Biden aseguró que el objetivo es “defender” los intereses de los tres países en la región. Foto: AFP.
Estados Unidos rompió una regla implícita de la no proliferación nuclear y, sin avisarle ni siquiera a sus aliados, firmó un acuerdo con Australia para, por primera vez en 63 años, transferir la tecnología de sus submarinos de propulsión nuclear, con el expreso objetivo de potenciar la capacidad militar de su socio australiano en el Indo-Pacífico, la región elegida por Washington para frenar el ascenso global de China.
Desde la Presidencia de Barack Obama, EEUU ha dejado claro que su principal preocupación exterior es el ascenso de China y la posibilidad que termine con los más de 30 años de hegemonía mundial incuestionable que siguieron al fin de la Guerra Fría. Washington ha perdido la batalla comercial en muchas regiones del planeta, resiste a fuerza de alarmas y amenazas el avance en el frente tecnológico, pero su poder global en el campo financiero y militar aún es incontestable.
Tanto Donald Trump como el actual mandatario Joe Biden culparon a la inacción de pasados Gobiernos estadounidenses y la falta de iniciativa pública y privada, especialmente en materia económica y científica, por este avance chino y prometieron recuperar el territorio perdido.
Biden demostró este mes que no quiere seguir reaccionando y pasó a la ofensiva en uno de los frentes en los que está más cómodo: el militar.
Tanto Donald Trump como el actual mandatario Joe Biden culparon a la inacción de pasados Gobiernos estadounidenses y la falta de iniciativa pública y privada”
El 15 de septiembre anunció junto con los primeros ministros de Australia y Reino Unido, Scott Morrison y Boris Johnson, respectivamente, un acuerdo militar bautizado Aukus -acrónimo en inglés de los tres países- que habilita la transferencia de tecnología a la potencia de Oceanía para construir sus primeros submarinos de propulsión nuclear, que utilizan como combustible uranio enriquecido a más del 90%, el mismo nivel que requiere un arma nuclear.
Apenas seis países en el mundo poseen este tipo de submarinos -Estados Unidos tiene 14, Rusia 11, China seis, Reino Unido y Francia cuatro cada uno e India uno, según la cadena BBC- y Washington no autorizaba la transferencia de este tipo de tecnología desde 1958, cuando firmó el acuerdo que moldeó su alianza militar con Londres.
Al presentar esta alianza, Biden aseguró que el objetivo es “defender” los intereses de los tres países en la región conocida como el Indo-Pacífico, una combinación del Océano Índico y parte del Pacífico, que comienza al Oeste en el Cuerno de África y el sur de la Península Arábiga, al Sur en Australia, al Este en Corea del Sur y Japón, y al Norte en China y Asia Central.
En otras palabras, incluye a más de la mitad de la población mundial y representa a casi la mitad de la producción económica del planeta. Según la ONU, este año el 42% de las exportaciones globales pasarán por allí.
“El Indo-Pacífico se volvió el centro de gravedad de la economía mundial, y no sólo por China, sino por Japón, Corea del Sur, India, entre otros países”, explicó a la BBC Ramon Pacheco Pardo, profesor de Relaciones Internacionales del King’s College de Londres, experto en Asia-Pacífico.
Al presentar esta alianza, Biden aseguró que el objetivo es “defender” los intereses de los tres países en la región conocida como el Indo-Pacífico, una combinación del Océano Índico y parte del Pacífico”
Estados Unidos no tiene reclamos territoriales en la zona, pero hace tiempo que mantiene una importante presencia militar en el llamado Mar de la China Meridional -la zona dentro del Indo-Pacífico donde China construyó islas artificiales y amplió su reclamo territorial en detrimento de sus vecinos- para garantizar “la libre navegación”, según la Casa Blanca.
En este contexto de creciente tensión, el acuerdo entre EEUU, Reino Unido y Australia desató una ola de críticas entre rivales y aliados por tres razones. En primer lugar, Australia fortalece significativamente su posición militar en la región.
Los submarinos de propulsión nuclear pueden pasar semanas enteras bajo la superficie y recorrer largas distancias sin ser detectados. La tecnología estadounidense funciona con uranio enriquecido al 93%, lo que significa que los submarinos pueden funcionar durante 30 años sin necesidad de nuevo combustible.
Esta semana, el director del Centro de Estudios del Sudeste Asiático de la Academia China de Ciencias Sociales en Beijing, Xu Liping, escribió en el diario oficial Global Times que el Aukus “dañará la paz y estabilidad en la región” y advirtió que fuerza a los países de la región “a apoyar a EEUU y Australia contra China”.
En segundo lugar, el acuerdo supuso la cancelación de facto del contrato por 40.000 millones de dólares que Australia y Francia habían negociado para adquirir 12 submarinos con motor diésel, que son más fáciles de detectar y deben subir a la superficie más seguido.
“Es realmente una puñalada por la espalda”, sentenció el canciller francés y exministro de Defensa Jean-Yves Le Drian, una reacción apoyada por Alemania y, de manera más indirecta, por India, otra potencia del Indo-Pacífico que no vio con buenos ojos el avance nuclear de Australia.
Trump culpó la inacción de gobiernos anteriores.
Aunque el presidente Emmanuel Macron envió de vuelta a Washington a su embajador tras hablar con Biden por teléfono y puso paños fríos a la escalada diplomática, aún no está claro cuánto impactará esto en el tratado comercial que Australia y la Unión Europea negociarán el mes que viene.
Y en tercer lugar, el acuerdo encendió las alarmas de Gobiernos, activistas y expertos que lo calificaron como un peligroso antecedentes en la batalla por la no proliferación nuclear.
“La cooperación de Aukus con los submarinos nucleares representa un serio riesgo para la proliferación nuclear y prueba que una y otra vez EEUU y Reino Unido aplican un doble estándar en la cooperación nuclear”, denunció esta semana el vocero de la Cancillería china, Lijian Zhao.
Expertos occidentales también expresaron su preocupación. “El acuerdo bien podría abrir la caja de Pandora de la proliferación”, advirtió a la agencia de noticias AFP Tariq Rauf, exjefe de verificación del Organismo Internacional de Energía Atómica, institución que controla el cumplimiento de los acuerdos nucleares.
Desde la Casa Blanca, la vocera Jen Psaki intentó atajar las críticas y aclaró que se trata de un “caso excepcional, no de un precedente”. Sin embargo, el temor es que después de más de medio siglo, Biden acaba de abrir la puerta a que las otras cinco potencias decidan unilateralmente y de manera sorpresiva cuáles de sus aliados pueden recibir transferencias de una tecnología que les entregaría la llave para una futura arma nuclear.
Fuente Telam