Los intendentes del GBA pueden tener diferentes miradas en varios temas salvo en uno: el peso determinante de la Primera Sección Electoral para definir quién ganará la Provincia.
No es una opinión sino más bien una correlación de evidencias: en las últimas tres elecciones, el frente que ganó en esa amplia franja de 26 municipios del Conurbano Norte se quedó con la Provincia. Y no sólo eso: la diferencia de votos que el vencedor obtuvo en la Primera Sección es casi calcada de la que terminó sacando para ganar toda la Provincia.
Hechos: en 2015, Daniel Scioli logró ganar en la Primera Sección por poco más de 4 puntos de distancia contra Mauricio Macri, el mismo porcentaje se replicó en la suma de todo el territorio bonaerense. Aquel año, María Eugenia Vidal se impuso por el corte de boleta.
En 2017, en esa misma franja del GBA Norte, Esteban Bullrich se alzó con una victoria de 3,5 puntos sobre Cristina Kirchner, el mismo porcentaje que el promedio de todo el territorio bonaerense. Y en 2019, Alberto Fernández ganó por 16,9 puntos en la Primera Sección, un guarismo muy similar a los 16,3 con el que se impuso en la Provincial.
En resumen, la torta electoral de Buenos Aires se corta en tres porciones con casi la misma cantidad de electores: además de la Primera Sección está la Tercera que abarca La Matanza y el GBA Sur; y el resto del interior bonarense. Cada una de las partes suman alrededor de 4.500.000 electores.
Tanto en La Cámpora como en el peronismo de los intendentes del Gran Buenos Aires y de la oposición coinciden que la suerte en el interior de la provincia y en la Tercera Sección “está echada”: una buena diferencia de puntos a favor de Juntos en el interior y un porcentaje similar pero en beneficio al kirchnerismo en La Tercera.
¿Y en la Primera? Paridad, con alguna pequeña ventaja para el oficialismo. Aunque en el massismo hay quienes ven una derrota del Frente de Todos. La variopinta Primera Sección podría decirse que es una mezcla entre la Tercera y parte del interior: conviven los municipios más postergados como Merlo, Hurlingham y José C. Pa con San Martín, Escobar, Campana y Malvinas Argentinas. También están los distritos más pudientes como Vicente López, San Isidro, Pilar y parte de Tigre.
“Con estos datos, no hay 2023”, concluye un intendente peronista de la Tercera. Y agrega: “En el Patria incluso son más pesimistas que nosotros. Sólo basta analizar la gestualidad de lo que fue nuestro cierre de campaña. Fuimos un comando perdedor comparado con el de la oposición”.
Entre los intendentes del PJ también hay cierto grado de coincidencia en que ganar por cuatro puntos de diferencia es perder en noviembre.
“Entre el Flaco Randazzo y Espert estarán arriba de los 10 puntos. Una parte de ese voto será útil en noviembre es en contra nuestro. Con esos guarismos, hay un enorme riesgo de que Juntos por el Cambio pueda dar vuelta la elección”, señalan.
Aún en ese panorama complicado para el oficialismo, los jefes comunales peronistas ven una oportunidad: hacer pesar el apoyo local a sus figuras y gestión, que podría verse en el corte de boleta.
“Máximo Kichner siempre amaga con querer llevarnos puestos pero no come vidrio: en medio de la fuerte tensión por el cierre de listas nos llamaba personalmente para mimarnos. Y salvo excepciones como el avance que hicieron en Hurlingham, en casi todos los demás municipios terminaron sacando el pie del acelerador. Evidentemente temen que les vuelva a pasar lo que sucedió con Néstor: gran corte de boleta a favor nuestro que dejaría a La Cámpora aún más golpeada”, señala otro intendente oficialistas de la sur del GBA.
Uno colega suyo, pero de Cambiemos reflexiona: “Me da la sensación que los intendentes del peronismo no hicieron campaña abajo, como esperando que los vengan a buscar mirando a noviembre”.
Fuente Clarin