Por Raúl J. Pérez Rodríguez-Especial Total News Agency-TNA-
La Zona Gris representa el espacio intermedio entre la paz y la guerra donde se conducen actividades y operaciones multidimensionales, siendo el ciberespacio el teatro de operaciones y campo de batalla virtual de ciberataques, ciberespionaje, ingeniería social, entre otros…
Antes de hablar de la Zona Gris, es importante tratar un término precedente dentro del ámbito de la conceptualización y doctrina referente a los conflictos bélicos del siglo XXI, con sus particulares rasgos y características propios de la era de la información y del conocimiento, así como del auge y desarrollo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones, propias de una verdadera Revolución de los Asuntos Militares en el aspecto doctrinario.
Este término se refiere a la denominada “Guerra Híbrida”, un concepto que para muchos autores y entendidos en la materia “falleció de éxito” y el cual se refiere a que los conflictos actuales y futuros estarán caracterizados por el empleo de estrategias asimétricas y no lineales de naturaleza híbrida, en clara oposición a los conflictos y guerras convencionales donde se enfrentaban contrincantes con modelos puros y en contraposición con estrategias de manual de Estado Mayor. Sin embargo, el concepto de Guerra Híbrida abarca tantos aspectos tácticos y doctrinarios que ha ido perdiendo su capacidad interpretativa y explicativa de los conflictos. A estos aspectos tácticos y doctrinarios la OTAN los define como “Amenazas Híbridas” a saber, “es la combinación de medios militares con no militares, al igual que de medios abiertos con encubiertos, sumándole actividades de desinformación, ciberataques, presión económica y el despliegue de grupos y fuerzas irregulares”.
La Guerra Híbrida combina múltiples aspectos, herramientas y estrategias de la guerra convencional y de la no convencional: diplomacia, guerra de información, propaganda, guerra económica, fuerzas regulares, fuerzas irregulares, fuerzas especiales, ciberataques, entre otros. La combinación de tantos aspectos dificulta la interpretación y explicación de la “guerra” en virtud de que muchas de estas acciones se desarrollan en tiempos de paz y no dentro del ámbito de una guerra declarada, por lo que el término “guerra” no aplica en tiempos de “paz”, generándose un sesgo interpretativo que hizo necesario buscar otro enfoque del conflicto, dándose paso al concepto de “Conflictos en la Zona Gris”.
La Zona Gris viene a constituir el espacio intermedio ubicado entre las bandas que caracterizan el conflicto político y separa a las formas convencionales de hacer política (zona blanca) de las formas armadas, directas y continuadas de hacer política o como dijo Clausewitz “continuación de la política por otros medios” (zona negra); el conflicto que se desarrolla en la Zona Gris responde a un cierto grado de incompatibilidad de alguno de los oponentes sobre la base de estrategias asimétricas e híbridas que implican una conducción de las operaciones en términos de gradualidad y consecución de objetivos a largo plazo.
Cuando en marzo de 2015 el General Joseph Votel, entonces Comandante del USSOCOM (Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos de América) fue interpelado en el Subcomité de Amenazas y Capacidades Emergentes del Congreso estadounidense, se refirió a un entorno estratégico internacional donde la globalización y la tecnología han incidido de manera significativa en que toda clase de actores no estatales se hagan con medios avanzados que anteriormente sólo estaban al alcance de los Estados. De acuerdo con palabras del precitado General, el éxito en ese entorno estará determinado por la habilidad para conducir operaciones en conflictos ubicados fuera del constructo tradicional de la guerra y/o la paz, donde los actores – adversarios operan en torno a una Zona Gris buscando asegurar sus objetivos a la vez que minimizan el alcance y la escala del propio combate.
Esta Zona Gris supone el enfrentamiento con la ambigüedad propia de la naturaleza de este tipo de conflictos, además de las partes implicadas y la validez de las reclamaciones legales y políticas en juego. La ambigüedad permite a Estados con un poder relativo de combate bajo en relación con un oponente, tener capacidad de proyectarse geopolíticamente más allá de los límites de su territorio y áreas de influencia, realizando actividades amparadas por la negación plausible y con el cuidado de no afectar los intereses vitales de sus adversarios, de modo que no recibirán una respuesta efectiva al no constituir “casus belli” por conducirse debajo del límite inferior del conflicto.
