Por Miguel Wiñazki
Envuelta en una polvareda súbita y furiosa, Victoria Tolosa Paz invocaba a Néstor, a Cristina y a Perón.
El recurso de los difuntos agigantados por la retórica de las gargantas vacías, y la invocación a la vicepresidenta como si fuera un deidad salvadora no alcanzó para detener la iracundia del vendaval que le borraba la cara endurecida por las circunstancias y le atracaba la voz.
Soportó la tormenta con fe militante y discurso prolijamente irrelevante.Play VideoVideo: una tormenta de viento sorprendió a Victoria Tolosa Paz en pleno discurso
Su cabellera volaba, se enredaba frenética. Era como un tornado, como el que agita al gabinete del presidente Alberto Fernández. En ese mismo día socialmente huracanado la inflación trepaba al 3,5 por ciento, y el país estaba atravesado por 300 mil manifestantes; 100 mil en el área metropolitana y otros 200 mil en el resto del país, y la muerte seguía su curso.
Un joven de 17 años fue apuñalado para robarle su bicicleta y otros diversos crímenes y asesinatos que volvieron, si cabe, aún mas hiriente a la charlatanería intimidante de Anibal Fernández, que además de amedrentar con sus navajas telegramáticas, esos horribles mensajes de vigilante amenazador, se manifiesta -otra vez- perentoriamente inútil para contener la peste de las fechorías letales en un país donde la inseguridad nos ataca a todos.
Las trampas narrativas de las políticas desviacionistas de las verdaderas tragedias ya no sirven para nada. Al contrario, lo agravan todo.
A Lucas Ivan Cancino de 17 años lo apuñalaron para robarle su bicicleta. El presunto asesino había estado preso por robo a mano armada y liberado prestamente.
La intendente de Quilmes, Mayra Mendoza, se apresuró a desplegar cartelería con su figura en donde los manifestantes y dolientes por el horror acontecido pedían por su presencia física. Como llegaban las cámaras de TV se apropicuaron súbditos oficialistas en las calles adyacentes para pegar posters de Mayra como si fuera ella la edificante heroína del condado.
Patearon al muerto con propaganda.
Ella, la intendenta, lleva tatuado a Néstor Kirchner en su piel, aunque su grabado intradérmico no le ha concedido el don de gestionar las tragedias que rodean al pauperizado municipio que regentea.
Mientras el reclamo por Lucas se aglutinaba en peregrinajes de reclamo y de lágrimas, se producían hurtos y sustracciones diversas contra los propios manifestantes.
Y ella, Mayra, exponía su cartelería tan onerosa como funestamente inoportuna.
Antes, y discutiendo por la conformación de las listas perdedoras en la provincia, el ministro Sergio Berni se había trenzado físicamente con el hijo de la vicepresidenta. Poco después Berni anunció que deja a la coalición gobernante.
Como sea, los crímenes continúan en torrente.
En tanto, el Presidente eligió otra pieza literaria de su esforzada autoría para convocar al pueblo a las plazas por el 17 de octubre: “Que los músicos lleven su música, los poetas sus poemas…”. Y otras escolaridades.
Y para el lunes, la momificada CGT anuncia otra movilización. Nada de eso resuelve ningún problema. Ninguno.
Todos quedan atrapados en 1945 y en las nieves del tiempo.
La sociedad se abisma cada día en un nuevo drama y afronta un inmenso peligro: hay una etapa superior y tremenda del populismo: es la fase delincuencial y quizás final del modelo vigente, cuando el crimen se vuelve dominante, cotidiano y, en muchos casos, amparado por el poder mismo.
El jefe de Gabinete Juan Manzur, haciendo gala de su impotente omnipotencia, subió a un avión de su provincia Tucumán hacia los Estados Unidos, para gastar en grande dinero público en esa travesía, llevar a pasear a su esposa, y exhibir que tiene el poder de hacer lo que quiere aquí, y la imposibilidad de resolver una situación económica que va a la deriva.
Roberto Feletti, nuevo y arcaico funcionario, un defensor del populismo extremo y a la vez rudimentario, propuso la idea más antigua del mundo: custodiar los precios, pisarlos, apretar a medio mundo con jaranas de inspectores que no causan ni gracia ni efecto alguno excepto los contrarios a los que pretenden -supuestamente- conseguir.
Hay un aire de extremaunción del modelo sustancialmente controlador, del aparato raigalmente acusador y de los liderazgos vociferantes pero inoperantes.
Roberto Feletti, nuevo secretario de Comercio Interior.
Todas las medidas emanan pistas de fugas apresuradas hacia adelante. El problema, cuando se juega con tanto fuego, es que la inflación en su versión hiper aguda acampa precisamente adelante para gatillarse llegado el temido momento de su eventual explosión.
Los economistas miran hacia el pasado remoto, los sindicalistas también, “que lleven los protagonistas de las luchas sus recuerdos…”, recomienda el primer Magistrado en su última epístola tan nostálgica .
El balcón del ‘45 persiste como una rara pirámide con sus faraones milenariamente extintos y resiste adecuarse al siglo XXI. Pero los sumos sacerdotes oficialistas siguen trepándose a ese púlpito que ya está muerto en el inhóspito pasado.
“La existencia -señaló el filósofo Arthur Schopenahuer- es un episodio de la nada”.
Más acá de esa honda metafísica, cabe una paráfrasis: los hacedores de la nada son un episodio -extenso- de la política argentina
Fuente Clarin