La magia y la ilusión han llegado a la ciudad de Madrid con el día más esperado, desde hace dos años, por los pequeños de la casa. Por fin se han reencontrado con Sus Majestades de Oriente. Coloridas carrozas se colocan ordenadas hasta el puente de Joaquín Costa. Los dibujos animados de alguna de ellas, con los personajes preferidos del cine de los menores, saludan a los que les aguardan al otro lado de la valla y bailan al son de los villancicos que proyecta un gran altavoz. Hay globos alegrando el enclave, saltos de alegría y algunos caramelos que reparten voluntarios porque este año, ante el avance de Ómicron, los Reyes no los lanzarán, pero hay tradiciones que no pueden perderse por una pandemia, aunque se adapten. Alessio y Pablo han aguardado dos años para ver a Melchor, Gaspar y Baltasar. El de la barba blanca es el preferido del mayor de los hermanos. «A mí me gustan todos», dice el pequeño. Cristina, su madre, intentó conseguir alguna de las 7.000 entradas que el Ayuntamiento de Madrid puso a disposición del público para evitar aglomeraciones, pero fue misión imposible. A pesar de la mala climatología han decidido acercarse a la plaza de San Juan de la Cruz, donde desde las 17 horas ha empezado a concentrarse la gente tras las vallas, formando algunas aglomeraciones. Los paraguas han invadido la arteria principal de Madrid. «Las cosas bonitas de la vida no pueden perderse, y menos después de los dos años de pandemia que hemos pasado. La cabalgata es una de ellas», afirma tajante la progenitora, que habla de la emoción de sus hijos: «Por eso vale la pena». También Natalie y Alicia esperan en una de las isletas del paseo del Castellana. Sus hijos portan paraguas y mantas, y juegan mientras Sus Majestades hacen la aparición estelar. «El año pasado ya no los vieron, qué pena si tampoco veníamos hoy», dice la primera, que tampoco consiguió asientos en las gradas. «Entramos en la web a las 11.02 horas y había una cola de 15.000 personas. Fue imposible. Pero al menos aquí los pueden ver y sin riesgo, porque alrededor no hay, de momento, mucha gente», cuenta mientras recoloca sus guantes para protegerse del frío. Algunos madrileños que se han quedado sin entrada aguardan la llegada de la comitiva Real – Isabel Permuy
Suerte distinta corrieron Juan, Alba y sus hijas, Valeria y Carolina. Estuvieron esperando desde antes de las 10 en la página habilitada. «Fue suerte. No sabía a qué hora se podían conseguir y miré en algunos descansos del trabajo. Dejé la pestaña de la web abierta y las conseguí», asegura la madre, que dice que aunque el tiempo no sea mejor, ver contentas a sus hijas «compensa el frío y empaparse». Algunas de las carrozas incluyen chubasqueros para hacer frente a las fuertes lluvias – Isabel Permuy
Los tres kilómetros de recorrido, desde la plaza de San Juan de la Cruz hasta el palacio de Cibeles son el epicentro de la fiesta y la Navidad, con diez carrozas y un cortejo formado por más de mil personas. El hilo conductor de la cabalgata de este año es la astronomía y con lema de ‘El universo sobre nuestras cabezas’ hace un homenaje al conocimiento y trata a los Reyes Magos como sabios. El desfile está inspirado en el ‘Auto de los Reyes Magos’, el texto teatral más antiguo conservado en lengua española que se encuentra depositado en la Biblioteca Nacional, que data del siglo XII y cuenta la historia de cuando Sus Majestades descubre una nueva estrella: «¿Qué estrella será esa que brilla y hasta ahora no he advertido? ¿Habrá nacido el creador de todas las gentes señor?», se pregunta Gaspar. Hasta el pesebre de Belén los guía esa estrella vislumbrada, en una historia narrada este miércoles en la cabalgata por la emisaria real. Los sabios Reyes de Oriente
Los tronos, nuevos, forman un pergamino enrollado y papiros que atesoran todos los descubrimientos y maravillas del universo. Melchor, desde el azul, es el sabio astrólogo que traslada el oro; Gaspar, de rojo, el alquimista con el incienso; Baltasar, de verde, el botánico con la mirra, que simboliza a Dios como hombre y reconoce su carácter mortal. Su llegada ha sido anunciada por un gigante de luz que ha representado a todos los abuelos, con su amor y valor, que ha saludado a toda la gente que se ha dado cita en el centro de Madrid. En ese momento, a pesar de la música, los aplausos y gritos se han desatado en la capital. Durante todo el recorrido, el ‘dundo’ ha ido al encuentro de su nieta Carla, que lo esperaba en Cibeles para enseñarle la magia de la navidad. Carla, en esta simbología, representa a todos los pequeños de Madrid. Melchor ha estado precedido de ocho osos articulados y luminosos, marionetas gigantes y zancudos; Gaspar, por un elefante de Sri Lanja; Baltasar por tres dromedarios llegados de Cantabria y llamados Nando, Selva y Naya. Tres bailarinas han marcado el inicio portando esferas de seis metros de diámetro con la forma del sol, la luna, el cielo y las estrellas avistados por el gran telescopio; diez planetas flotantes que han llenado el cielo de luz y color, y 17 estrellas de más de dos metros que representan el firmamento en movimiento, portadas por varios artistas. Antes de las tres personas más esperadas, iban sus pajes mostrando el conocimiento a todos los aprendices. Porque además de la magia y la tradición, el objetivo de la cabalgata es invitar a los niños a mirar el cielo con tanta curiosidad como antaño tuvieron los Reyes. La magia del pasacalles se ha completado con el gran escenario de Cibeles que desde las 18.50 horas ha acogido los villancicos interpretados por el Coro de Jóvenes de Madrid para hacer la espera más amena a todos aquellos que ansiaban ver a Melchor, Gaspar y Baltasar.
Fuente ABC