Un informe de la Fundación Observatorio Pyme (FOP) da cuenta de que Argentina “genera un hábitat hostil para el desarrollo empresarial”. En la encuesta que realiza el organismo, los empresarios consultados marcan que la participación de los impuestos en el costo final del producto tiene una relevancia “considerablemente elevada”.
En una escala del 1 al 10, las pymes de la industria manufacturera ubican el peso de la presión tributaria en 8,5, mientras que las pequeñas y medianas empresas de comercio mayorista y servicios profesionales y a la producción las siguen de cerca con un promedio de 8,2 y 8,1 puntos respectivamente, de acuerdo al FOP.
“No es una novedad que la presión fiscal para las empresas es la más alta de la región y también es superior respecto de los países desarrollados”, indica el FOP. De acuerdo a datos del Banco Mundial (BM), la presión fiscal sobre las ganancias comerciales en la Argentina quintuplica a la registrada en Chile y supera en 8 puntos a la registrada en Australia.
Según el FOP el peso de los impuestos es uno de los factores que incide en la baja creación de empresas. Y hacen referencia a un estudio del Banco Mundial que detalla que en la Argentina hay 2326 habitantes por cada nueva empresa que surge; mientras que en Australia ese cifra desciende a 67; en Chile a 125; en Brasil a 347 y en Colombia a 500.
En el período que va de 2008 a 2016 nacieron en la Argentina, en promedio, 65.000 empresas por año, y cerraron 59.000, tomando en cuenta las empresas registradas y las que operan en negro. Las chances de supervivencia de las pymes son bajas por lo que es habitual que haya un alto rango de rotación.
La situación se agravó el año pasado con la cuarentena y la pandemia. Los datos de la AFIP muestran que 20.000 empresas y 100.000 empleos se perdieron el año pasado.
Un informe de Ecolatina detalla que la plaza total de empresas se redujo 4,2%, a 520.000 firmas, un retroceso a los niveles de 2008.
Según la consultora, en los últimos años hubo tres etapas: entre 2003 y 2011, la cantidad de empresas del sector privado formal saltó 60%, ayudada principalmente por una “economía pujante”. Entre 2012 y 2018, el estancamiento del PBI tuvo en su correlato en la cantidad de firmas, que permaneció invariante. Finalmente, entre 2018 y 2019 cerraron cerca de 18.000 empresas netas (-3,9%).
Ecolatina destaca que “el stock de empresas es un buen indicador, no solo de la dinámica actual, sino, también, del futuro. En una economía pujante con opciones de inversión, se abrirían empresas, en tanto el sector privado se mostraría dispuesto a asumir riesgos y emprender nuevos proyectos, confiando en su rentabilidad. Lamentablemente, la situación es la opuesta y el rebote de la pandemia pareciera ser eso: un rebote, que no se transformará en despegue“.
AQ
Fuente Clarin