A la ginecóloga Zulma Malvar (63) la asesinaron la mañana del 18 de julio de 2019. Encontraron su cuerpo tirado en el patio de su casa, con golpes y signos de ahorcamiento. Desde un primer momento se descartó la hipótesis del robo. La puerta de entrada no había sido forzada. Y no faltaba nada de valor.
La mujer tenía signos de haberse defendido de su agresor. El cuerpo lo encontró su hijo, después que lo llamaran del hospital de San Julián, en Santa Cruz, porque su madre no había concurrido a realizar una cesárea programada. Pasaron dos años y el crimen sigue impune. Sólo hay un sospechoso: un médico, compañero de Zulma en el hospital que se fue de la zona dos meses después del crimen.
“Acá hay gente que sabe cosas y no las dice. Tiene miedo. No puedo entender que en un pueblo donde nos conocemos todos, nadie haya visto nada cuando el menor ‘puterío’ lo recorre en cuestión de horas”, le dijo a Clarín Alejandro Jordan Malvar, uno de los hijos de Zulma.
Y agregó: “Hasta ahora solo tenemos un sospechoso. Un cirujano que trabajaba en el hospital y que dos meses después del crimen desapareció. Él solo tenía una relación laboral con mi madre y no del todo buena. Ya habían discutido y ella llegó a tenerle miedo. Es una persona con antecedentes penales que dan miedo. Estuvo preso. Tenemos fundadas sospechas para pensar que tuvo que ver en esto”, agregó Alejandro, un abogado de 46 años.
San Julián es un pueblo ubicado en la bahía del mismo nombre. Se encuentra a 260 kilómetros de Río Gallegos, la capital de Santa Cruz. Tiene alrededor de 16 mil habitantes. “Acá nos conocemos todos. Yo no creo que nadie ni haya oído ni visto nada. Ni siquiera los vecinos que están pared de por medio”, remarcó.
El día del crimen Zulma tenía que ir al hospital para hacer una cesárea. Cómo no llegaba, llamaron al médico -ahora principal sospechoso- para que la reemplazara. “Aquí surgen los primeros interrogantes. Este hombre, que tenía antecedentes penales y por eso no pudo ingresar a trabajar en relación de dependencia en la provincia, era monotributista y facturaba. Pero casualmente esa mañana dijo que no podía ir porque su novia estaba enferma y tenía que cuidarla. Nadie sabía que estaba en pareja, incluso”, dijo el hijo de la víctima.
Zulma era muy querida y respetada en el pueblo. Por eso su muerte violenta causó una gran conmoción. Muchos niños y niñas de la localidad nacieron en sus manos. Nunca faltaba a su trabajo y tenía muchas amigas.
“La justicia hizo las cosas mal de entrada. Incluso permitió la presencia de este hombre que llegó después que las compañeras de mi mamá lo llamaran para avisarle. La escena del crimen se contaminó, no tengo dudas. Incluso este doctor sacó con su celular fotos macabras que después mostró en el hospital e incluso subió a las redes sociales. Nunca fue a declarar y a los dos meses desapareció”, expresó Alejandro.
Y siguió con el foco puesto en el sospechoso: “Le seguimos el rastro. Apareció primero en Carmen de Patagones y ahora está en Mendoza, donde le extrajeron sangre por orden de la justicia. Pero ya hace tiempo que las muestras están acá en San Julián y las pericias no se hacen”.
El año pasado un abogado de Caleta Olivia le envió una carta al juez de la causa Ludovico Pío Pala para pedirle autorización y realizar una investigación paralela. Para ello reunió a reconocidos abogados de Santa Cruz. También a ex fiscales y ex funcionarios de la justicia. Se llamaba Carlos Muriete. En enero de este año lo internaron con Covid. Y en febrero murió.
En los primeros días de su internación cuando nada hacía prever el fatal desenlace le había dicho a Clarín telefónicamente que “estaba tramitando copias del expediente que nunca me entregan” y que “estaban detrás de un testigo clave”.
También hay que recordar que en un primer momento la justicia sospechó de Alejandro y su pareja. Ellos vivían a la vuelta de la casa de Zulma y fueron los primeros en llegar y descubrir el cuerpo de la mujer. “Es verdad, apuntaron a nosotros. Nos hicieron todas las pericias que se puedan imaginar. Secuestraron celulares, computadoras. Nos sacaron muestras de ADN. Yo estuve muy mal durante mucho tiempo. Incluso sin salir de mi casa. Amé y amo a mi madre y quiero saber quien la mató. Yo creo que ella sabía o había visto algo que a este señor no le convenía”, expresó el hijo.
Junto a sus hermanos Andrés, de 37 años, y Paula, de 44 (ambos viven en Córdoba), están decididos a que este asesinato no quede impune. Y tampoco la gente de San Julián, que ya realizó varias movilizaciones hacia los tribunales de la localidad para pedir Justicia.
Zulma iba en la fría mañana del 18 de junio de 2019 a cumplir la misión de traer un nuevo niño al mundo. Como lo había hecho durante muchos años. Era una profesión que amaba. Pero alguien se interpuso en su camino y la mató. Aunque trató de defenderse no fue suficiente. Se cumplen dos años de un crimen que aún está impune, rodeado de sombras y misterio.
Chubut. Corresponsal.
GL
Fuente Clarin