Por Nicolás Balinotti
El cotitular de la CGT dejó de ser el número dos y ganan protagonismo otros de sus hermanos; tampoco integrará la lista en Independiente con la que su padre buscará un tercer mandato
Hugo Moyano cumplirá 78 años el domingo que viene. La foto familiar lucirá esta vez algo resquebrajada. Las diferencias y los cortocircuitos entre sus herederos son inocultables y profundizan la incertidumbre cuando se proyecta el futuro del imperio camionero sin su líder. Hubo tres hechos encadenados al cierre de 2021 que alimentaron las tensiones dentro del clan y que ubican a Pablo Moyano, el heredero natural, aislado y excluido del resto de sus hermanos.
Lo más llamativo fue que el hijo mayor del líder sindical fue relegado del segundo escalafón de mando de la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros, que reúne a 24 gremios de la actividad de todo el país y que su padre tiene en un puño desde 1992. En la renovación de autoridades del 17 de diciembre pasado, el cargo de secretario adjunto que ocupó Pablo durante los últimos ocho años fue ahora cubierto por Jorge Omar Taboada, de Chubut. Taboada, que fue diputado nacional por la fuerza política que fundó Moyano, es uno de los dirigentes del interior que más llegada tiene al jefe en Buenos Aires. “Significa un cambio de timón, es un giro”, interpretaron la movida desde dos de las tres cámaras empresarias que negocian históricamente con los Moyano. Otro dato: Pablo no participó del brindis de fin de año de la mesa directiva de la Federación.
El enroque de piezas trajo más novedades. Obtuvieron cargos jerárquicos otros tres hijos del referente camioneros: Hugo (h.), el abogado, como secretario de Coordinación de Asuntos Jurídicos; Karina como secretaria de la Mujer, y Jerónimo, el menor, como secretario de la Juventud y con cada vez más influencia tanto en el gremio como en Independiente.
Pablo, en tanto, relativizó en charlas privadas el ajedrez familiar: repitió que se focalizará en su función como número dos de la seccional de Buenos Aires, la más grande del país y que cuenta con los votos para torcer el rumbo en la Federación, y en su nuevo rol como integrante del triunvirato de mando de la CGT. “Los cargos no sirven de nada”, se lo escuchó decir. Desembarcó en Azopardo en la oficina del tercer piso que fue de su padre durante los 12 años que estuvo al mando del timón cegetista. Su ambición es quedar como secretario general en soledad, como sucedió con Hugo en 2004, cuando se disolvió el triunvirato que integraba con Susana Rueda y José Luis Lingeri. La determinación de confrontar con el sector de “los Gordos” (grandes gremios de servicios) es uno de los pocos puntos en el que confluye la estrategia de Pablo con la del resto de sus hermanos. Comenzó a apoyarse con más confianza en Hugo (h.), su medio hermano, quien además de ser abogado de camioneros es asesor de una tropa de gremios que comulga con el moyanismo. La reconstrucción del vínculo con Facundo está más trabada. Ni siquiera asistió a su casamiento, en octubre del año pasado.
Pablo Moyano tampoco buscará ser el número dos de su padre en una eventual re-reelección en Independiente. Los comicios del club de Avellaneda fueron suspendidos provisoriamente por una orden judicial tras la impugnación de una lista opositora encabezada por el periodista Fabián Doman y dirigentes políticos vinculados a Pro. Circulan diferentes versiones sobre el inminente alejamiento de Pablo de la vida del club. Una es que bajó los brazos en pandemia, algo cansado por la crisis económica que atraviesa la institución y con la sensación del deber cumplido por haber finalizado con las obras de remodelación en el estadio y en el predio de Villa Dominico. El pasivo de Independiente al 30 de junio de 2021 era de $3.945.196.302 millones. Es decir, US$40 millones si es que se toma como referencia la cotización oficial. El otro argumento que surge desde el entorno del jefe camionero se trataría de una suerte de distanciamiento entre Pablo y Hugo. Diferencias que no son nuevas, y que abarcan todos los ámbitos: desde la vinculación con la política a sus roles como gestores sindicales y deportivos.
“La familia es la familia, con el hijo te reconcilias en un minuto. A las negociaciones las tenemos con Hugo, que es quien decide y tiene hoy el poder real”, dijo un empresario que conoce a los Moyano desde hace años, tanto por el gremio como por Independiente.
Crisis en la obra social
Uno de los últimos contrapuntos entre padre e hijo tendría que ver con la situación de la obra social de los camioneros (Oschoca), una de las principales usinas de los negocios familiares y gremiales, que habría perdido fluidez y estaría en rojo, según comentaron a LA NACION fuentes sindicales, empresarias y expertos del rubro salud. La administración del fondo de comercio de la obra social está en manos de la empresa IARAI, en cuyo directorio están dos hijos de Liliana Zulet, la actual esposa de Hugo Moyano.
En octubre, el jefe camionero advirtió sobre la crisis en una carta dirigida al presidente Alberto Fernández en la que enumeró 15 reclamos, y uno de ellos estaba vinculado a la prestadora médica. Pasó factura por haber mantenido a los camioneros en las rutas durante los peores meses del aislamiento por la pandemia y le recordó a Axel Kicillof haber contratado a sueldo a mil profesionales en la obra social para montar 330 camas de cuidados intensivos en el Sanatorio Antártida con el fin de reforzar el sistema sanitario bonaerense. En Oschoca hubo un cambio reciente en la dirección médica y se activó una auditoría contable que dilató en algunos casos la cadena de pago a los profesionales de la salud.
Durante el macrismo, el frente judicial de Hugo Moyano se minó al quedar al descubierto una serie de operaciones sospechosas entre el sindicato de camioneros y el holding de empresas que administran su esposa y dos hijastros. Los millonarios vínculos comerciales entre el gremio y la familia política serían la viga maestra que sostiene los negocios del camionero desde, al menos, 2011 hasta ahora, según se desprende de un borrador que la Unidad de Información Financiera (UIF) blandía como prueba en 2018. Ese informe se sumó al expediente judicial que activó hace una década la diputada Graciela Ocaña y que no prosperó en los tribunales de Comodoro Py. A la causa la tuvo el fallecido juez Claudio Bonadio.
Las operaciones que salieron a la luz en su momento trazaron una frontera entre los hijos de Moyano y sus hermanastros, Valeria Salerno y Juan Manuel Noriega Zulet, proveedores de la obra social. Pablo, por su cargo jerárquico en el gremio, estaría más involucrado que Facundo y Hugo (h.), que no figurarían en ninguna de las operaciones inmobiliarias y transferencias de fondos que habían estado bajo la lupa. Esas tensiones nunca se disiparon.
Fuente La Naciión