La escena fue de lo más angustiosa. Tanto para la víctima como para quienes la presenciaron. Ocurrió hace unos meses en el distrito de Usera, uno de los dos puntos donde la trama de prostitución infantil desarticulada por la Policía Nacional en la operación Sana llevaba a cabo sus fechorías. Era un narcopiso que servía como ‘cárcel’. Tenían allí metida a una chica de apenas 16 años desde hacía tres días y se la ofrecían sus captores, la mayoría dominicanos, para ejercer la prostitución a clientes mayores de edad. Las condiciones higiénico-sanitarias en las que se encontraba eran lamentables. La menor española pudo en un descuido salir a la calle y corrió hasta un estanco cercano. Allí, pidió ayuda y refugio. Pronto, se dio aviso a la Policía. «He estado tres días encerrada en un piso, donde me han estado agrediendo sexualmente», refirió. Añadió en su relato posterior que la habían obligado a consumir droga y que el lugar era una vivienda a la que acudían hombres para comprar dosis y, a cambio de un plus de dinero, se acostaban con ella. Cuando fue encontrada, tenía restos de su propia orina y de heces. Estaba aterrada y no conseguía aportar más datos de la ubicación de la vivienda, solo algunos detalles del interior. Los agentes de la Ufam consiguieron que dibujara un croquis para dar con el narcopiso. Yasí fue como se logró localizarlo. La operación Sana fue reventada el 30 de noviembre, con 37 detenidos, aunque no se les ha podido imputar organización criminal. Karaoke y un billar dentro
El otro lugar investigado era la peluquería D’Caty, en Monte Igueldo, 42 (Puente de Vallecas). Allí es donde presuntamente, sobre un camastro y lleno de humedades, se vejaba a las chicas, incluso en grupo, en un sótano. ABC ha hablado con el entorno de estos sujetos, que, perplejos, narran cómo han sido los últimos meses: «Yo quise arrendar ese local para mi negocio, fue antes de la pandemia. Pero cuando vi las condiciones en que estaba el sótano, decidí cambiar de idea». Pero una de las cosas más sospechosas fue que «desde hace unos meses compraban productos para mujeres». Quien habla es uno de los proveedores del local de los horrores, que reseña este punto «porque se trata de una barbería, con clientela solo masculina»: «El dueño siempre me había comprado tintes oscuros, para hombres. Pero desde hace meses me pedía el papel de aluminio que se utiliza para hacer mechas y decolorante para el pelo». Al parecer, la mafia teñía a sus víctimas, les aclaraba el cabello, para mostrarlas más atractivas para los clientes de la prostitución. El rapero (derecha), en un vídeo musical con chicas menores – ABC
«Ahí fue cuando empecé a pensar que algo raro ocurría, porque solo seguían entrando hombres y niños a cortarse. Siempre dominicanos», añade. La peluquería ha sido precintada dos veces desde que abrió en el otoño de 2019, antes y tras el confinamiento: la Policía acudía allí al menos dos o tres veces en semana a inspeccionarla y encontraron un billar y hasta un karaoke para sus particulares ‘clientes’. «¿Pero esto es normal en tu país?», le preguntó una persona de su entorno. «Aquí nos dejan. Yo solo trabajo para ganarme la vida», respondió. Un rapero maltratador
El dueño dormía dentro a menudo y había fiestas con alcohol. Se quejaba, curiosamente, de «lo complicado que le resultaba encontrar a una peluquera»: «No tengo suerte para contratar a una chica», dijo, tras darle ‘calabazas’ una profesional recomendada. Antes, habían tenido otra barbería en el barrio. En el que precisamente trabajó de aprendiz el rapero que engatusaba a las niñas por redes sociales hasta conseguir que se engancharan al crack y someterlas. Se trata de Samyol Fyly, un famoso ‘youtuber’ dominicano (con hasta 154.000 seguidores en su canal de vídeos musicales) nacido en 1999 (22 años) y con un largo historial de 12 reseñas previas por lesiones, malos tratos en el ámbito familiar y delitos contra el patrimonio, precisan a ABC fuentes del caso.Ahora, tras ser arrestado (y puesto en libertad con cargos), suma abusos sexuales y delito contra la salud pública.
Fuente ABC