Muchas de estas tácticas y estrategias se desarrollan en el mundo físico, pero también son de asidua aplicación en el mundo virtual, debido a que las características de ambigüedad, economía, asimetría, ubicuidad y anonimato del ciberespacio constituyen el teatro de operaciones gris y perfecto para lanzar ofensivas orientadas a proyectar el poder y la influencia asimétricamente, dificultando de sobremanera la atribución de estas acciones con el consiguiente impedimento de la asignación de responsabilidades políticas, económicas y legales que limitan cualquier acción de represalia y a la vez propician un clima de duda razonable en torno al actor que ha sido atacado, sobre todo en sus capacidades disuasorias.
La Ciberinteligencia como producto del conocimiento resultante sobre las amenazas basándose en evidencias concretas incluyendo capacidades, infraestructura, motivación, objetivos y recursos del atacante; y como actividad orientada a detectar indicadores relacionados a ciberamenazas, extraer información referente a métodos de ataque, identificar amenazas de seguridad y tomar decisiones con antelación a fin de responder ante posibles ataques de manera precisa y contundente, participa activamente en las operaciones de ciberdefensa en el ciberespacio, tanto en las de respuesta defensiva como en las de vigilancia y reconocimiento, y en las ofensivas; operando siempre en la infraestructura y sistemas del adversario.
En las operaciones de respuesta defensiva, conducidas con la finalidad de neutralizar los ataques e intentos de penetración en el área de operaciones de la ciberdefensa, la Ciberinteligencia soporta la toma de decisiones relacionadas a las medidas y acciones de infiltración, captura, perturbación, denegación de uso, degradación, alteración, interrupción, entre otras, que se conducen en este espectro, a través de capacidades operativas basadas en análisis de vulnerabilidades, alertas, análisis forense, monitorización y correlación de eventos.
Las operaciones de vigilancia y reconocimiento enfocadas a la obtención, análisis y aprovechamiento de la información sobre las capacidades ciber del adversario básicamente se sustentan del conocimiento producido por la Ciberinteligencia, basada en actividades de inteligencia de ciberamenazas, alerta temprana (Cyber Situacional Awareness – CySA), apoyo al planeamiento de operaciones y la contextualización de incidentes (¿quién?, ¿por qué?) que conllevan a la ejecución de medidas y acciones como el levantamiento del perfil del adversario, el análisis de la amenaza en cuanto a intenciones, capacidades, tácticas, técnicas y procedimientos; la extracción de información de diversas fuentes, la colocación de señuelos, el análisis de vulnerabilidades, la ingeniería social y los test de penetración.
En cuanto a las operaciones ofensivas, éstas van dirigidas en contra de potenciales enemigos y agentes hostiles que afectan a la integridad y disponibilidad de los sistemas de información y telecomunicaciones propios, así como a la información que manejan; entre las acciones y medidas ofensivas, la Ciberinteligencia apoya con conocimiento útil que genera las condiciones de oportunidad, legitimidad y proporcionalidad a las operaciones de infiltración, captura, perturbación, denegación de uso, degradación, alteración, interrupción…, lo cual representa una opción viable en virtud de que conlleva a recuperar o tomar la iniciativa en el conflicto.
Generalmente, el ciberespacio es empleado como teatro de operaciones de la Zona Gris, de manera ofensiva y defensiva dependiendo del prisma desde el que se mire, con el empleo y conducción de operaciones de ciberataques, ciberespionaje, ingeniería social y desinformación; corresponde a la Ciberinteligencia bajo la metodología del “Ciclo de Ciberinteligencia” realizar a través del análisis técnico de los datos obtenidos y respondiendo a las preguntas “qué” y “cómo”, orientar acerca de los mecanismos de mejora de la ciberdefensa, y por medio del análisis estratégico de los datos proporcionar al decisor un soporte sobre el cual apoye sus decisiones, siempre respondiendo al “quién” y “por qué”.
La Zona Gris constituye una dinámica del conflicto político donde no se está en paz pero tampoco se está en guerra, incluso se define desde la ambigüedad como si se tratase de una paz presidida por el conflicto; las estrategias multidimensionales y sincronizadas que emplea encuentran un campo de batalla ideal para conducir sus operaciones en el ciberespacio, donde los Estados beligerantes (o grupos no estatales) que participan generan acciones ofensivas y defensivas dentro del marco de la ciberdefensa, la cual respalda sus decisiones con el conocimiento (inteligencia) proporcionado por la Ciberinteligencia.