No hay modo de sobrestimar la importancia de Chuck Berry en la creación del rock’n roll a todo nivel. Sus canciones llenas de argots sexuales, anti establishment y sus riffs de guitarra son inmortales, pero hay muchos mitos sobre este artista tan popular como revolucionario. Por ejemplo, Berry se preocupaba mucho por ganar el mayor dinero posible, al punto de que hacía giras por todo el mundo incansablemente pero sin una banda de apoyo, simplemente pedía que en cada ciudad norteamericana o europea lo esperasen con tres o cuatro chicos que conocieran sus canciones, él llegaba dos minutos antes al show y arrancaba con sus clásicos. Pero eso no implica que no le pusiera garra a su guitarra o pasión a sus canciones, y esto queda claro en este álbum vivo que recopila lo mejor de las 209 apariciones durante las últimas décadas de su larga vida en el bar Blue Hill de St Louis, donde se lo veía al menos el primer miércoles de cada mes. Oportunidad de escuchar a un rockero de pura cepa mas allá de ser septuagenario, y acompañado de la única banda fija integrada por dos de sus hijos. El viejo Berry le saca chispas a su guitarra eléctrica y su voz no suena nada mal.