Josep Maria Estela es el quinto jefe de los Mossos d’Esquadra desde el referéndum del 1-O. Entre sus primeras decisiones tras asumir el mando, el comisario cesó al responsable de la Comisaría de Investigación Criminal, el intendente Toni Rodríguez, que dirigió las pesquisas contra la actual presidenta del Parlament, Laura Borràs, a un paso del procesamiento, y también sobre el exconsejero de Interior, Miquel Buch, que se sentará en el banquillo por designar un cargo de confianza para ejercer como escolta de Carles Puigdemont. El intendente Rodríguez, además, abanderó durante años la lucha contra el tráfico de marihuana, pero ser un hombre fuerte de Josep Lluís Trapero le costó el cese. Y este no será el único cambio que Estela acometerá en la cúpula de los Mossos tras la destitución del mayor. Bajo la suspicacia de una intención más política que operativa tras su nombramiento, el comisario tendrá que asumir varios retos: Cesiones a la CUP
El hartazgo de los mossos por la utilización del Cuerpo como moneda de cambio alcanzó su punto álgido durante las negociaciones para formar Govern. Las cesiones de ERC hacia la CUP comenzaron con el anuncio de una moratoria en el uso de las balas de ‘foam’ –herramientas de dispersión de los antidisturbios después de que el Parlament prohibiese las pelotas de goma en 2014–. Aunque finalmente no llegó a entrar en vigor, supuso un mal inicio para los republicanos, por primera vez al frente del Departamento de Interior, que también pactaron con los antisistema la retirada de la Generalitat como acusación en aquellas causas judiciales contra manifestantes imputados por agredir a agentes. El silencio de la anterior cúpula de la policía catalana incendió aún más los ánimos entre los uniformados, al verse así abandonados también por sus mandos. Por ello, este es uno de los principales reclamos que hacen a su nuevo jefe. Orden público
Y es que bajo el pretexto del Departamento de Interior de convertir los Mossos en una policía «más social y próxima» –uno de los retos que ha asumido su nuevo jefe–, se materializó otra de las cesiones del Ejecutivo de Pere Aragonès a los antisistema, con la creación de una comisión sobre el modelo policial en la Cámara catalana, que preside Dolors Sabater (CUP). El malestar entre las filas de los Mossos alcanzó su culmen al considerar que la formación que lleva años reclamando la disolución de los antidisturbios no es la más adecuada para asumir esta tarea. Otra de sus pretensiones, según anunció la diputada Eulàlia Reguant, es crear una oficina que fiscalice a los agentes, e incluso pueda sancionarlos, al margen de la justicia. «Esta comisión definirá el nuevo modelo policial y aquí es donde tendremos que ver el papel del nuevo jefe», indica Imma Viudes, del sindicato de agentes Sap-fepol. Agentes agredidos
Otro de los agravios contra el que se han erigido los uniformados es la retirada de la Generalitat de aquellas causas con agentes agredidos por manifestantes independentistas, también tras el reclamo de la CUP. «Marcamos como prioridad que no haya más bajadas de pantalones hacia la cúpula política. No puede ser que nadie de la jefatura alce la voz, por ejemplo, cuando la Generalitat no se persona como acusación particular contra el vigilante de Tarragona que disparó a un mosso hace unas semanas. Es de escándalo. En cambio, sí lo hace en el caso de Marcel Vivet –condenado por golpear a un agente–, para hacer de abogado defensor y rebajar la petición de condena», censura el mosso Albert Palacio, del sindicato USPAC, que concluye que el jefe del Cuerpo, ante esos casos, tiene que «defender a los agentes, alzar la voz, y enfrentarse a la cúpula política». Feminización
En el horizonte de cambios en el Cuerpo, Interior quiere alcanzar la paridad en las filas de los Mossos, con el objetivo fijado en 2030. En la actualidad, solo el 21 por ciento del total de 17.000 integrantes de la policía catalana son mujeres, un porcentaje que se desploma en los escalafones superiores. Por este motivo, otro de los retos de Estela será, en sus propias palabras, «incorporar talento femenino a la cúpula». Por tal de avanzar hacia ese objetivo, la Generalitat modificó hace un año la ley de los Mossos d’Esquadra de 1994 para que, en caso de empate, tanto en las pruebas de acceso como en las de ascenso de categoría, las mujeres tengan preferencia. Nuevas restricciones
Otros reclamos de los agentes hacia la nueva cúpula son a corto plazo. Con el aumento de los contagios por Covid, los uniformados se preocupan por las instrucciones para velar por el cumplimiento de las nuevas restricciones Igual que en los días más duros de la pandemia, los Mossos son los encargados de patrullar las calles con la imposición del toque de queda, y temen la organización de nuevos botellones. Reuniones multitudinarias para consumir alcohol en plena calle que, en muchas ocasiones, se saldaron con ataques a los uniformados, ante la ausencia de respaldo de sus responsables. Achacaron, entre otras, a años de silencio institucional sobre las agresiones a agentes su «pérdida de autoridad». Ahora esperan que su nuevo mando dé la cara por ellos. Interior ofrece un nuevo puesto a Trapero Tras el cese de Josep Lluís Trapero al frente de los Mossos d’Esquadra, el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, manifestó que el mayor tendría un nuevo puesto en las filas de la policía catalana, y que este se desvelaría después de Navidad. Lo mismo reiteró ayer en una entrevista con la ACN en la que, a pesar de negar que la notoriedad del mando tuviese algo que ver con el relevo, indicó que obedece a la búsqueda de un liderazgo «más plano y coral». De manera similar se expresó el nuevo jefe de la policía catalana, Josep Maria Estela, la pasada semana, cuando indicó que su intención era «desterrar la primera persona» para hablar de los Mossos, lanzando así una crítica velada al liderazgo personalista de Trapero.
Fuente ABC