Por Silvia Fequet
“Aquél candidato que regala cosas para que lo sigan es un comerciante de la política”, dice José “Pepe” Mujica.
Por un lado están las cifras, contundentes, inapelables, y oficiales. En la Argentina hay 18,5 millones de pobres, nada menos que el 40,6% de la población. Entre los chicos el índice trepa al 54,3%. Casi la tercera parte de los hogares está por debajo de la línea de pobreza: son 2,9 millones de hogares u 11,7 millones de personas. Los indigentes suman 4,8 millones, lo que equivale a decir que uno de cada diez argentinos vive, o sobrevive, en ese estado.
No se equivocó el jefe de Gabinete, Juan Manzur, cuando atinó a rogar una manito del Señor clamando “Ojalá que Dios nos ayude”. La carencia de un plan, y el no creer en ellos, de lo que el presidente Alberto Fernández se jactó ante el Financial Times el año pasado, hace que lo único que pueda esperarse sea una intercesión divina para enfrentar el naufragio.
Claro que no todos la están pasando tan mal. Aferrados a las balsas salvavidas del poder, por otro lado están los amigos. Apenas poco antes de que se difundieran las cifras de pobreza del primer semestre del año, se conoció el nuevo beneficio otorgado por el Estado a Cristóbal López: Vialidad Nacional le devolvió el mantenimiento de un tramo de la Ruta 3, que ya le habían rescindido por incumplimientos. No sólo eso: el presupuesto inicial de la obra rondaba los $ 300 millones, y se la adjudicaron al empresario K a pesar de que él ofertó $ 427 millones.
López culminó así una sucesión de éxitos: la AFIP le concedió una moratoria con dos planes de pago de 49 y 97 cuotas, respectivamente, con un interés muy por debajo de la inflación, por la deuda de más de $ 8 mil millones por el Impuesto a la Transferencia de Combustibles, generada en un supuesto fraude, que se está juzgando en estos momentos.
En el proceso, el fiscal detalló cómo Cristóbal López y Fabián de Sousa financiaban a otras firmas de su holding mientras aumentaban su deuda con el Estado. La AFIP, por su parte, desistió del juicio contra los empresarios. “Crony capitalism” o capitalismo de amigos en toda su dimensión.
Para los mortales comunes y corrientes, y en tren apenas de revertir la derrota electoral de las últimas PASO, lo que se impone es otro modo de conducta clientelar: dádivas por votos. Beneficios que con suerte llegarán a la noche del 14 de noviembre para todas, todos y todes. Subestimando una vez más a los verdaderos dueños de esos votos.
En un auténtico festival de anuncios, -tan electoral como el intento de dar por concluida la pandemia y volver rapidito y antes de noviembre a “la vida que queremos”-, se sucedieron desde la suba del salario mínimo hasta el nuevo piso de Ganancias, pasando por el plan Registradas -con beneficios para los empleadores que blanqueen a sus empleadas domésticas-, la extensión del REPRO, créditos a pymes, jubilación anticipada, liberación de exportaciones de carne a China y toda una serie de medidas que, de haber ganado las PASO el oficialismo, tal vez jamás hubieran visto la luz. Es el famoso plan “platita”, tan sabia y científicamente enunciado por el ex ministro y actual candidato Daniel Gollan.
Claro que algunas estrategias buscavotos son todavía menos sutiles: se denunció que, en la desesperación, varios municipios del Conurbano bonaerense salieron a regalar heladeras, estufas, cocinas y garrafas, además de tarjetas de débito para comprar alimentos frescos, bicicletas y zapatillas con los colores y el logo de la intendencia .
Sin medias tintas, y en su estilo, lo puso muy en claro tiempo atrás el ex presidente uruguayo José Pepe Mujica: “Aquel candidato que regala cosas para que lo sigan no es buen líder, es un comerciante de la política que te da algo a cambio de tu voto. El pueblo debe ser sabio y darse cuenta de que esos candidatos son los que han destruido la política y hacen creer que porque regalan más, tienen el derecho de entrar a saquear las arcas del Estado. Así que recuerde: el pecado no es recibir el regalo, sino votar por ese comerciante de la política”.
Fuente Clarin