones y cobraron protagonismo las letras a tasa fija.
Ásí, el 75% del financiamiento obtenido este martes fue por instrumentos a tasa fija y variable, mientras el 25% fue por títulos indexados por precios. “Siguen convalidando las tasas de la última vez en CER y la deuda corta a tasa con descuento son fondos públicos, y eso que en CER se tomó bastante menos de lo que le ofrecieron“, dijo Gabriel Caamaño, economista de Consultora Ledesma.
El Gobierno colocó deuda la semana pasada por $ 173.000 millones, unos $ 70.000 millones menos de lo que había salido a buscar, y luego el Banco Central tuvo que asistir al Tesoro con un giro de utilidades de $90.000 millones, pese al saldo de pesos acumulado en junio. La emisión coincidió con las mayores necesidades por el pago de aguinaldos.
A partir de junio, se espera un cambio en la dinámica fiscal por las erogaciones en esta época del año y la aceleración del gasto de cara a los comicios. En ese contexto, el mayor desafío llegará en las próximas semanas cuando venzan unos $ 112.000 millones del Boncer TC21, un monto que era de $ 300.000 millones y se redujo tras el canje de bonos en junio.
“Lo más difícil es la segunda parte del mes. Hay que ver si lo que queda del TC21 pueden renovarlo o si se les complica de cara a agosto”, dijo Waldman. Luego de las próximas licitaciones previstas para el 20 y 28 de julio, habrá vencimientos por $1 billón antes de las elecciones de noviembre, siendo agosto el mes más complicado con compromisos por $ 510.000 millones.
Fuente Clarin