Marcela tenía miedo. Pero ese terror no empezó cuando vio un revolver asomarse por la ventanilla apenas abierta de su auto. Tampoco cuando sintió el disparo en el pecho y aceleró intentando escapar.
Herida como estaba logró manejar unas dos cuadras, siempre mirando hacia atrás, controlando si alguien la seguía. Algo la asustaba mucho antes de desvanecerse frente a una casa de Ciudadela.
Marcela Rota tenía 43, el 1° de julio hubiera sido su cumpleaños 44 pero fue asesinada 20 días antes en el límite de Ciudadela y Ramos Mejía, entre los partidos de Tres de Febrero y La Matanza, al oeste del Gran Buenos Aires.
Lo que pasó con ella todavía es un misterio. Las únicas certezas son que esa tarde Marcela salió de trabajar y, junto a su hija de 8 años, fue hasta la casa de su madre, en Ramos Mejía. La idea era dejarla allí durante unos minutos, mientras iba a hacer las compras.
Subió a su Volkswagen Bora gris y recorrió unas 17 cuadras. Las bolsas quedaron dentro del vehículo porque, cuando regresaba a buscar a su hija, la interceptaron para matarla.
Marcela Verónica Rota fue asesinada de un balazo en el pecho en La Matanza.
El auto estaba rayado y algo chocado pero no tenía ningún impacto en puertas o ventanas. El arma ingresó -presumen- por una hendija de la ventanilla del lado del conductor. El disparo fue directo al pecho. Marcela logró manejar algunos metros, un verdulero vio la escena y notó que la mujer miraba para atrás, como “controlando que nadie la siguiera”, declaró.
Por la herida perdió el conocimiento y lentamente el auto se fue sobre la vereda, para dar contra el frente de una casa. Los vecinos llamaron al 911 y los policías la encontraron desvanecida. Como todavía tenía signos vitales, la trasladaron al Hospital Carrillo, de Ciudadela, donde finalmente falleció.
Las primeras hipótesis hacían referencia a un presunto robo y buscaron las cámaras de seguridad de la zona para intentar dar con los supuestos asaltantes. Pero enseguida esa posibilidad fue generando algunas dudas: adentro del auto estaba la cartera de Marcela, su billetera y su celular. También las compras que había realizado.
No habían robado nada ni los testigos escucharon gritos que les permitieran reconstruir los momentos previos al crimen. El arma es cuestión es un revólver calibre .32 hallado a pocos metros de donde ocurrió el ataque, en el cruce de Rafael y Ambrosio de Fazio, y que es clave en la investigación.
El revólver, que fue resguardado para todo tipo de pericias, tenía en el tambor cuatro municiones intactas y una vaina servida, informaron fuentes policiales.
Al momento, los investigadores no descartan que Marcela haya podido ser víctima de un robo o que el asesino haya podido ser un tercero del que no se sabe nada. “No se rechaza ninguna posibilidad y continúan avanzando todas las líneas de investigación”, aclaran.
Fotos, audios y registros
Horas después del crimen, la familia Rota aportó un dato que sería clave: Marcela tenía “problemas” con su ex pareja, con tres causas iniciadas en la justicia civil por incumplimiento de las responsabilidades parentales y sin contacto con la hija que tenían en común.
Para la familia de la víctima, lo que pasó con Marcela pudo haber sido un femicidio. Y el principal señalado sería Santiago Nicolini (46), un cirujano plástico que vivía en un barrio cerrado de Tigre y que atendía procedimientos estéticos en su consultorio de Recoleta.
Lo cierto es que Marcela era víctima de violencia de género pero la coartada de Nicolini lo dejaría fuera de la escena. El día del crimen dijo haber estado en su casa junto a su actual pareja, sin pasar por los controles de seguridad del country, algo que está siendo investigado por la Justicia.
Pero, más allá del testimonio de la madre y la hermana de Marcela, los investigadores encontraron otro elemento vital para probar la violencia a la que era sometida. La mujer, que era empleada bancaria, recopiló cinco años de información.
Acumuló fotos de las lesiones en el cuerpo, audios con amenazas explícitas y videos que registraban situaciones de violencia. En todas el agresor sería Nicolini, su ex.
Alrededor del 28 de mayo la mujer juntó todos esos datos y los puso a resguardo. Los habría entregado a personas de su confianza y los guardó en la nube, como si temiera que algo pudiera pasarle y necesitara esas pruebas para protegerse. O tal vez para preservarlas hasta atreverse a registrar la denuncia en la Justicia penal, algo que nunca llegó a concretar.
Esas evidencias no la salvaron pero el material abrió una línea de investigación que puso a Nicolini en la mira. Si bien el cirujano no está imputado por el homicidio, la prueba era tanta que sí lo está por lesiones y amenazas en contexto de violencia de género. Esos hechos habrían estado concentrados entre 2018 y 2020, mucho antes del femicidio.
El fiscal Ignacio Correa, de la fiscalía N° 5 de San Martín, encontró elementos que le permitieron pedir la detención de Nicolini. A diez días del crimen lo capturaron en su embarcación, amarrada en el muelle del barrio Marinas Golf, del partido de Tigre, y le imputaron los delitos de “lesiones y amenazas coactivas”.
Allanaron su casa, su consultorio y también la embarcación. Se le incautó un rifle de aire comprimido con silenciador y municiones, y varios dispositivos electrónicos que todavía están siendo analizados.
La familia de la víctima tiene miedo y le preocupaba lo que pudiera pasar con la hija de Marcela Rota y Santiago Nicolini, que tiene apenas 8 años.
El arma que se halló a unos metros de donde el ocurrió el crimen.
Luis Dauteris, abogado representante de la familia, confirmó a Clarín que esperarán el resultado de las pericias para acompañar la investigación. Es que faltan peritar los teléfonos, los registros telefónicos para analizar el entrecruzamiento de llamadas del día del crimen y una entrevista en cámara Gesell a la hija de la pareja.
Es que la nena, además de posible víctima, pudo haber sido testigo de los presuntos hechos de violencia durante el tiempo en el que aún sus padres no estaban separados. Esos elementos podrían ayudar a avanzar con la investigación y determinar qué pasó con Marcela.
La pericia no ha sido confirmada y la realización está en manos del Juzgado de Garantías para ser hecha “cuando se entienda que la menor pueda participar”.
Nicolini, por su parte, se negó a declarar y permanece detenido en el marco de una causa por lesiones y amenazas. Cambió de abogado, enojado por las versiones que lo vinculaban al crimen con el que, durante el tiempo que estuvo en libertad, negó rotundamente estar involucrado, contrarrestando las acusaciones en su contra -insistentemente- al referirse a los hechos como un homicidio en ocasión de robo.
Lo cierto es que, mientras avanza la causa por lesiones y amenazas en paralelo, continúa la investigación por el homicidio, que todavía no tiene a ninguna persona imputada. Lo que pasó con Marcela todavía es un misterio y, a un mes del hecho, su crimen está impune.
Violencia de género
Entre el 1° de enero y el 30 de junio de 2021 se produjeron 133 femicidios, 7 transfemicidios y 11 femicidios vinculados de varones, según un informe del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” que dirige La Casa del Encuentro.
En el 57 % de los casos los asesinos fueron parejas o ex parejas, fueron 143 chicos y chicas, como la hija de Marcela Rota, que perdieron a sus madres víctimas de violencia
Fuente Clarin