Diana Mondino, 62 años, es una economista egresada de la Universidad Nacional de Córdoba, con títulos internacionales y experiencia como miembro del directorio de varias empresas. Lo fue del Grupo Pampa y actualmente se sienta en el board de Loma Negra.
Entrevistada por Clarín se refirió al impacto de esta crisis política de gran envergadura en la economía, en cómo puede bajar la inflación y se explayó sobre la negociación con el FMI. Consultada sobre cuál es la salida para Argentina, no lo dudó: “Es la exportación. Tenemos los productos que el resto del mundo necesita y que ya está acostumbrado a comprarnos. Están los mercados, habrá que intentar recuperarlos y contamos con una logística e infraestructura que es subóptima, pero existe. La exportación es la salida”.
-¿Cómo impacta semejante crisis política en la economía?
-Habitualmente, la economía depende la política. En el sentido que la economía es la ciencia de los recursos escasos y la política es la que define cuál sería la mejor asignación en función de las definiciones, justamente, de la política. En este caso, se están invirtiendo los papeles. La economía está en una situación de tal cantidad de restricciones que desde el punto de vista de la política son muy pocas cosas las que se pueden hacer. Esto se demuestra en el gobierno, posiblemente, para remontar el resultado de las elecciones, que probablemente sería más gasto, más asistencia social, tiene dificultades por la imperiosa necesidad de contener el gasto.
-¿Cómo se contiene el gasto con este nivel de pobreza?
-Dejando de mentir.
-¿Qué quiere decir?
-Las principales partidas de gasto no están vinculadas con la asistencia social. Quitando el ANSES, donde la discrecionalidad debería ser muy poca, donde no debería haber arbitrariedad en los aumentos, ni en quiénes reciben las prestaciones, todo el resto, donde el gobierno si tiene la capacidad de tomar decisiones, no está vinculado fundamentalmente a la pobreza. Si quisiéramos reducir la pobreza, creo que habría que hacer un fuerte énfasis en la infraestructura que facilita el trabajo, que es educación, salud. O sea, permitir que la gente esté preparada y capacitada para trabajar. Y debería haber muchísimo menos énfasis en lo que es subsidios. En la Argentina se destina tres a cuatro veces más a subsidios que a la ayuda social.
-Algunos economistas sostienen que esos subsidios vuelven a la gente, al margen del sesgo pro rico…
-Son subsidios para transporte, energía y empresas públicas. O sea, no un subsidio que vaya directo a la gente. Por otra parte, ante una situación de pobreza, no se pueden seguir dando subsidios sin condicionalidades. Es esencial que vuelvan a haber condicionalidades. Un poco por equidad y justicia y un poco para fomentar el trabajo y que no haya desequilibrios con aquellos que sí están trabajando.
-¿A qué llama condicionalidades?
-Que la persona tenga que capacitarse en algo, que la persona tenga que presentarse a algunos trabajos, que la persona no pueda rechazar trabajos. Que la persona no pueda tener más de X cantidad de planes, que su grupo familiar no pueda tener un ingreso total mayor a XX, ese tipo de cosas. Me parece inconcebible en la era de la computación que el gobierno no pueda saber que una persona tiene 3 o más prestaciones.
-Volvamos al tema de los subsidios, fueron criticados por el ministro Guzmán… Sin embargo, no se avanza con la segmentación de las tarifas ¿por qué cree que eso pasa?
-No debe existir discriminación por tarifas. 1 kilowatt es 1 kilowatt. Si se quiere ayudar a alguien, que tenga que pagar el verdadero costo de la electricidad, el gas o el servicio que fuera y se le da un importe que se considere razonable para cubrir un consumo mínimo, básico, que pueda tener una familia. Pero no puede ser que el subsidio sea en función de niveles de consumo. Digamos, no tiene ningún sentido. Un matrimonio de jubilados con mucha plata en Recoleta consume muy poquito, tienen poco consumo de gas, que lo tienen totalmente subsidiado. Una familia con 5 chicos, que no tiene un mango para salir, gasta un montón cocinando. La segmentación no puede estar dada por el nivel de consumo, debe estar dada por la situación económica de la familia.
-¿Cómo se soluciona?
– Se le da X cantidad de dinero a la familia y lo asignará, si quiere, a esto. Y, por otra parte, no nos engañemos, las villas no tienen cloacas. Y la mayor parte del país no recibe esos subsidios, se reciben solamente en determinados lugares geográficos,en Buenos Aires y alrededores. Yo estoy en Córdoba y la luz y el colectivo se pagan el triple.
-El Presupuesto 2022 supone una negociación con el Fondo ya que no contempla los pagos…
-Momentito, se supone que no se le va a pagar, no sabemos si es porque negociamos con el FMI o porque directamente no le pagamos. Es de mala educación poner en un presupuesto, donde ni siquiera figura qué es lo que se querría hacer con el Fondo. Debería colocarse la hipótesis del pago al Fondo y la situación que generaría. Pero no se puede directamente no considerarlo.
-¿Cree probable un acuerdo?
-Cada minuto que pasa es más difícil el acuerdo con el Fondo. Un poco por cuestiones políticas propias nuestras; otro poco porque el nivel de déficit que tenemos continúa siendo alto y no se está viendo que haya un esfuerzo grande para reducirlo. Y sobre todo porque el Fondo no tiene relación solamente con Argentina y no puede dejar pasar a un díscolo que hace lo que quiere.
-¿Hay margen para no cerrar un acuerdo?
-Al país no le conviene una mala situación con el Fondo y con ningún otro acreedor. Argentina no puede estar aislado de las reglas de juego del mundo. Sobre todo que vamos a seguir con déficit por un tiempo y no tenemos ningún acceso a financiación. Pero el gobierno siempre ha hablado de capital e interés. Que yo sepa, las renegociaciones , cuando las hay, el capital se refinancia. Una vez que un país emitió deuda, debe seguir manteniendo, pudiendo pagar intereses, eventualmente, reducir un poquito la deuda. Cuando empezaron la negociación arrancaron diciendo no quiero pagar entonces, claramente, el acreedor público o privado de una multinacional o del kiosco de la esquina dice, bueno, paguen todo. Podría haber dicho no puedo pagar, eso es muy atendible y durante la pandemia se hizo un esfuerzo enorme con decenas de países. Argentina, en vez de tomar la misma actitud que tomaron otros países de decir miren, ahora no, esperen un poquito que se pase la pandemia. Argentina dijo ah, nada.
-¿Cómo se baja la inflación?
-Veo un proceso extremadamente gradual. Cada vez me aterroriza más que la decisión o la única solución termine siendo extremadamente draconiana. Hoy hay alta emisión, más plata en la economía y menos productos para comprar, y uno de los productos que todo el mundo quiere es el dólar. Como hay más plata para comprar menos cosas sube el precio de todo, también el del dólar. A menos que haya mucho mayor nivel de producción, no se puede tener más cantidad de pesos en la economía. Y, habiendo déficit, no hay más remedio que haya más pesos en la economía. Veo un problema de precios relativos muy grande, llevamos dos años de tarifas congeladas, tenemos Precios Cuidados, entre otras distorsiones. Se puede hacer una sustancial reducción de impuestos, sobre todo en sectores con precios atrasados. Se pagan 100 de luz, de los cuales 50 son impuestos. Se podría duplicar lo que recibe el productor de electricidad y que la gente no lo note en el bolsillo. Y a su vez bajan los subsidios.
Fuente Clarin